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POV JENNIE.

Yo estaba entre Yuna y Lisa, las tres tomadas de la mano mientras el coche de policía se alejaba llevándose a Jackson.

Eran más de las cuatro de la madrugada y no había más que silencio en Lancaster Gate.

—Al menos ya no tengo que acostarme a su lado.—dijo Yuna—. La noche pasada no pegué ojo. Me quedé tumbada hasta que se durmió y luego me levanté y me fui a mi despacho. Eso me recuerda… —Sacó un pendrive del bolsillo de los vaqueros—. He encontrado esto. El estrés me llevó a ponerme a limpiar a las dos y media, y cuando estaba quitando el polvo de los zócalos y moví las cortinas, cayó esto al suelo. Alguien, imagino que Jackson, hizo un agujero en la costura del dobladillo de las cortinas y escondió esto allí.

—Vaya.—dijo Lisa.

—Podría ser la prueba que la policía necesita.—dije—. Es obvio que no quería que lo encontraran.

—¿Sabes lo que más me molesta? Que lo haya escondido en mi despacho. Él tiene el suyo. ¿Por qué no esconderlo allí o en el salón o en algún otro sitio en vez de en un lugar que es completamente mío? Es casi como si me estuviera usando como tapadera.

Yuna iba a necesitar tiempo para recuperarse de la traición de Jackson.

No iba a ocurrir de la noche a la mañana, y yo no pensaba comentárselo, pero quizá fuera a peor antes de mejorar.

Lo siguiente era la prensa.

—Creo que vas a tener que prepararte para las próximas semanas.—dijo Lisa, compartiendo mis pensamientos como de costumbre—. Parece una obviedad decirlo, pero no es el hombre que creías que era, lo que significa que van a salir muchas cosas que no esperabas.

Lisa tenía razón.

Solo Dios sabía lo que iba a revelarse las semanas siguientes.

Y si había un juicio, iba a ser aún peor.

—No me gusta decirlo.—añadí—, pero tal como ha ido, no creo que vaya a declararse culpable. —Jackson había salido de casa tranquilo y sonriente.

Solo cuando nos había visto a las tres alineadas en la acera había perdido el control. Pero no había gritado su inocencia ni había pedido ayuda.

Había sido venenoso e insultante.

Como si lo que estuviera pasando fuera culpa nuestra; de Yuna y mía.

Como si fuéramos responsables de su detención.

Eso resumía su carácter más que cualquier discurso.

Nunca se hacía responsable de nada.

—Tal vez no deberíamos haber venido.—comentó Lisa—. Está claro que no le ha gustado nada que estuviéramos aquí.

—Pues yo he disfrutado especialmente de la parte en la que me ha dicho que soy una puta desagradecida.—intervino Yuna.

—Bueno, lo mío es mejor. Me han llamado envidiosa y Idiota, además de añadir que tengo la polla pequeña.—dije, bastante divertida.

—Como si pudieras sentir envidia de él. —Me defendió Lisa.

—Eres  más hombre que él.—concluyó Yuna—. Espero que no le concedan la libertad bajo fianza.

—No creo.—dije—. Hay demasiado riesgo de fuga. Sé que han congelado todas sus cuentas, pero la policía no las conoce todas.

—Venga, deberíais iros. —Nos animó Yuna—. Es medianoche.

Ceo KimDonde viven las historias. Descúbrelo ahora