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POV LISA.

Parálisis sexual.

¿Eso existía?

Tomé una nota mental para buscarlo en Google si alguna vez recuperaba la capacidad de coger el teléfono.

-¿Estás bien?.-preguntó Jennie a mi lado.

Si parpadeaba dos veces, ¿iba a saber que significaba que sí? Estaba casi segura de que era incapaz de formar palabras. Y pensar que casi no me había acostado con ella... En ese universo paralelo habría sido capaz de moverme, sí, pero habría pasado toda mi vida sin saber lo que era esa clase de sexo. Un sexo del que solo había oído hablar, sobre el que había leído, pero que nunca había experimentado.

-¿Lisa?.-preguntó, y se apoyó en un codo.

Seguro que tenía el rímel corrido y el pelo encrespado. Jennie, en cambio, parecía relajada y sexy. Sin embargo, ese parecía ser su aspecto en todas las ocasiones. Sin duda, ella no sufría de parálisis sexual. El sexo la hacía resultar aún más sexy, si eso era posible.

Asentí, y ella soltó una risita.

-¿Llamo a una ambulancia?.-preguntó, dejándose caer en la cama-. Para las dos, creo.

-Tienes que salir de aquí antes de que acabes conmigo.- logré decir con un gemido.

Tenía que irse para poder arrastrarme fuera de la cama y meterme en la bañera. Solo Dios sabía qué hora era, pero necesitaba sumergir todo el cuerpo en agua caliente si quería disfrutar de alguna posibilidad de volver a llevar una vida normal. Y lo último que deseaba era dormirme en sus brazos y despertarme sin ella. No quería que la noche terminara con una decepción. Y menos cuando hasta ese momento había sido todo menos eso.

-Conocernos ha hecho que esta sea, sin duda, la mejor boda en la que he estado. Y punto. -Se incorporó y bajó las piernas por el borde de la cama.

Se le tensaron los músculos de la espalda, y recordé cómo era sentirla bajo mis manos.

Me estremecí y maldije mi cuerpo en silencio. ¿Cómo podía seguir reaccionando así cuando estaba agotada?

-En serio, vete ya. -Era peligrosa y tenía que irse antes de que deseara algo que ella no podía darme.

El lánguido revoltijo que sentía en el estómago y mis enhiestos pezones eran la prueba palpable de que, si se quedaba otros diez minutos, iba a volver a ponerme a horcajadas sobre ella.

Y aunque a mi cuerpo le gustaba la idea, no era buena.

Me miró por encima del hombro con esa sonrisa relajada y sexy que me decía que no podía imaginar que una mujer quisiera que ella la dejara sola y desnuda.

Y tenía razón.

Tal vez solo un último beso...

Al pensarlo, una intensa energía me recorrió las extremidades y me suministró una nueva oleada de poder. Me incorporé, le rodeé el cuello con las manos y la atraje hacia mí. Me amoldé instantáneamente a ella, a sentir su peso sobre mí, como si lleváramos años así y nuestros cuerpos se conocieran, supieran cómo encajar, cómo funcionaban y qué necesitaban.

Le pasé los dedos por las mejillas, tratando de memorizar sus formas y aquellas hermosas pestañas, tratando de congelar aquel momento en el tiempo. Recorrí sus labios con el pulgar y le acerqué la cara, disfrutando de la sensación del encuentro de su boca con la mía. Nuestras lenguas se buscaron, casi como si ambas supiéramos que se nos acababa el tiempo y tuviéramos que aprovechar al máximo cada segundo.

Sabía que era solo algo físico, solo sexo. Pero los besos parecían más que eso. Esa noche había sido una especie de paréntesis; cuando saliera de esa habitación después de estar con ella, el mundo iba a ser un lugar un poco diferente a lo que había sido al entrar en el hotel.

Deslicé las manos por su espalda, saboreando el contacto de su piel, y Jennie gimió contra mí.

Tenía que poner fin a eso o iba a querer que se quedara para siempre.

-Jennie.-suspiré, alejándome-. En serio, tienes que irte.

Se incorporó, aprisionándome entre sus brazos.

-¿Era un beso de despedida?.-No supe si era confusión o decepción lo que veía en su cara.

Le sonreí.

-Sí. Ha sido un beso de agradecimiento por hacer de esta la mejor boda en la que he estado.

-Ese no era el tipo de beso que esperaba.-respondió; se apartó y salió de la cama-. Pero me parece justo, eres una mujer de palabra. Y si me quedo... -No terminó su reflexión. Una parte de mí quería que lo hiciera y la otra necesitaba que no dijera nada que me hiciera desear que se quedara-. Besas muy bien.-dijo-, eres una gran compañía.

-Lo mismo digo.-repuse, y me levanté para ir al baño.

No me gustaban las despedidas.

Empecé a llenar la bañera y pegué la oreja a la puerta, preguntándome si ya se habría ido. El chasquido de la puerta al cerrarse me dijo que sí.

Suspiré y retrocedí a trompicones para tomar asiento en el borde de la bañera.

Jennie Kim había sido la distracción perfecta, pero tenía que concentrarme en mi futuro.

Ceo KimDonde viven las historias. Descúbrelo ahora