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La luna brillaba en lo alto del cielo, los cantos de las hechiceras inundaban la tranquilidad de la noche, el baile de los jóvenes magos hacían brillar sus pieles por la transpiración de la larga hora de baile. El salón estaba repleto de hechiceros cubiertos con capuchas negras, la magia crepitaba en el fuego de las antorchas y la música hipnótica subía hasta el cielo, todo concatenado formando un hechizo junto con las voces de las hechiceras que tentaban a la luna.

El techo del salón circular se abrió por su parte más alta, permitiendo que la siempre curiosa luna se asomara por la entrada redonda. La Matriarca del Clan de los Hechiceros observo como la diosa se miraba a sí misma en el pequeño estanque que se había formado en el centro de piso. Arrojando el mechón de cabello negro al líquido transparente, se comenzó a formar la imagen de una mujer de piel tan blanca como el alabastro y de cabello tan claro como la seda natural. En medio del baile y los cantos, la figura desnuda de curvas delicadas salió del agua, los jóvenes hechiceros no paraban en su danza, ahora le rozaban un hombro, después le tocaban el largo cabello.

La joven que emergió del poco profundo lago, se dejó llevar y comenzó a danzar junto con los jóvenes magos.

"Él le canto a la luna,
Ella le respondió con ternuras.
El pago,
Un niño de piel de armiño, De ojos de cielo
Y labios de miel"

Una bruma espesa, magia en su estado más puro inundo el salón. Los hechiceros más poderosos estaban presentes, así que estaban listos para lo que vendría. La Matriarca tomo el frasco con la sangre y en el último momento lo arrojo al lugar donde suponía estaba el agua cristalina, ya que ahora nada era lo que parecía.

—Poderosa diosa luna, concédenos un don— hablo la hechicera con voz suplicante— danos una pareja para el rey Jiwoong Kim... Toma su sangre y átalo a él, toma la esencia de la primera amada y hazle un compañero digno de tan noble guerrero.

Las siete brujas insistieron en sus cantos, la neblina se concentró en el centro del salón. Los magos que antes bailaban ahora estaban sobre el frio piso en un profundo estado de inconsciencia. La bruma comenzó a concentrarse sobre el pequeño lago, el agua fue absorbida por la nube que flotaba apenas evitando tocar el piso. Los cantos se detuvieron, el silencio era absoluto. Era el momento de saber si todo el esfuerzo daría los resultados esperados.

La nube se contrajo tanto que tomo la forma de un balón de fútbol que descanso sobre el piso. Lentamente comenzó a tomar la forma de una pequeña criatura de cuatro patitas. Sobre las losas del piso había un pequeño gatito tan blanco como el algodón que yacía dormido en medio de los trece magos que habían bailado para la luna.

Con el mayor cuidado posible tomo a la pequeña criaturita peluda entre sus brazos, el cachorro abrió los ojos dejando ver el color del cielo en un día despejado.

—Bienvenido a casa, pequeño bebé— arrullo al gatito que trataba de despegarse de los calientes brazos para ver el mundo que le rodeaba—.Por lo que veo tu pareja se va a entretener contigo, no eres precisamente una cosita sumisa— se quejó la bruja al ver como el chico intentaba levantar su pesada cabeza peluda para ver lo que hacían los hombres encapuchados que les rodeaban.

El destino que tenía la luna | MattwoongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora