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POV JENNIE.

Lisa observó cómo mi hermano desaparecía dentro de la casa.

—Espero no haberte estropeado el plan.—dije, ocupando el asiento que Jeno acababa de dejar libre.

Frunció un poco el ceño, pero no dijo nada.

—Bueno, ¿has reunido el material que necesitabas? .—pregunté.

—No estábamos hablando de ti.—dijo, dándole un golpecito al reloj—. Estoy fuera de horario de trabajo, así que puedo hablar de otra cosa para variar. Siento herir tu ego.

Me llevé las manos al pecho y me desplomé contra el respaldo de la silla.

—Estoy destrozada. ¿De qué estabais hablando?

Dio un sorbo a su vino.

—De nada en particular. De su trabajo. ¿Por qué te interesa tanto?

Por supuesto que estaban hablando del trabajo de Jeno. A la gente que venía del mundo de la medicina le encantaba hablar de ese tema, y a las mujeres que no tenían formación médica les encantaba hablar con médicos.

—¿Qué tienen de especial los médicos? ¿La bata blanca? ¿O es el estetoscopio? ¿O es la idea de alguien cubierto de sangre y mierda…?

La risa de Lisa interrumpió el comienzo de una perorata.

—Necesitas tomar un poco más de vino y relajarte. ¿Qué te pasa? Pareces… celosa.

Tomé un sorbo de vino.

Ser la única no médica en una familia de médicos siempre había creado una brecha entre mi familia y yo, pero nunca había sentido celos de sus carreras.

No era el trabajo lo que me daba envidia.

Se trataba de que no me gustaba que Lisa lo encontrara atractivo.

Nunca iba a poder competir contra él.

—Tal vez lo esté.—respondí.

—¿De tu hermano? .—preguntó—. ¿De su trabajo?

—De que tenía tu atención.

Le sostuve la mirada, preparada para su reacción. Estábamos en la encrucijada de algo. Ya habíamos estado así antes y ella había huido. ¿Qué iba a hacer entonces, cuando ya nos conocíamos mejor?

No dijo nada.

—¿Puedo hacerte una pregunta? .—dejó caer finalmente.

—¿Haces algo más que preguntas? .—me burlé de ella.

—No es de la periodista, es de Lisa.

Me intrigaba esa diferencia.

—Adelante.

—¿Por qué te fuiste de Oxford? No lo entiendo.

Había visto los títulos por la tarde, todos colgados uno detrás de otro.

Claro que se había dado cuenta; y no había podido dejar el tema tranquilo.

Habría tenido que estar más preparada, pero su pregunta fue como un puñetazo.

—Me expulsaron.—dije.

Era una frase ridícula.

Típica de Oxford.

—¿Que te qué?

—Que me expulsaron.

—¿A ti? .—insistió, cogiéndome la mano—. No es posible. ¿Por qué?

Ceo KimDonde viven las historias. Descúbrelo ahora