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POV LISA.

Jennie Kim era demasiado.

No podía creer que esa mujer acabara de lamerme. Sin más. En un lugar lleno de gente. Y aunque no estuviera preparada para admitirlo, me había gustado. Sentir esa mano suave en la cara. Su lengua, caliente y firme. Solo de pensarlo se me aceleraba la respiración, como si estuviera en la adaptación de Jane Austen en la que me había acusado de vivir.

No estaba acostumbrada a que las personas fueran tan…atrevidas.

Tan intensas.

Que se concentraran tanto en mí.

Me resultaba desconcertante.

Cuando empezaron los discursos, Jennie movió su silla para que nuestras piernas se tocaran.

La miré justo cuando se echaba hacia delante y, antes de darme cuenta de lo que hacía, mi silla se acercó a ella.

—Ya está.—susurró—. Así está mejor.

Aún estábamos a un par de centímetros de distancia, pero su proximidad encendió algo en mí.

En un momento dado, su pierna rozó la mía y, aunque apenas me tocó, fue como si me hubiera desnudado, me hubiera tumbado sobre la mesa y me estuviera lamiendo de pies a cabeza.

Me hormigueó la piel y suspiré, intentando contener la opresión en el pecho y el remolino vertiginoso que notaba en el estómago.

Era la misma sensación que había tenido cuando había salido a navegar un verano en Escocia: la emoción del aire que me revolvía el cabello, el rugido del viento y el agua que se precipitaban sobre el barco y tapaban cualquier otro sonido.

Lo había encontrado estimulante, pero también me había dado un poco de miedo, y quizá esa combinación era lo que lo había hecho tan atractivo.

Aquel recuerdo nunca me había abandonado, y  tenía la sensación de que ese momento tampoco iba a desvanecerse de mi memoria en mucho tiempo.

Sabía a lo que me enfrentaba si pasaba una noche con Jennie Kim.

Era fuego, agua. Algo a lo que aferrarme y algo de lo que huir. No iba a ser aburrido, eso lo tenía claro.

Escudriñé a los demás comensales, pero todos estaban pendientes de los discursos.

Nadie nos miraba a Jennie y a mí.

El primer discurso fue como un borrón y cuando Jisoo se levantó para dar el suyo, supe que no iba a poder concentrarme si Jennie seguía tocándome.

Puse la mano sobre la suya.

—Vas a tener que darme un tiempo muerto mientras Jisoo y Rosé dan sus discursos.—le susurré al oído.

Frunció el ceño y entrecerró los ojos.

—No estoy segura de entender la correlación entre esto… — miró nuestras manos unidas— y los discursos.

—Porque no puedo concentrarme en nada más que en ti cuando me tocas.

Me sostuvo la mirada demasiado tiempo.

—No quiero concentrarme en otra cosa cuando te estoy tocando.—reconoció también con un áspero susurro.

Retiró la mano y aplaudió cuando presentaron a Jisoo, mientras que yo me moría por un abanico, una bebida fría y algo de aire. Se suponía que esa mujer era alguien con quien pasar el rato en la boda, no alguien que me robaba el aliento y me hacía preguntarme si había dejado la habitación desordenada.

Ceo KimDonde viven las historias. Descúbrelo ahora