capítulo 19. Infancia robada

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Evander

¿Hablar de ello? ¿Cuántas veces lo hice? ¿Con cuántos psicólogos a lo largo de mi infancia? Quizá precisamente por eso sigo igual. No es algo que cuente a la ligera, es algo que me ha marcado, no solo a mí y a mi vida, sino a muchas otras personas a mi alrededor, especialmente a mi madre. Mi pobre madre, recluida en un centro psiquiátrico, todo por mi culpa.

Cuando miro a Moxie a los ojos, su preocupación en ellos por lo que acaba de ocurrir y esa sonrisa en los labios que intenta reconfortarme ¿Cómo voy a decirle que no? Quiero que confíe en mí, precisamente hoy debería contarle todo, sobre todo después de esto. No es la primera vez que ella me calma por culpa de mis miedos, solo que no lo sabe, no tiene ni idea. No tengo opción, he de contarle todo, en parte se lo debo. Así que me armo con el valor que ahora no tengo y me dispongo a contarle mi historia.

-Lo que te voy a contar jamás ha salido de esta casa. Mis padres movieron muchos hilos para que nada de lo ocurrido saliera a la luz. Que ningún maldito periódico sacase la noticia - miro a mi alrededor y no puedo evitar reírme un poco, ella me mira como si tuviera dos cabezas- lo siento, es que creo que estamos en la sala perfecta para contarte esta historia, porque te va a parecer una maldita peli... una jodida película de terror, o al menos así se sintió para mí. - me siento bien en la butaca y comienzo mi relato.

"Mi hermano mayor Elric, que entonces tenía nueve años, y yo, de casi cinco, jugábamos en el jardín de la propiedad como prácticamente todos los días. Siempre le obligaba a jugar conmigo allí . Antiguamente esa zona era colindante al bosque, que no era de la propiedad entonces, y estaba delimitado por una pequeña valla, que servía más para que nosotros no cruzáramos hacia el bosque que para evitar ninguna otra cosa.
Mi hermano jugaba conmigo, recuerdo que lanzaba la pelota y yo intentaba atraparla. Marta nos había traído la merienda, pero como niños que éramos aún no habíamos terminado ni las botellitas de zumo ni el bocadillo que había traído, ni los habíamos comenzado la verdad, en lugar de eso los habíamos escondido en una pequeña mochila que tenía la manía de llevar encima a cada rato, colgada a mi espalda. Le habíamos mentido diciéndole que habíamos comido todo y que por eso seguíamos jugando, por supuesto no habíamos parado de jugar en ningún momento, la buena de Marta, que entonces tenía unos treinta años solo sonrió y se metió en el interior de la casa antes de comprobar la verdad, ya que mi padre la había llamado por alguna razón. Nosotros ajenos a todo seguimos jugando hasta que, mientras corría a por la pelota que mi hermano había lanzado, alguien saltó por encima de esa valla inútil. Cuando me giré con mi sonrisa y me disponía a lanzarle de nuevo el balón a mi hermano vi que un hombre le había tapado la boca con una de sus manos, lo tenía agarrado y mi hermano intentaba zafarse, ni tan siquiera pude pegar un grito o dar un paso hacia ellos, me había quedado congelado con las manos arriba, preparado para lanzar el balón, cuando una mano tapó entonces mi boca. Al igual que mi hermano intenté luchar, pero solo éramos críos, no podíamos hacer nada contra un par de hombres adultos. Poco a poco noté como me mareaba, mi hermano ya no pateaba, se había quedado totalmente quieto, nos habían drogado. No tardé en quedar en su mismo estado.

Cuando volví en mí, Elric estaba a mi lado, aún con los ojos cerrados. Yo estaba jodidamente asustado, la habitación estaba prácticamente a oscuras, solo entraba luz por debajo de una puerta, pero parecía una especie de armario, no había nada alrededor nuestro, así que en realidad no puedo explicar mucho del sitio. Intenté despertar a mi hermano, lo zarandeé, estaba tan asustado que ni tan siquiera grité o dije una palabra. Cuando al fin abrió los ojos y se ubicó en el lugar, vi que estaba tan asustado como yo. Se escuchaban algunas voces tras la puerta, la voz de una mujer y varios hombres, parecía que discutían. Finalmente, Elric se cansó de la situación, mientras él pateaba la puerta y gritaba para que abrieran y nos devolvieran a casa, yo no podía hacer nada más que agarrarme las rodillas y lloriquear.

Moxie #Stone1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora