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Jiwoong se había levantado muy de mañana con su hermoso amante acurrucado contra su pecho, la piel en su espalda aún escocía por los arañazos recibidos durante los momentos de pasión. Agradable sorpresa fue descubrir que el gatito, después de quedar inconsciente al perder la virginidad, no tardo en exigir la revancha... y valla que él se la dio gustoso.

Con cuidado de no despertar al mimoso chico, salió de la cama utilizando todas las habilidades que le habían ganado el nombre del Lobo de Kim, acomodando la manta sobre el cuerpo desnudo, salió de la habitación para vestirse en otro lado.

Matthew lanzo un suspiro digno de un minino satisfecho, abrazándose a la almohada que Jiwoong había dejado para ese propósito, se hundió en sus dulces sueños que ya no eran tan inocentes.

El rey le dio una última revisión a su amante y salió de allí para ocuparse de las cuestiones inherentes a su título de soberano. Al llegar al salón del trono, sus consejeros estaban allí en pleno, todos parecían traer noticias poco halagüeñas acerca de las hostilidades en la frontera. Al parecer Sungchan no había entendido la indirecta de que no era bien recibido en sus tierras, estaba pensando seriamente en adornar una pica con la cabeza de ese necio ensartado en ella.

—Por lo menos en lo interno estamos bien— hablo uno de los ancianos— la gente a interpretado como un buen augurio de parte de los mismos dioses el hecho de que la Diosa Luna le haya entregado una pareja.

Jiwoong lucho con todas sus fuerzas para que no se dibujara una sonrisa tonta en su cara, pero supo que había fracasado miserablemente al ver el rostro de espanto que puso Gunwook.

—Al parecer no es el pueblo el único contento con el obsequio enviado al rey— comento Minho entrando al salón donde estaban reunidos los otros miembros el Consejo de Ancianos.

Los demás consejeros sonrieron con malicia mal disimulada— Lo único que sabemos de él, es que casi devora a los guardias— hablo otro de los ancianos— Creo que van a desarrollar fobia a los pequeños gatitos blancos— Ahora sí que las carcajadas fueron públicas, para la total consternación de Gunwook que estaba de pie al lado del trono.

— ¡Señor! — Las pesadas puertas se abrieron tan fuerte que estas rebotaron contra las paredes— Una bestia amenaza con devorar a los guardias que protegen la entrada de sus habitaciones privadas.

Antes de que alguien hiciera algún movimiento, Minho pregunto— ¿Trata de entrar o de salir?

Los cinco soldados se miraron extrañados ante la pregunta— Trata de salir— se explicó el más bajito de los hombres— Eso es lo más extraño.

—Además de ser algo así como un gato súper alimentado— recalco el último en entrar— ¡Jamás había visto algo como eso en estas tierras!

—No sabemos si matarlo o qué hacer con él— se quejó otro de los soldados que presentaba una palidez casi de muerto.

Otro de los hombres dio un paso al frente llamando la atención de los presentes— mientras hablamos puede haberse devorado a alguien.

Ante los comentarios todos salieron del salón, Jiwoong desenfundo la espada, la sola idea de que algo hubiera devorado a su pequeño e indefenso minino lo tenía más preocupado de lo que considero sano.

Al subir hasta el piso donde estaba las dependencias privadas del rey, se escuchó un rugido que helo la sangre de todos aquellos que le escucharon, todos menos Jiwoong. Extrañamente su espíritu guardián se sintió orgulloso al oler el temor en quienes le rodeaban, enfundando la espada corrió adelantándose a los guardias que hacían círculo alrededor de la bestia. Para ese momento tenía una idea de quién podía ser el causante de tanto desorden.

—¡¡¡Matthew!!! — Grito Jiwoong exigiendo obediencia— Suelta a ese hombre ahora mismo o te azotaré el culo tan fuerte que no te podrás sentar derecho en días.

El enorme tigre blanco tenía sostenido por el cinturón a uno de los guardias que valientemente se había adelantado en la lucha contra el furioso felino.

—No voy a repetirlo— el tono bajo del rey hizo tragar en seco a más de uno, y eso que no estaba dirigido a ellos, pero por experiencia sabían que no auguraba nada bueno.

El tigre con un ágil movimiento de cabeza tiro a un lado el cuerpo del soldado, moviendo perezosamente la cola troto acercándose al soberano. Los guardias se interpusieron evitando un daño a su señor, pero este les ordeno que se apartaran. Para total sorpresa de todos, Jiwoong se agacho, poniendo una rodilla sobre las frías losas del piso llamo al tigre por el nombre de su pareja.

El enorme animal comenzó a restregar su peluda cabeza sobre el dorso del rey, exigiendo sus caricias. Las manos grandes del Lobo de Kim, callosas por la constante lucha con la espada, ahora se ocupaban de acariciar la parte de atrás de las orejas esponjosas del fiero tigre.

—Ahora ya es todo un hombre— se escuchó la voz de Minho que se hizo espacio entre los soldados y los otros miembros del consejo— Su pareja, mi señor— se dirigió al rey—, ha alcanzado su madurez... Recuerde que es una criatura mágica, creado con magia de luna, debe tener cuidado de mantener siempre control sobre él, de lo contrario puede acabar lastimando a alguien...— con una sonrisa, la vieja serpiente comento— Es mucho poder dentro de una criatura que apenas si llegó a los dos años de vida.

— ¿Ese es el pequeño gatito? — No pudo evitar preguntar Gunwook, recordando lo fiero que era cuando apenas si era una motita de pelos.

—Según todas las pistas— sonrió Jiwoong sin poder disimular lo orgulloso que estaba al contemplar el hermoso ejemplar que era su amante— Este es Matthew— hablo mientras se ponía de pie— la pareja de su rey.

De todos los consejeros, solo uno no sonrió, con una mirada escrutadora observo al tigre blanco que sentado junto a las piernas del soberano, dejaba claro cuál era su lugar ante todos. Nadie que preciara su vida podría acercarse con mala intensión al Lobo de Kim sin tener que pasar por el escrutinio del tigre. El felino desvió la vista para posarla sobre el silencioso hombre que observaba desde atrás del grupo de consejeros, mostrando los dientes el tigre le dio un aviso. Era cosa del anciano interpretar de qué iba la advertencia.

El destino que tenía la luna | MattwoongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora