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Kim Jiwoong ahora si podía decir que había sido tomado por asalto, de todos los muchachos con los que se había acostado, desde nobles hasta pajes, nada se comparaba con quién estaba acostado frente a la chimenea.

El cabello plateado estaba extendido sobre la alfombra, el dorso desnudo del color de la crema, la vestimenta, una especie de falda que se había movido dejando ver una torneada pierna digna de enrollarse alrededor de su cintura. En ese momento el rey tomo la decisión, le daría un buen uso a ese cuerpo delicioso. Después de todo sería agradecido dándole un buen uso a ese obsequio.

Matthew sintió la presencia de alguien más cerca suyo, sentándose de pronto encontró unas botas plantadas justo enfrente de donde él estaba acostado, subiendo vio unas piernas gruesas que sostenía un dorso musculoso hasta llegar a una cara conocida, el rey.

—Mi señor— recordó las incontables lecciones que Taeyeon le había dado, poniéndose de rodillas sobre la mullida alfombra, bajo la mirada y puso dócilmente las manos sobre sus muslos. Era toda una monada, de eso él estaba seguro.

—Ponte de pie— ordeno el rey dejando ver una media sonrisa.

Matthew recordó las lecciones que no debía recibir, Jimin, pareja de uno de los hechiceros que siempre acompañaba a Taeyeon, le

explico algunas cuestiones prácticas sobre los machos alfa y de cómo no las tenían todas consigo.

Lentamente, pausando cada movimiento, doblo una rodilla dejando que esta se mostrara gracias a la abertura que dividía la tela. Con movimientos felinos se puso de pie delante de su señor, a sabiendas que las tetillas estaban erectas por causa de la brisa que entraba a través de uno de los ventanales abiertos, se mostró tratando de parecer seguro de lo que estaba haciendo. Una suerte que por tener la mirada baja, el rey no pudo ver el rubor que teñía sus mejillas.

—Eres hermoso— reconoció el rey mientras le daba la vuelta al chico, para ver si todo estaba tan bueno como se veía— los hechiceros se tomaron su tiempo para crearte.

Matthew apretó tan fuerte la mandíbula que los dientes le dolían "Se bueno — casi le parecía escuchar la voz de Taeyeon— no hagas tonterías, le perteneces al rey y tienes que acatar su voluntad, nada de dejar salir ese carácter del demonio que tienes—". El joven gatito respiro profundo— soy hijo de la diosa luna—, creyó necesario aclarar— los hechiceros no me crearon

Jiwoong había vivido lo suficiente como para saber cuándo un caballo estaba a punto de jalar la rienda y tirar a su jinete, el cuerpo del chico estaba tenso, aunque la postura fuera sumisa a él no le engañaba.

—Así que un hijo de la luna— sonrió Jiwoong. Con sumo cuidado coloco dos dedos bajo la barbilla del muchacho— ¡Mírame, gatito malcriado! — Los ojos más azules que hubiera visto en la vida

le miraron con una clara expresión molesta, fuego ardía tras ese iris—. Quiero que me respondas algunas preguntas.

Matthew no aparto la mirada, aunque la fiereza en los ojos dorados de su señor lo estaba asustando, no le daría el gusto por muy su pareja que fuera. Por mucho tiempo había soñado con encontrar a su señor, sin exigencias él le entregaría todo su ser, mientras él a cambio le diría que lo amaba, que lo había esperado por siempre. Lo que encontró fue otra historia muy diferente.

—Pregunte usted— respondió el gatito sin dejarse amilanar— yo veré si estoy preparado para responder— Y allí estaba, el maldito mal genio había salido a jugar.

La carcajada del rey tomo por sorpresa a Matthew— No juegues conmigo, mocoso— se puso serio el rey— porque te sentaré sobre mi regazo y te daré una buena zurra.

El chico abrió la boca para hablar, una suerte que en toda la historia no hubiera un solo gato estúpido como para meterse en la boca del lobo por su gusto, así que guardo silencio, aunque se muriera por decirle al soberano por donde podía meterse toda su necedad. Una suerte para el burro que fuera casi treinta centímetros más alto que él.

—Veo que sabes cuál es tu lugar— sentencio el rey soltando al gatito— por ahora te doy permiso que juegues por allí, pero no tienes permiso de salir de estas dependencias.

Una sonrisa diabólica se formó en la linda carita de Matthew, si el rey quería su respeto, tendría que ganárselo, por que por ahora, lo

estaba perdiendo a pasos agigantados—. Seré bueno, señor— aunque en ningún momento le dijo en qué sería bueno. Si Taeyeon hubiera estado allí, de seguro sabría cual eran las no muy buenas intenciones del gatito, pero el rey era un pollito.

Matthew fingió recoger el libro que había dejado tirado sobre la alfombra, según Jimin, lo mejor de una travesura era que lo creyeran a uno inocente. Así que levantando el culo un poco más de lo decente, dejo que el rey observara la curva que se formaba bajo la tela que tenía atada en la cintura mientras él recogía el material de lectura, luego se puso de pie y se dirigió a uno de los cómodos sillones, sentándose, recogió las piernas sobre los suaves cojines y siguió leyendo su entretenido libro como si nada.

En la frente de Jiwoong una pequeña vena saltó, tenía el extraño presentimiento de que ese mocoso lo había hecho a propósito— ¿Has conocido al hombre? — preguntó el rey, más que molesto.

Matthew levanto la vista, dejando las páginas del libro y concentrando toda su atención en su señor— He hablado con muchos, se necesitó de muchos hombres y mujeres para enseñarme lo necesario en tan solo dos años, si es a eso a lo que usted se refiere— El gatito estaba comenzando a enfadarse realmente, su rey no era precisamente como la había imaginado, ¡era un idiota!

—Entonces te lo preguntaré más claramente— hablo en un tono helado— ¿alguien se ha follado ese culo terco tuyo?

La piel pálida del gatito se tornó de rojo purpura, se quedó sin aire unos minutos— Nadie me ha tocado como usted dice—, se tragó las lágrimas que amenazaban con escapársele— el señor

Minho le dijo a mi señora Taeyeon que usted gusta de entrenar a sus potros personalmente, así que su majestad me enseñaría lo que yo tendría que saber— Tirando el libro al piso tomo su forma animal y corrió hasta esconderse bajo uno de los pesados libreros.

El rey se quedó de una pieza al ver el berrinche del mocoso, se juró que cuando lo atrapara le iba a dar tantas nalgadas que su mano le dolería por días— ¡Ven ahora mismo! — exigió Jiwoong

Un chillido felino salió de debajo del mueble como única respuesta. Matthew no le atacaría con uñas y dientes, pero si intentaba sacarlo de allí por la fuerza no respondía de las consecuencias.

¡Quédate allí bola de pelos! — Gruñó el rey— pero a la hora de la cena tendrás que salir de allí si quieres ver algo de comida— Poco después Matthew escucho como la puerta era cerrada de golpe. De nuevo estaba solo. Por primera vez, desde vez desde que se había enfermado por comer muchas nueces cuando tenía seis meses, lloro a lágrima tendida. Él rey era un hombre cruel.

El destino que tenía la luna | MattwoongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora