POV JENNIE.
Nunca me había dado cuenta de que algo tan pequeño como un botón podía convertirse en la mayor tentación de mi vida, al menos hasta que vi a Lisa con esa blusa rosa.
Tenía flojo el tercer botón.
A pesar de que ya no tenía catorce años y sabía muy bien que no debía mirar fijamente los pechos de las mujeres —en especial de aquellas que tenían mi carrera en sus manos—, los de Lisa eran como agua en medio del desierto.
Y yo me moría de sed.
Habíamos acordado dejar atrás la noche del sábado, fingir que no había ocurrido nada. Y si no hubiera sido por ese pequeño botón, quizá habría podido conseguirlo.
—¿Jennie? .—preguntó Lisa.
—¿Qué? .—dije, irritada por mi falta de autodisciplina.
Apagué el ordenador.
Eran más de las ocho y, mientras yo estuviera en la oficina, Lisa iba a quedarse allí conmigo.
Necesitaba espacio.
—Voy a tomarlo como un sí.—respondió ella.
—¿Un sí a qué? .—pregunté.
—Te he dicho que quiero ir a casa contigo.
El corazón me dio vuelco.
Era justo lo que quería oír y lo que necesitaba evitar.
—¿Quieres ir a mi casa? .—pregunté, sin estar segura de haber oído bien.
No iba a resultarle muy difícil convencerme de que la desnudara y me enterrara en ella de nuevo, pero era toda una sorpresa para mí que esa opción volviera a estar sobre la mesa.
Era cierto que habíamos intercambiado algunas miradas coquetas y algunos roces accidentales que habían hecho que Lisa pegara un brinco como si le hubiera prendido fuego, pero estaba convencida que estábamos de acuerdo en que cualquier relación personal iba a quedar en el pasado.
—Sí. Creo que es importante para el artículo que te conozca bien. Ya sabes, tipo «La mujer que se esconde detrás de los titulares».
Vaya.
Querría acompañarme a casa por el artículo, no para desnudarse.
No estaba segura de si me sentía decepcionada o aliviada, pero fuera como fuese, mi excitación bajó un poco.
—¿Quieres venir a casa conmigo… ahora?
—Estabas pensando en marcharte, ¿no? ¿O vas a visitar al dentista? .—Trazó unas comillas en el aire.
—No.—acepté, abriendo el cajón del escritorio para coger las llaves—. Hoy no tengo ninguna cita con el dentista.
—¿Acaso te preocupa no haber puesto toallas limpias en el baño para invitados?
—No me preocupa nada. —Eso no era del todo cierto. Me preocupaba un poco que se le desabrochara algo más que el tercer botón. Allí, en la oficina, en un lugar público, parecía fácil mantener la situación en un plano profesional. Pero ¿en privado? ¿En mi casa? No estaba segura de que las miradas coquetas no pudieran convertirse en algo más. Y había al menos un millón de razones por las que era una mala idea.
—Perfecto. Incluso pediremos la cena por teléfono. Puedo pagarla yo.
—Aún no he dicho que sí.
—Has dicho que no te preocupa nada.—dijo; me siguió fuera del despacho por el pasillo vacío hasta los ascensores.
—No estoy segura de que sea una buena idea, Lalisa. Es tarde y necesito…
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Ceo Kim
FanfictionLo primero que vi de Lalisa Manoban fue su ropa interior cuando ella se tropezó con mi silla en una boda y acabó cayendo encima de mí. Aunque pude ver mucho más de ella a lo largo de esa noche. La segunda vez que coincidimos fue en mis oficinas de L...