capítulo 36. Grabaciones y llamadas

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Moxie



El llanto de mi madre es desgarrador, no hay otra palabra para describirlo. Le he contado antes que la policía o que mis propios tíos sobre la muerte de Laura, le he explicado que estoy escondida debido a que creemos que en realidad el objetivo era yo y tras eso su llanto se ha vuelto aún peor. Estamos en plena video llamada y mi padre se encuentra con ella en casa, anonadado y sujetando a mamá por los hombros mientras le permite llorar sobre él. Está en shock, no hay duda. De golpe habla y dice que llamará por teléfono para avisar de que hoy no abrirá el restaurante, dejando a mi madre confundida por un segundo y volviendo la mirada hacia la pantalla.

- Mis niñas...- hipea - ¿quién es el monstruo capaz de hacer tal cosa? - dice y acto seguido se suena la nariz con un paño de cocina que había sobre la mesa, el cual había dejado mi padre cuando hemos comenzado la videollamada.

- La palabra monstruo ni se acerca a lo que es en realidad... - suspiro - Mamá... sobre todo no digáis nada sobre mí. Ese tipo... no sabemos cómo trabaja, pero el caso es que debe creer que Laura soy yo...

- Claro... pero es que es todo tan... - se pone otra vez a llorar y papá regresa a su lado, esta vez con los ojos rojos como si hubiese decidido llorar a escondidas.

- Tranquila hija, haremos lo que la policía nos diga que debemos hacer, seguiremos todas sus directrices y tú... ten cuidado. - dice muy serio y con los ojos muy abiertos, mientras lo veo apretar la mano de mamá que vuelve a sonarse con el paño de cocina.

- Tranquilo papá. Estaré bien.

Y con eso terminamos la llamada.


No puedo evitar apoyarme en la silla en la que estoy sentada y mirar al techo con un suspiro largo. Lloraría, pero creo que no me quedan lágrimas. Marta llega con una infusión en las manos y me la ofrece con cariño. Pasar los días con ella es ameno y agradable. Entiendo muy bien porque Evander la trata como una madre y me encanta las confianzas que está teniendo siempre conmigo, como si fuéramos familia. Pese a que en la casita donde nos encontramos no me llama por el nombre, sino que me llama señora o señora Stone, cosa que me agrada, pero me sigue sonando extraño. No tenemos mucho que hacer en este lugar aparte de observar por la ventana las decoraciones que van apareciendo, leer alguno de los libros, ver la televisión o simplemente charlar entre nosotras mientras cocinamos o arreglamos alguna tontería en la casa. Así que estoy algo aburrida, sinceramente. Por suerte con ella a mi lado no me siento sola, triste o asustada, es un gran apoyo.

Hoy hay algo más de movimiento en el interior de la casa grande, por lo que me acerco hasta una de las ventanas con mi infusión entre las manos para saber que ocurre. Veo a la decoradora dar órdenes a algunos hombres, que colocan cajas enormes. Suspiro mientras pienso que quiero estar allí, ayudar con las decoraciones y hacer algo de provecho. Marta se coloca a mi lado y observa, pero rápidamente cierra algo las cortinas para que la gente que trabaja en la otra casa no me vea. Me muero por saber que están haciendo en ella y espero saberlo pronto.



****



Evander



Han pasado varios días desde que vi a Purvis, el cual ha conseguido una autorización judicial para que se pueda grabar la conversación con Natalia. Ahora mismo me encuentro en el comedor de casa de Malcolm, rodeado de varios agentes que me muestras unos dispositivos de grabación.

- No... ese no vale, Natalia es muy de meter mano. Si le toca los bíceps y nota un bulto extraño todo se va al garete. - explica Mal al policia.

Le doy la razón a mi primo, lo más seguro es que esa mujer se dedique a toquetear como hace siempre. Además, he quedado con ella en el local liberal de Malcolm así que esperará que me la tire, sin duda. Se han colocado unas cámaras en la sala donde estaré con ella, una sala privada solo para nosotros dos, pero a pesar de eso quieren grabar de cerca la conversación, por si la cámara falla en algún momento.

- Entonces toma - dice uno de los agentes sacando un reloj de una caja - este reloj tiene grabadora de sonido, la cual llegará directamente hasta nosotros. Es automático, en cuanto escuche voces se pondrá a grabar. Procura tenerlo lo más cerca posible de ella para que grabe correctamente y podamos sacar algo de provecho.

Compruebo el reloj y lo ajusto en mi muñeca. Probamos el aparato y al ver que funciona sin problema volvemos a guardarlo en la caja donde estaba y el agente se la da a una mujer para colocármelo antes de empezar con la operación.

