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POV JENNIE.

No había tenido noticias de Yuna y solo me había acordado de llamarla para ver cómo estaba después de que se publicaran las fotos.

La había avisado de que iba a aparecer en la noticia, aunque, con todo por lo que estaba pasando, fuera lo último que necesitaba.

Me puse a revisar el correo en el teléfono mientras volvía a mi despacho desde la sala de juntas, donde acababa de reunirme con el presidente.

Levanté la vista del teléfono cuando varios pares de pies me impidieron el paso.

No, no puede ser.

Volví a mirar la pantalla y luego alcé la vista, con la esperanza de que mi cerebro estuviera funcionando mal y necesitara reiniciarse.

Pero exactamente las mismas mujeres estaban de pie hablando con mi asistente, Christine: Chaewon... y Lalisa Manoban.

Que Chaewon estuviera aquí me resultaba irritante, que estuviera Lisa, no tenía sentido.

Tenía que estar alucinando; era la única explicación. O tal vez seguía en la cama durmiendo, soñando, no de pie delante de mi despacho mirando a la mujer con la que me había liado la noche del sábado.

-Jennie.-dijo Chaewon-. Esta es Lalisa Manoban.

De eso ya me había dado cuenta.

La información que necesitaba era qué demonios estaba haciendo ella allí.

Me aclaré la garganta cuando Lisa me tendió la mano.

-Lalisa... -Traté de emitir el saludo más neutro que pude. Le cogí la mano y se la estreché tratando de ignorar esa piel cálida y suave, y la solté tan rápido como me permitieron los buenos modales.

-Lalisa es la periodista del Post que va a hacer tu perfil. Va a ser tu sombra durante las próximas semanas.

Joder, joder, joder...

Me sentí como si me hubieran lanzado un torpedo. Había perdido el control de lo que ocurría a mi alrededor. ¿Cómo era posible?

Chaewon seguía balbuciendo, pero yo solo podía concentrarme en encontrar la manera de salir de esa situación.

Debía de ser un error.

-Lalisa trabajó en la revista Rallegra, pero hace poco se ha incorporado a la plantilla del Post.-explicó como si yo pudiera digerir sus palabras.

Pero eso no podía ser.

No podía ser Lisa la que me ayudara a rehabilitar mi imagen.

Tenía que decirle a Chaewon que prefería que me entrevistara cualquier otro periodista del Post para hacer mi perfil.

Cualquiera que no fuera Lalisa Manoban.

Y, conociendo a Chaewon, iba a amenazar de nuevo con dimitir.

Entonces no me iba a quedar más remedio que confesarle que Lisa no era la persona más indicada para decirle al mundo que estaba centrada en los negocios y no las fiestas.

No había sido ese el caso el sábado por la noche, cuando ella había sido mi centro de atención, cuando había hincado el diente a aquellos pechos deliciosos y a aquel culo perfectamente redondeado del que no podía apartar las manos.

Sin pensarlo, bajé la mirada para rememorar lo redondo que era, y entonces caí en la cuenta: Lalisa Manoban trabajaba en el Post, y había venido a entrevistarme.

Para que salvara mi puesto en mi empresa.

Para decirle al mundo que se equivocaba y que yo no era una mujeriega desenfrenada.

Menuda ironía...

-Ya le he presentado al equipo.-comentó Chaewon-, y le he explicado que eres muy práctica con respecto a todo. Que te gusta fijarte en los detalles.

Deslicé la mirada hacia Lisa, que tenía los ojos clavados en el suelo, mientras intentaba recordar más detalles el fin de semana. Había conocido a Lalisa unos minutos después de darle a Chaewon el visto bueno para el artículo del Post, así que cuando nos acostamos no podía saber que iba a trabajar conmigo durante toda la semana. ¿No? Pero ¿era una coincidencia?

Me parecía demasiado raro.

Intenté establecer alguna conexión.

Tenía que haberla.

¿Chaewon conocía a Jisoo y a Rosé?

-Como ya te he dicho.-continuó Chaewon-, no tiene prohibida ninguna pregunta. Y haré que le pasen tu horario para que conozca tu agenda durante el resto de la semana.

-¿Mi agenda? .-pregunté.

-Sí.-respondió Chaewon-. Le entregaré a Lalisa una copia de tu plan semanal para que sepa dónde estás cada hora.

-Porque ella me acompañará. -Deduje, recordándome a mí misma que le había dicho a Chaewon que el Post iba a tener pleno acceso a todo lo que yo hiciera, personal y privado.

-Exacto.-dijo Chaewon.

No iba a funcionar.

Se había producido un increíble conflicto de intereses.

Si alguien se enteraba de que Lisa y yo habíamos pasado la noche juntas, cualquier esperanza de rehabilitar mi imagen se habría esfumado.

Sin embargo, no podía admitir lo que había tenido con Lisa, por breve que fuera.

Hacerlo solo demostraba lo que estaba tan desesperada por disipar.

Volví a mirar a Lisa, pero su expresión era neutra. ¿Cuándo se habría dado cuenta de que la tipa sobre la que iba a escribir durante las siguientes semanas -sobre la que tenía que mantenerse imparcial- era la que la había hecho correrse el fin de semana? Rodeé el escritorio hacia la silla, desesperada por distanciarme de Lisa.

No estaba segura de si lo que me había nublado el cerebro era que me hubieran pillado desprevenida en general o la presencia de Lisa en particular, pero debía decidir qué iba a hacer.

Como si el destino quisiera poner un obstáculo más a mi cordura, el móvil vibró en mi mano y apareció un mensaje de Yuna.

Me apresuré a tapar el teléfono antes de que nadie viera de quién era.

La mañana había sido un desastre.

Era como si el mundo se derrumbara a mi alrededor.

Tenía que encontrar una forma de avanzar sin hacer el ridículo.

Si confesaba al departamento de Relaciones Públicas que me había acostado con Lisa, podían ocurrir dos cosas.

O tres.

Una, Chaewon podía tomárselo con calma, entender que las coincidencias existían y conseguir que sustituyeran a Lisa.

Un resultado poco probable, pero mi mejor opción.

La segunda posibilidad era que considerara que tener a Lisa en escena era algo positivo porque yo le había gustado lo suficiente como para acostarse conmigo e insistiera en que Lisa siguiera con la historia. Por supuesto, iba a ocurrir lo mismo si me callaba la boca y mantenía a Chaewon en la ignorancia.

A fin de cuentas, decírselo a Chaewon era un riesgo y las probabilidades no eran buenas. Aunque ella no lo considerara un gran problema y se mostrara dispuesta a sustituir a Lisa, nadie podía garantizar cómo iba a ser el siguiente periodista.

Al menos sabía que a Lalisa Manoban le había gustado tanto como para acostarse conmigo.

-Mañana llevaré a Lalisa a ver el centro de llamadas.-dijo Chaewon.

Asentí, sin mirar a Lisa a los ojos.

Necesitaba hablar con ella a solas para resolver ese lío. No sabía si era el aroma de las flores de verano lo que me nublaba el cerebro o la certeza de que iba a tener que intentar convencer a una mujer con la que acababa de acostarme de que no era una mujeriega.

No veía una forma sencilla de seguir adelante.

Debíamos resolver ese lío juntas cuando estuviéramos solas.

Ceo KimDonde viven las historias. Descúbrelo ahora