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POV JENNIE.

Me sentaba a la mesa de la cocina de mis padres cuando necesitaba escapar dela presión, o cuando tenía pecados que confesar. Cuando me encontré ese día ante ellos, ya no necesitaba nada de eso y eran los pecados de otra persona los que iba a confesar.

—Me alegro de verte, querida.—dijo mi madre—. Y tener a Jeno aquí al mismo tiempo es maravilloso, aunque sea un poco inesperado.—Mi madre me lanzó una mirada que decía que sabía que se trataba de algo más que una visita improvisada—. ¿Me ayudas con estas fresas? Creo que serán las últimas de la temporada.—Me dio un escurridor lleno de fresas mojadas, que golpeé contra el fregadero para quitarle el exceso de agua; cogí un paño de cocina y un cuchillo, y me puse manos a la obra.

—Jeno.—llamó al oírlo en el pasillo—. Necesito queso rallado.—Sin preguntar ni quejarse, Jeno entró en la cocina y se lavó las manos—. Oh, me encanta teneros de vuelta. A veces pienso que deberíamos volver a Londres. Quizá lo hagamos si empezáis a tener bebés.

—Mamá.—gimió Jeno—, no empieces con eso otra vez.

Bebés.

Una familia propia.

Siempre había estado segura de que esas cosas no formaban parte de mi futuro.

¿Seguía pensando lo mismo? No iba a poner la mano en el fuego por nada de lo que hubiera creído hasta ese momento.

Estaba a punto de renunciar a Astro y mi futuro era una hoja en blanco.

—Tengo que contaros algo.—dije.

¿Estaba preparada para decirlo en voz alta?

—¿Sí, querida? .—dijo, con la cabeza dentro
de la nevera.

—Voy a dimitir como CEO de Astro.—dije.

—¿Qué quieres decir con «dimitir»? .— preguntó; cerró la puerta de la nevera y se giró para mirarme-. Creía que esa empresa era tuya.

—Ya no.—respondí. Ese era el problema. Cuando era mía, no tenía que rendir cuentas a nadie más que a mí misma—. Desde que salió a bolsa, los dueños son los accionistas. El consejo tiene el control.

—Bueno, ¿cuándo lo has decidido? .—preguntó.

—Jeno acaba de convencerme de que no estoy a la altura del puesto.—repliqué, tratando de ocultar mi sonrisa—. Aún no se ha anunciado, así que no podéis decírselo a nadie.

—Demasiado tarde.—bromeó Jeno—. Acabo de llamar a mi bróker y le he dicho que venda todas las acciones de Astro.

Mi hermano era idiota.

—Ni siquiera sabes lo que significa.—Malditos médicos.

—La verdad es que no. Pero suena bien.

Mi madre me quitó la fresa de la mano y luego el cuchillo, y me agarró de los hombros para que la mirara.

—Cuéntame lo que ha pasado. Creía que te encantaba trabajar allí. Jeno, ¿qué le has dicho?

—¿Qué pasa aquí? .—preguntó mi padre, que entró en la cocina y fue directo al cuenco de fresas que acababa de limpiar.

—Jennie se va de Astro.—explicó Jeno.

Levantó la cabeza y se metió una fresa en la boca.

—Qué buena...

—¿Te refieres a la fresa? .—pregunté.

—Todavía más dulce. La fruta tardía es siempre mejor, creo yo.

Ceo KimDonde viven las historias. Descúbrelo ahora