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POV JENNIE.

Yuna me había enviado un mensaje esa mañana para recordarme que ella y Jackson iban a pasar por casa de mis padres. Pero había estado tan concentrada en Lisa—tan intrigada por lo que podía pensar de Norfolk y de mis cuatro hermanos—, que no lo había visto.

Lisa era demasiado lista para no haberse dado cuenta de lo incómoda que me sentía con Jackson, pero esperaba que el clan Kim la distrajera lo suficiente.

Mi deseo era que se olvidara de aquel encuentro.

—Me estáis volviendo loca.—dijo mi madre—. Sacad las cajas de aquí.—Señaló los paquetes que Yuna y Jackson habían traído.

—¿Dónde quieres que los pongamos? .—preguntó Taehyung.

—En el estudio. Y mientras estáis allí, si queréis algo, cogedlo. Lo he empaquetado todo y lo voy a enviar a Oxfam.

—No lo dices en serio.—soltó Jeno—. Son todas las cosas de cuando éramos niños.

—La última vez que os miré, ya erais adultos y nosotros no somos un trastero.—dijo Haerin—. Coged lo que queráis o no volveréis a verlo. Voy a convertir el estudio en una sala de costura. Así que quiero dejarlo vacío.

Miré a Lisa, que no dejaba de sonreír.

Me había preocupado que se sintiera horrorizada por el gruñón de mi padre y por mis hermanos, que parecían retroceder en edad en cuanto cruzaban la frontera del condado de Norfolk.

A pesar de no haber crecido allí, me parecía un hogar familiar, un refugio donde podíamos liberarnos de nuestras exigentes vidas cotidianas.

En lugar de directores ejecutivos o médicos, solo éramos los hijos de unos padres cariñosos. Allí todo el mundo era diferente, pero no me había dado cuenta hasta que nos había visto a través de los ojos de Lisa.

—Puedo ayudar.—se ofreció Lisa, cogiendo uno de los jarrones.

—No hace falta.—dijo Jeno.

Se acercó a Lisa como si fuera a cogerle la caja.

Antes de que pudiera alcanzarla, me abalancé y se la quité de las manos.

—Vamos. Te enseñaré el estudio.—sugerí.

—¡Y llevaos a tus hermanos! .—nos gritó mi madre.

Jeno y Taehyung nos siguieron, con las otras cajas, mientras Seungmin y Woozi cerraban la marcha.

Nos dirigimos al estudio, que era una edificación pequeña al fondo del jardín.

—Estoy seguro de que tengo una espada láser en alguna parte.—dijo Taehyung, abriendo la puerta—. Será mejor que no se le ocurra enviarlo a Oxfam.

—Taehyung siempre ha sido un friki de Star Wars.—le susurré a Lisa, para que no pensara que «espada láser» era un eufemismo.

—¿Voy a ver tus pósteres de Heidi Klum? .—preguntó Lisa. Quise decirle que nunca me habían gustado las rubias, pero sabía que no debía coquetear.

—Dios sabe lo que encontrarás. Este lugar empezó siendo un estudio para mi madre antes de que se jubilara unos doce meses después que mi padre, y desde entonces se ha quedado sin utilidad. Es un verdadero trastero.

—¿De quién es esta bolsa? .—preguntó Seungmin, levantando del sofá cama una maleta mía de fin de semana.

—Mía. Déjala y céntrate en tus cosas.—advertí, y dejé el jarrón en un rincón, lejos del resto de las cajas—. Parece que mi madre ha recogido la mayoría de las cosas.

Me giré y vi la pared llena de títulos.

No los había olvidado, pero verlos todos allí, colgados uno al lado del otro, seguía provocándome un golpe sordo en las tripas.

Lisa siguió mi mirada y se acercó.

Agradecí que decidiera no decir nada.

No quería tener que esquivar, defenderme o explicar.

—¿Te acuerdas de esto? .—preguntó Jeno; rebuscó en una caja y me enseñó una foto de los dos después de un partido de fútbol, cuando yo tenía unos siete años.

Había sido la única vez que los dos habíamos estado en el mismo equipo, y habíamos formado nuestra propia alianza dentro de él. Había sido una sensación inolvidable, luchar codo con codo con mi hermano mayor, que me pasara el balón y que luego se lo devolviera para que él marcara.

Fue como si todos los demás jugadores del equipo hubieran sido invisibles.

—Qué monos estáis los dos.—se burló Lisa mirando la foto. Luego se aclaró la garganta—. Quiero decir, que parecéis muy atléticos. —Y luego se rio de sí misma tratando de no herir nuestros sentimientos, y no pude evitar sonreír por la forma en que no solo era divertida, sino que sintonizaba con el tira y afloja que había entre todos nosotros.

—Yo sigo haciendo mucho deporte.—aseguró Jeno—. Juego al fútbol todos los martes por la noche. ¿Cuándo fue la última vez que jugaste, Jennie?

—Estoy demasiado ocupada para jugar al fútbol.—Me defendí, descartándolo.

Lisa no iba a dejarse impresionar por un entrenamiento semanal. Y entonces me di cuenta: ¿Jeno estaba intentando impresionar a Lisa? Se me erizaron los pelos de la nuca.

—¿De verdad mamá va a deshacerse de todo esto? .—dijo Jeno, sacando una vieja lámpara de lava que no recordaba haber visto antes.

—Supongo.—respondió seungmin desde la puerta—. Sabes que ha dicho que está sufriendo todas las desventajas de que estemos en casa, el desorden y el caos, sin ninguna de las ventajas de nuestras chispeantes personalidades.

—No tienes una personalidad chispeante.—replicó Jen—. Solo hablas del hospital. Hay más cosas en la vida.

—Lo único que hago es trabajar.—respondió seungmin—. Puede que esté bien para ti, que te pavoneas trabajando en una consulta mientras los demás nos esforzamos hasta caer rendidos.

Di un paso atrás.

Les encantaba pelearse por quién era el más listo, quién tenía mejor posición, quién era el más perjudicado.

Los cuatro vivían compitiendo entre sí, su propio equipo dentro de los Kim.

A pesar de tener más dinero que ellos, de que trabajara más gente para mí y probablemente de esforzarme más horas, yo era la marginada.

Mi labor no justificaba la competencia.

—¿Estás bien? .—preguntó Lisa, bajando la voz para que los demás no nos oyeran por encima de las discusiones.

—Por supuesto.—dije. Me di la vuelta y abrí una de las cajas que tenía detrás—. Fotos de graduaciones.—anuncié.

—¿Todos tus hermanos fueron a Oxford? .—preguntó mientras rebuscábamos en la caja bajo la ventana. Detrás de nosotras, mis hermanos seguían discutiendo con ganas.

Asentí.

—Fue donde se conocieron mi madre y mi padre.

—Vaya.—fue todo lo que dijo como respuesta.

—Oh, aquí están todos los cachivaches de Star Wars.—dije—. Aunque no veo ninguna espada láser.

Era el momento perfecto para que Lisa preguntara y presionara.

Estábamos todos juntos y tenía claro que al menos uno de mis hermanos intentaba impresionarla.

Habría sido muy fácil para ella sonsacarles información. Pero fue como si supiera que algunas cosas estaban vedadas, que algunas partes de mí debían quedar a buen recaudo.

Mientras trabajábamos juntas en un silencio agradable, sentí como si, por una vez, yo también tuviera a alguien en mi equipo.

Ceo KimDonde viven las historias. Descúbrelo ahora