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POV JENNIE.

Aún no eran las seis, pero Yuna parecía necesitar un trago.

Se sentaba en el taburete de la barra de la cocina para bajarse al instante, como si tuviera pulgas.

Tenía que calmarse, no estaba pensando con claridad. ¿Por qué si no se había puesto a aporrear la puerta de mi casa durante tanto tiempo que era un milagro que la prensa sensacionalista no se hubiera enterado? La furia de Chaewon al leer otra noticia que me relacionaba con Yuna en los periódicos de la mañana no se había disipado todavía, y sabía que la junta no estaba contenta.

Era consciente de que el hielo sobre el que patinaba se estaba derritiendo.

Malditos tabloides.

Maldita Chitthip Brüschweiler.

Tenía espías por todas partes.

—¿Quieres sentarte en el sofá? .—pregunté, señalándolo.

Negó con la cabeza.

—Siento haberte estropeado el fin de semana.

—No lo has hecho. —Había llegado a casa hacía una hora.

Me había ofrecido a llevar a Lisa, que vivía al otro lado del parque, en Hampstead Heath.

Había sido entonces cuando las cosas habían cambiado.

Tal vez había pensado que llevarla era demasiado personal o algo así, porque insistió en coger un taxi desde mi casa.

Había bloqueado el escozor que me había provocado su despedida; estaba claro que quería volver a la rutina, a nuestro pacto…, pero el tiempo que habíamos pasado juntas en Norfolk me había obligado a darme cuenta de que con Lisa nunca había sido «lo de siempre» para mí.

Ni siquiera la primera noche que pasamos juntas.

—Joder, Jennie. ¿Cómo ha ocurrido esto? ¿Cómo es que estoy casada con un delincuente?

—¿Llevas el acuerdo encima?

Yuna sacó un papel del bolso.

—Mi abogado dice que es bueno y que debería firmarlo.

Era una excelente noticia, pero la cara de Yuna no lo demostraba.

Cogí los documentos y los leí.

—Entonces, ¿cuándo vas a firmarlo? .—inquirí, preguntándome por qué no lo había hecho ya.

—¿Lo has leído? .—preguntó—. Ahí pone que tendré que testificar contra Jackson como parte del trato.

Eso no debía sorprenderla.

—No vas a tener que decir nada que no sea la verdad.

—Pero es mi marido. Él esperará que sea leal. Y no estoy obligada por ley a testificar. Tal vez no debería firmarlo. Tal vez debería arriesgarme.

No era solo yo la que había caído en la tentación de conceder a Jackson el beneficio de la duda durante todos esos años. ¿Cómo lo había conseguido?

—En serio, tienes que empezar a pensar en ti misma. ¿Jackson estaba siendo leal contigo cuando estaba robando el dinero de la gente?

—Soy su esposa, no su cliente.

—Él era consciente de que te estaba arrastrando a esto sin que tú lo supieras. No pensaba en nadie más que en sí mismo.

Suspiró y hundió la cabeza en las manos.

—Has sido su amiga durante años. Si pensabas que era tan mal tipo, ¿por qué has seguido manteniendo el contacto tanto tiempo?

Llevaba un rato haciéndome la misma pregunta.

Ceo KimDonde viven las historias. Descúbrelo ahora