El ruido de espadas golpeando los escudos era signo inequívoco de la que la batalla era un hecho inminente. Los caballos hacían sonar los metales al morder los frenos que los sostenían tirantes en sus posiciones, obligándolos a quedarse allí de pie relinchando. No se podía saber quién estaba más impaciente, los guerreros Katagaria o sus monturas.
Los invasores apostaron a su suerte a que la locura del rey Jiwoong nublara su razón lo suficiente para poder tomar por sorpresa la frontera norte. Una lástima que los cálculos no salieran como se suponía. El propio soberano lideraba su ejército listo para patearle el culo al que se había atrevido a mancillar su territorio.
La misma brisa de la mañana se había detenido, las nubes en el cielo se mantenían en su sitio, como si la misma naturaleza esperara el desenlace sangriento.
El grito potente del rey Jiwoong seguido por la feroz carrera sobre su caballo negro fue suficiente para que sus guerreros se abalanzaran sobre el enemigo.
El rey Sungchan decidió apostarlo todo para matar al Lobo de Kim, el maldito sería pasto para las bestias antes de que la tarde llegara.
Como si se tratara de un martillo, la avanzada que dirigía el rey se enfrentó a lo más feroz del ejército invasor, el choque de fuerzas fue como si dos olas gigantes se encontraran en medio del mar. Antes de que Sungchan pudiera sonreír al ver que aunque los guerreros enemigos eran valerosos, los suyos los superaban en número, se llevó una sorpresa desagradable.
El Lobo de Kim aulló su furia, en el momento que lo grueso de los ejércitos luchaba, dos líneas se dividieron rodeando al enemigo, el Abrazo de la Muerte hizo su trabajo. El rey Sungchan quiso corregir su error al verse acorralado, ordeno la retirada, lástima que fuera demasiado tarde.
Al caer del sol lo único que quedaba en el campo de batalla eran muertos, tantos que la tierra estaba machada de rojo sangre, como si se tratara de una siniestra alfombra. El emblema de la Casa Real de Kim había demostrado una vez más porque Katagaria era temido y respetado.
(...)
Minho esperaba a su rey pacientemente, mientras este era vitoreado hasta por las mismas piedras al entrar a la ciudad. El Líder del Consejo de Ancianos era observador, quizás demasiado para su bien, desde la escalinata que llevaba hasta la pesada puerta de metal que permitía la entrada al castillo, estudio detenidamente a su soberano.
Los gritos de victoria eran ensordecedores, una vez que Jiwoong llego a la plazoleta interna del castillo, las puertas se cerraron, dejando
al pueblo celebrando el resultado de la batalla. El rey desmonto su caballo negro, un mozo que no pasaba de los quince años le sonrió incitador a su amo, pero este le alargo las riendas sin prestarle la mayor atención.
¡Vieja serpiente! — Saludo Jiwoong al ver a Minho esperándolo en la parte superior de la amplia escalinata de piedra— Vienes a invitarme a un trago después de haberle enseñado a Sungchan la manera más rápida de morder el polvo.
Minho sonrió dejando que su cara arrugada fingiera alegría. El rey se veía cansado, su larga cabellera negra atada a la altura de la nuca estaba llena de polvo del campo de batalla, su armadura negra manchada con sangre, pero de todo el cuadro lo que más le preocupo fue lo que vio en lo profundo de los ojos dorados de su señor, la más absoluta desolación. El lobo de Kim estaba asegurando su trono, consolidando la fortaleza del reino para luego enfrentarse a la muerte temprana.
—Creo que ya tuviste suficiente para alimentar tu ego por las siguientes reencarnaciones, mi señor— acompaño al rey hasta adentrarse dentro de los muros del castillo— pero creo que el que va a necesitar más que un barril de licor, será usted.
El tono, tal vez la manera en que la sonrisa del viejo se ensancho, hizo que Jiwoong detuviera su andar de golpe— ¿De qué demonios hablas?
—Nada demasiado importante—, dio un encogimiento de hombros el viejo guerrero— creo que puede esperar hasta mañana, cuando usted esté más descansado.
—No te vas a mover de aquí hasta que me digas que te traes entre manos— sentencio el rey con su característica voz de no-me- hinches-las-bolas.
—Es solo que el Clan de los Hechiceros me envió un mensaje diciendo que su obsequio ya está listo— hablo Minho restándole importancia a la situación.
¡Me lleva la puta madre! — Vocifero el rey, no por primera vez, usualmente el mal humor del soberano se estaba convirtiendo en una costumbre— con todo el maldito trabajo que tengo encima y ahora resulta que también tengo que vérmelas con una muñequita creada.
Minho dejo que el enfado de su señor hiciera su aparición y desapareciera tan rápido como había llegado— Ellos se han tomado dos años de su tiempo para tener listo su obsequio— se explicó el anciano— Nadie quisiera tener ofendidos a esos seres.
Jiwoong apretó la mandíbula tan fuerte que los dientes le dolieron, una arruga se formó entre sus cejas, sus enfadados ojos dorados brillaron con entendimiento—. No sé en qué momento acepte que me metieras en esto— se pasó las manos por los mechones negros que se habían salido del fuerte agarre de la liga de cuero.
—No fue un impulso— le recordó el viejo— supo en ese momento que era necesario, y lo sabe ahora... Me han dicho que para la próxima luna debo buscar su obsequio, señor.
—Has lo que te de la gana— le dio la espalda al anciano y continuo su camino— yo tengo cosas más importantes de que preocuparme para este momento.
Minho asintió con un leve movimiento de cabeza, tendría que ir el mismo por la pareja del rey, ocuparse de los detalles era necesario ya que el feliz hombre no parecía muy emocionado con el regalo de los hechiceros.
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El destino que tenía la luna | Mattwoong
FanficEl rey y el hijo de la luna son pareja, uno es un lobo de carácter fuerte y el otro un lindo gatito de apariencia pero es en realidad un rebelde