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—Qué bueno que llega— se dejó caer en el suelo el viejo consejero— Esa bestia quería matarme.

El tigre que había dado unos pasos hacía Jiwoong, se volvió para continuar con la persecución de ese viejo fastidioso— Ni lo pienses— fue la clara advertencia del soberano— Da un paso hacia él, y te voy a zurrar el culo el doble de lo que ya pretendo hacer.

Los ojos azules le dedicaron una mirada furibunda al pobre consejero que temblaba como hoja en medio de una tempestad, después de un grasero bufido, regreso a la trayectoria que le llevaría asía su señor.

El rey no espero segundas, apenas tuvo frente suyo al tigre, lo tomo por la piel tras la nuca, exactamente de donde las madres levantaban a sus cachorros— Te quedas aquí— ordenó sin dejar lugar a dudas— No quiero ni verte cerca de Choi... ¿Lo entiendes?

Puede que el felino estuviera siendo tomado por el pliegue tras su cabeza, puede que estuviera sentado con la cabeza gacha, pero la mirada que le dirigía tras sus largas pestañas risadas al consejero, hablaba de algo muy diferente a la sumisión. El tigre estaba furioso con el rey por meterse donde no lo llaman, con Choi por gritar como una nena y con, bueno, con Taerae no podía estar enojado. El pobre chico se veía tranquilo, pero sus instintos animales le gritaban que el de cabello negro estaba aterrorizado.

—Ustedes dos— les habló el rey en un tono firme— váyanse de aquí... Después necesitare aclarar algunas cosas, pero por ahora márchense mientras arreglo cuentas con mi pareja.

Los aludidos se despidieron con una leve inclinación de cabeza, saliendo de allí lo más honrosamente posible, perdiéndose entre los árboles del jardín

Una vez solos, todo el enojo del tigre se disipó en el aire. Tomando su forma humana se presentó ante el rey, el cual le miraba con cara de pocos amigos.

—Lo siento— se disculpó bajando la mirada. Vestido con una túnica liviana, estaba cubierto desde el cuello hasta los finos pies blancos. Si Jiwoong no lo conociera lo suficiente, tal vez se hubiera creído la inocencia de esa carita sonrojada y de tiernos ojitos centrados en la hierba del suelo. Con ese cabello plata cayendo por los delgados hombros, era la encarnación de la ternura.

—Para empezar— increpo el rey sin dejarse convencer— ¿Qué hacías aquí solo con ese muchachito aniñado?

El tono en la voz del soberano hizo temblar el corazón de Matthew— A mí me gusta nadar en la alberca en mi forma animal, él llego ayer y nos pusimos a conversar. Hoy simplemente salí de nuestro dormitorio después de que su majestad se había ido. No me sentía con ánimos de estar entre desconocidos.

¿Desde cuándo eres tímido? — La mirada severa del rey esta vez sí asusto a Matthew—. No eres de los que simplemente se esconde,

usualmente ruges si alguien te fastidia demasiado... ¡No entiendo qué diablos hacías aquí con el sobrino de Choi, hasta el punto que este los viniera a buscar!

Matthew trago el nudo que se estaba comenzando a formar en su garganta, de pronto sentía muchas ganas de llorar— Él es mi amigo—
, una lágrima traicionera rodo por su pálida mejilla— yo quiero tener un amigo aquí.

—Si no estuvieras gruñéndole a todo el que se te acerca— hablo Jiwoong mientras tomaba de la mano al gatito— tendrías más amigos, no tendrías que citarte a escondidas con ese mocoso de mierda.

Matthew fue arrastrado por los pasillos hasta llegar al piso donde estaba el ala de las habitaciones privadas del rey. Los sirvientes conocían lo suficiente a su señor como para no molestarlo.

Una de las damas que era la encargada de llevarle los alimentos al tigre, vio con terror como el chico era halado del brazo, sin que el hombre más grande se preocupara de si este podía seguirle o no el paso. Temiendo lo peor, dejo las flores que llevaba en la mano tiradas sobre el piso, y se fue a buscar al señor Gunwook o cuando menos al Líder del Consejo, que hacía poco lo había visto llegar acompañado de otros ancianos.

El destino que tenía la luna | MattwoongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora