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Taerae fue besado por segunda vez y dejado solo con una maldita erección capas de taladras paredes. Quería a ese soldado, lo quería con tantas ganas que le daba miedo. Él sabía lo que era ser deseado por nobles y plebeyos, supo lo que era ser la muñeca de lujo de una de esas casas finas de Gygoria, como también aprendió a la dura que no era más que un juguete que podía ser desechado con la misma facilidad con que alguien tiraba sus zapatos viejos. Pero la sensación de desear y ser correspondido con un trato tan delicado, era algo nuevo para él.

Después de asegurar la puerta se dejó caer sobre la acolchada cama, mirando las vigas del techo se puso a fantasear con las manos grandes de su guerrero, con esa boca traviesa que le había calentado el cuerpo con un simple rose, el necesitaba recorrer todo el camino con ese hombre.

Sutiles golpes en la puerta le sacaron de su ensoñación, levantándose dudoso llego hasta la madera abriéndola con cuidado. La idea de ser arrestado era algo que ni las palabras de Gunwook podían acallar del todo. Del otro lado se encontró con la persona que menos quería ver en esos momentos. Siwon Choi era la encarnación de todo lo que quería olvidar.

—Veo que la visita del guerrero fue más corta de lo que imagine— hablo el viejo consejero cuando se encontró en la seguridad de la habitación.

—Sólo quería averiguar que me traía con el amante del rey— Creyó necesario explicar Taerae— El tipo no confía en mí.

El viejo camino hasta la silla junto a la ventana, quejándose por el dolor en los músculos causados por la persecución que le dio el tigre— Eso es un problema— se explicó Siwon— ese guerrero es el jefe de la guardia del rey, nada ocurre en este castillo sin que él lo sepa.

—No quiero terminar como el difunto amante de la reina— aviso Taerae sentándose en la orilla de la cama— Hoy su majestad parecía lo suficientemente cabreado como para cortarle la cabeza el mismo a alguien sin necesidad de juicio ni verdugo.

La sonrisa retorcida del viejo hizo que se le erizaran los bellos del cuerpo a Taerae

Eso es bueno—, se floto las manos huesudas una contra la otra— de seguro la semilla de la duda ya está sembrada en el corazón del rey.

El joven cortesano sonrió de manera forzada— ¿Y eso tiene que alegrarme cuando es mi cabeza la que estará en la pica junto a la de Matthew?

—No crees que te ofrecí esa suma por que este fuera un trabajo fácil, muchacho— Yo ganaré un reino y tú tendrás suficientes bienes

como para no necesitar ponerle el culo a nadie más... Eso me parece un trato justo... Ambos arriesgamos el pellejo.

Taerae no era estúpido, él sabía bien en qué posición estaba. El Lobo de Kim lo tenía en la mira y conociendo la reputación del hombre, eso era algo que debía tomarse en cuenta. —Entonces tengo que suponer que las cosas van según su gusto— el tono de su voz no mostraba lo preocupado que estaba.

¡Exacto!— Hablo el viejo poniéndose de pie— en estos momentos se comenta en todo el castillo de lo furioso que estaba el rey con su joven amante. La mayoría pensó que le mataría.

¿Supongo que no lo ha hecho todavía? — Tragando duro agradeció que Choi estuviera entretenido viendo los movimientos de los soldados que entrenaban en el patio varios pisos a bajo.

—No—, respondió encogiéndose de hombros— pero pronto lo hará y entonces perderá la cordura. Su lobo no resistirá perder a dos parejas. Ni siquiera ese viejo entrometido de Minho podrá hacer algo para salvarlo esta vez. El Reino de Katagaria por fin estará en manos de quién debe gobernarlo.

—Pero Minho es el Jefe del Consejo...— se atrevió a interrumpir, todavía no entendía la genialidad de ese plan.

—Sin el rey, lo demás será pan comido— sonrió con maldad— Es cuestión de tiempo.

En silencio Taerae rezó para que el hombre estuviera equivocado, cuando hablaba de sus planes tenía un brillo que rayaba en la demencia.

—Estoy para servirle— hizo una leve inclinación de cabeza, el largo cabello negro calló sobre su pecho— haré todo lo que esté en mis manos para que usted logré sus propósitos.

Después de un rato de charla improductiva, el viejo se marchó dejando pensativo al joven cortesano. Por una parte sentía que debía advertir al tigre y luego correr tan rápido como sus piernas le permitieran, pero estaba el problema de que sería su palabra contra la de un Consejero. Estaba seguro que su cabeza en la pica sería el resultado final. Tener que pensar en alguien más que en sí mismo era algo frustrante. No quería que Matthew saliera lastimado.

(...)

Jiwoong estaba furioso, salió de sus habitaciones dejando advertidos a sus guardias que nadie debía entrar ni salir sin su consentimiento. Temiendo hacer alguna estupidez, decidió salir a caminar por las alamedas, el aire frio le ayudaría a despejar su cabeza. Estaba llegando al final de las escaleras que le llevaban a la parte norte de la muralla que protegía el castillo, cuando sintió a su espalda la llegada de su amigo Minho.

—Te tardaste— sonrió desganado, dándole la cara al viento frio que mordía la piel de su rostro.

—Él no es Soyeon— fueron las sencillas palabras del Jefe del Consejo.

Los puños de Jiwoong se probaron contra la roca de la muralla, los soldados le dieron el espacio prudente al rey, nadie quería vérselas con ese hombre cuando estaba de ese humor.

—Lo que pase en mi habitación es cosa mía y de nadie más— sentencio el rey, no le dejaría espacio a esa vieja serpiente entrometida para esculcar en su vida privada.

Recuerda que es solo un niño—, insistió Minho— él existe solo para responder a tus caricias, fue creado para ser tu pareja. Puede que a veces quiera ponerse terco solo para demostrar que no es una mascota descerebrada, pero a la hora de la verdad no puede vivir sin saber qué hace feliz a su señor. Esos celos solo le causan daño cuando no merece ese trato.

—Estaba solo en el jardín interno con ese mocoso con cara de muñeca—, puso en palabras lo molesto que estaba— cuando le pregunte me dijo que era su amigo... No puedo dejar de recordar cuantas veces Soyeon me dijo lo mismo y mira como acabo todo.

Ambos hombres se quedaron allí de pie, uno al lado del otro, envueltos en un apacible silencio— Tienes que ir a verlo— hablo el anciano como el amigo que era— es solo un niño, si lo dejas allí solo, sabiendo que está encerrado... Me preocupa lo que pueda pasar con él si se siente rechazado.

Por puro instinto Jiwoong se volvió para reclamarle al hombre por atreverse a darle una orden a su rey, luego de pensarlo un

momento, decidió que lo mejor era tomarse un tiempo— Iré a arreglar unos asuntos a la frontera, partiré mañana a primera hora.

¿Y Matthew? — pregunto el hombre temiendo que las cosas se salieran de control.

—El seguirá recluido en mis habitaciones— advirtió Jiwoong en su calidad de soberano— no quiero ver a nadie allí sin que yo de permiso, y eso te incluye... Regresaré en dos días a más tardar, luego arreglare con mi pareja lo que tenga que arreglar.

Minho conocía lo suficiente a su rey como para saber que no había caso en insistir.

(...)

El joven tigre estaba echado tras el sofá, su gran cabeza peluda sobre la alfombra, sus ojos azules estaban embargados por una profunda tristeza. El rey no había regresado desde que lo dejó encerrado allí. Las pesadas puertas estaban cerradas con cerrojo, solamente una anciana mujer entraba para dejarle sus comidas.

Como si convocara a un mal espíritu, la puerta se abrió para dejar pasar a la mujer con la charola con lo que suponía era su cena. Por podía irse al diablo ni no molestarlo más, solo con oler lo que traía sentía ganas de devolver todo el contenido de su estómago. Con suerte estaba enfermo y moriría allí mismo.

.....

con el niño jiwoong, con el niño no 😡😡😡

El destino que tenía la luna | MattwoongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora