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POV LISA.

Ni siquiera me había molestado en quitarme la bata antes de sentarme ante el escritorio. Cuando volví de casa de Jennie, con la cara manchada de lágrimas y llena de barro por la carrera a través del Heath, me permití cinco minutos más de llanto antes de recomponerme.

Había perdido a Jennie, eso estaba claro, pero no iba a perder también mi trabajo.

Había muchas posibilidades de que Jennie intentara que me sustituyera otro periodista para hacer su perfil cuando las oficinas del Post abrieran por la mañana, así que tenía que actuar rápido.

El artículo iba tomando forma.

Tenía muchas notas y muchas ideas.

Con una estructura en mente, las palabras fluían sin parar. Menos mal, porque tenía que terminarlo antes de que Craig hablara con Bernie. Debía demostrarle que podía escribir bien. Había sido meticulosa en la investigación —incluso podría decirse que me había superado en ese aspecto— y había cumplido los plazos. Y, además de todo eso, iba a escribir un perfil que nadie esperaba. Resultaba fácil decir que Jennie era una víctima de la clase dirigente, pero yo no iba a seguir ese camino. Dado lo que Craig sabía, tampoco podía ser aduladora. Solo me quedaba una opción: dar mi sincera opinión sobre Jennie Kim: que debía abandonar Astro y dejar que otra persona se hiciera cargo de la dirección.

Y eso no iba a gustarle.

Si era posible, iba a odiarme aún más, pero ya no tenía nada que perder en lo que a Jennie se refería. Me debía a mí misma no menoscabar mi integridad y escribir algo que fuera verdad.

Dios, ojalá le hubiera dicho antes quién era mi madre. Incluso me había dado la oportunidad cuando me había preguntado por qué estaba por su zona, pero no había querido empeorar la situación.

Como resultado, las diferencias eran insalvables.

La única opción que me quedaba era dar un paso al frente y asegurarme un puesto en el Post. Al menos habría salido algo positivo de todo el lío.

La siguiente vez que miré por la ventana de mi habitación, la luz se estaba desvaneciendo y oí la puerta principal.

—¿Alguien quiere una copa de vino? .—preguntó mi madre subiendo las escaleras.

—No, gracias.—dije; añadí una coma y luego la borré. Había leído el artículo tres veces sin cambiar nada: estaba listo. Solo quería que fuera perfecto. Oí a mi madre subir las escaleras y, antes de que irrumpiera para obsequiarme con historias de la última estrella de las telenovelas, busqué rápidamente la dirección de correo de Bernie, adjunté el artículo y pulsé enviar. Menos de un segundo después, sin llamar ni nada, mi madre apareció en la puerta con dos copas de vino.

—Cariño, ¿por qué estás en bata? .—Me ofreció una de las copas.

Agradecí la oportunidad de dejar que el merlot rojo oscuro disolviera todas las duras palabras que me había dicho Jennie.

Tal vez podía ayudarme a dormir; tal vez, a olvidar.

—Tenía que terminar un artículo.

O no estaba escuchando, o aceptó la explicación sin darle más vueltas, porque se desplomó en la silla del dormitorio, junto a mi escritorio.

—Menudo día.—dijo—. Está a punto de ocurrir algo grande. Enorme. Ha sido un día frenético, intentando que mi fuente me lo cuente todo. Va a ser portada hoy o mañana.

Los cotilleos vulgares no eran del gusto de mi madre, pero la forma en que lo dijo me hizo preguntarme si se refería o no a Jackson Wang. Cuando lo arrestaran, iba a salir en todos los periódicos.

Ceo KimDonde viven las historias. Descúbrelo ahora