- ¿Van a detenerla hoy? - pregunto algo angustiado a Purvis.

- No, - contesta rápidamente, relajándome algo, pues tengo cosas pensadas para ella- hoy solo queremos que le saque información, que le pueda permitir conseguir los contactos para encontrar al asesino de Laura. Hasta que ella no confiese que ha pagado a alguien para asesinar...no vamos a hacer nada, pues no tendremos nada tampoco.

Los agentes comienzan a movilizarse y puedo ver como observan las cámaras del local, comprobando su funcionamiento. Son las siete de la tarde por lo que el lugar está bastante lleno en este momento. Una cámara da visión a la entrada del local, la siguiente a un pasillo, una zona de paso a las habitaciones, y la tercera es la de la sala que han preparado para nosotros. Puesto que mi intención no es la de mantener relaciones sexuales con ella en la sala, Malcolm pondrá una excusa en cuanto le avisen de que el asunto se va de madre o yo diga una palabra clave. Así pues, me dirijo junto a Malcolm al local liberal, dejando a los policías liados en el piso de Mal. Purvis se queda a comprobar todo mientras que una mujer agente, bastante mona, nos acompaña, haciéndose pasar por una de las chicas de Malcolm. La agente me coloca, antes de entrar, el reloj en la muñeca y me recuerda su funcionamiento como si fuera imbécil, aunque supongo ve que estoy nervioso y por eso me lo vuelve a repetir. Los tres entramos decididos y nos dirigimos a la barra, donde he quedado con Natalia. Pido una copa para relajarme y unos minutos después noto una mano de mujer rozándome la espalda. Natalia aparece sonriente, con una cola de caballo perfectamente repeinada y un vestido azul marino exageradamente corto. Está muy maquillada y arreglada, a diferencia de mí, que voy con unos tejanos y una camiseta de manga corta, he querido estar lo más cómodo posible, y además estoy jodidamente nervioso por saber que tantos ojos observan cada uno de mis movimientos. Natalia se pone de puntillas para acercarse a mi oído, puesto que la música del local junto con las voces no permite una conversación normal. Pongo precisamente esa excusa para decirle que nos marchemos a un lugar más privado tras un rato en la zona del bar y después de que me dé el visto bueno le pido una botella y un par de copas a la camarera. Camino seguido de Natalia hasta la sala privada donde el sonido está bastante más amortiguado, tan solo se oye un hilo musical. Ella cierra la puerta mientras dejo las copas en la mesa y me dedico a abrir la botella de vino que me ha dado la camarera.

- Siéntate - le ordeno a Natalia.

La mujer se sienta sin rechistar y observa como sirvo el vino. Le paso una copa y me da las gracias mientras yo cojo la otra y pego un trago. Doy un par de pasos y me coloco junto a ella en el amplio sofá que hay en esa estancia. Me pongo cómodo mientras bebemos y cuando sus manos comienzan a posarse en mis muslos no puedo evitar que un gruñido salga de lo más profundo de mí. Natalia me mira extrañada, puesto que últimamente no me he mostrado así con ella.

- Disculpa. Es que... no estoy de humor.

- ¿Ocurre algo?

- Es...- hora de sacar mi excusa, la que me han aconsejado los agentes y la que llamará menos su atención - el trabajo. Verás hay un tipo... es de otra compañía, una rival, me está jodiendo vivo. - digo frotándome la cara.

- Entonces lo que necesitas es relajarte, querido, y yo puedo hacer que te relajes... - comienza a arrimarse más a mí y coloca un brazo tras mis hombros mientras su otra mano se posa en mis pectorales. Parece que la chica no pilla ni las indirectas ni las directas.

- Ojalá fuese así de sencillo - le digo agarrando la mano sobre mi pecho y frotando su dorso con cariño para evitar que continue tocándome.

- Pues... háblame, estoy aquí para lo que necesites. - y no puedo evitar soltar una carcajada, no solo sabiendo que es el interés lo que la mueve si no que, ¿cómo diablos iba yo a confiar en ella? Me parece surrealista.

- Como no sepas como eliminar a mi competencia no hay muchos que puedas hacer por mí, preciosa. - digo rápidamente, para que piense que son mis nervios por ese tema lo que me hizo reír.

Nos quedamos un rato, uno al lado del otro y acabo sirviéndonos más vino. Cuando creo que la conversación no va a llegar a ningún sitio y estoy a punto de decir algo más me he de morder la lengua.

- ¿Y si te pasase el número de alguien... que puede ayudarte?

- ¿Ayudarme con mi rival? ¿Como?

- Bueno... no sería como estás acostumbrado, pero... si los negocios que tienes entre manos fuesen a ir mejor por usar cierto servicio... significaría que a mí también me va bien la cosa. - parece que esté pensando en alto.

¿Como no iba a ayudarme? Al fin y al cabo, se supone que vamos a casarnos dentro de nada, lo que significa que mi dinero será dentro de poco su dinero. Si me van bien las cosas significa que ella también. Teniendo en cuenta que se supone que voy a ser el imbécil que se hartará de trabajar para darle una buena vida, ¿por qué no iba a ayudarme con algo así? Especialmente si tiene los contactos. Me incorporo un poco en el asiento y dirijo todo mi cuerpo y mi mirada hacia ella. Se queda allí, apoyada de lado contra el asiento y sonriendo como si nada.

- A ver Natalia... creo que deberías explicar un poco eso. ¿Como vas a conseguirme ayuda con el hombre que me está dando tantos dolores de cabeza? - un hombre imaginario.

- A ver...- me dice estirando una de sus manos hasta mi antebrazo y comenzando a acariciarlo con sus dedos. - la persona que me envió aquellos videos... no solo se dedica a conseguirlos. Ella puede hacer muchas más cosas.

- ¿Como qué?

- Lo que quieras. Solo tienes que hablar con ella y explicar tu situación. Gea te escuchará en persona y elegirá a alguien para que se encargue de todo.

- ¿Gea? - le digo haciéndome el tonto - me suena haber escuchado ese nombre antes.

- Claro tonto - comienza a reír - te lo dije yo... esa mujer puede conseguir cualquier cosa, te irá bien.

Acabo aceptando lo que me dice. ¿Como no hacerlo si ese era el objetivo principal? Aun y con todo Natalia no habla en ningún momento de asesinatos por lo que no sé si la conversación servirá de algo para la policía. Al menos me pasa el contacto de Gea, una tarjeta de visita de color negro con letras doradas, le hago una foto de espaldas a la cámara y la guardo en mi teléfono, mientras que la tarjeta la coloco en el interior de mi bolsillo del pantalón, listo para dárselo a Purvis en cuanto lo vea. Le agradezco a la mujer que se tome estas molestias para conmigo. Obviamente no todo queda allí, como le da la sensación de haberme animado un poco sus manos vuelven a la carga. Intenta por todos los medios que me anime con ella y nos pongamos al tema. Comienzo a hacer el paripé y rozo sus brazos y acaricio su cara.

- Melocotón... - digo lo suficientemente alto.

- ¿Cómo?

- Digo que tu piel... es como el melocotón, igual de suave y dulce.

Parece que el piropo le gusta, aunque yo estoy deseando que la maldita palabra clave haga su efecto, pues melocotón había sido la elegida para poder cortar con el tema de Natalia. Mientras eso ocurre, o no, la mujer se acerca hasta mi cuerpo, colocándose sobre mí y comienza a besar mi cuello. Su falda se sube peligrosamente y sus pechos están pegados prácticamente contra mi cara. Me encuentro tenso y no precisamente por lo buena que está la chica. Baja el cuerpo y acercando sus labios hasta mi oído me susurra que ha traído un usb con los videos que perdió por culpa de aquel motorista. Eso sin duda me corta aún más el royo, teniendo en cuenta de que ni en broma tengo ganas de hacer nada con ella. Se aparta y me mira a los ojos, esperando alguna respuesta o reacción, y tras una sonrisa por mi parte sujeta mi cara con ambas manos y se dispone a darme el mejor beso de mi vida, o eso cree ella. En ese instante Malcolm irrumpe en la sala, provocando que Natalia de un bote sobre mí por el susto.

- Evander... espero no interrumpir. - dice con una sonrisa traviesa - me temo que tenemos un problema con las cañerías y estoy echando a todo el mundo.

- Oh... joder... menuda putada. - le digo sacándome de encima a Natalia y poniéndome de pie. - ¿necesitas ayuda con algo?

- Bueno hay que llamar a los del seguro y todo eso... ¿te encargas tu mientras me lio a intentar que no se me joda todo el local por culpa de las aguas fecales? - pregunta mi primo provocando una mueca de asco en la cara de Natalia.

Le digo que por supuesto le echaré una mano. De modo que me giro hacia Natalia y le pido perdón, pero es un imprevisto de los gordos. Ella sonríe con la boca cerrada a mi primo, como si nada, y se cuelga después a mi cuello susurrándome "la próxima vez no te escapas", me da un beso en la mejilla y sale contoneándose. Yo me echo las manos a la cabeza y resoplo, pues tarde o temprano tendré que hacer algo con esa mujer, cosa que ni en broma quiero.

Moxie #Stone1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora