capítulo 32. Inesperado

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Evander

Esa misma tarde informo a Malcolm y a Moxie de la conversación con Natalia. A ella no le impresiona para nada lo impersonal y fría que es esa mujer con respecto a ella y su muerte. Entiendo perfectamente que esté enfadada en este momento, no quiere que quede con esa "zorra" como la ha llamado, pero sabe que es necesario. Haré cualquier cosa para demostrar que ella es la artífice de todo lo ocurrido, no descansaré hasta conseguirlo. Sé que me he vuelto protector con ella ¿cómo no serlo? Incluso antes de saber sobre el embarazo ya me había vuelto así con Moxie. La vida no me ha tratado bien con la gente que me rodea, para empezar con mi hermano, el cual me arrebataron cuando aún era demasiado joven y luego está mi madre, la figura materna que no solo me cuidó, abandono incluso su salud mental para protegerme y ayudarme, dejándose ella misma de lado. Esos son los mayores ejemplos de porqué me comporto como lo hago en ocasiones, puede que contadas, como seguir a Moxie con el gps.

Natalia me llamó por teléfono, lo que prefiero a verla en persona, ya que de esa forma solo he de disimular mi voz y no todos mis gestos, mi forma de ser. Voy a hacer que esa mujer caiga rendida a mis pies y acabe confesando todo. Esta noche, en lugar de quedar en un restaurante, quedamos en un apartamento de su propiedad que queda en el centro. En parte me parece extraño que no quiera hacerse ver en algún local de moda, pero quizá por lo ocurrido con Moxie o mi confesión anterior ha decidido que mejor nos vemos en algún sitio más íntimo, puede que lo prefiera, especialmente si mi intención es hacerla hablar.
He aparcado cerca y estoy frente al recepcionista del edificio el cual se dedica a hablar con Natalia para avisarle de mi llegada. Una vez confirma que soy el invitado que la señorita espera me indica que ascensor he de coger y a que piso llamar. Me dirijo al interior del habitáculo y cuando las puertas de este se cierran me giro para observar mi reflejo en el espejo. Hoy me he arreglado, como si fuera a una cita con una mujer con la que realmente tengo intenciones románticas. Me he afeitado rigurosamente e incluso pedí a Henry que recortase algo mi pelo y lo arreglase como a mí me gusta, hacia atrás. He descansado como es debido, me he permitido una buena siesta, por lo que las ojeras de la mañana han desaparecido. Me he perfumado tras las orejas además de por las muñecas tras una ducha reparadora y voy elegantemente vestido con una camisa negra de Hermés con cuello faubourg y un traje entallado de chaqueta, del mismo color. No llevo corbata, pues he querido verme más informal, sobre todo si se trata de una cita. Me veo jodidamente perfecto. Sé que está mal que yo lo diga, pero es la pura verdad. Vuelvo a girarme en dirección a las puertas del ascensor y pongo mis manos en el interior del pantalón justo en el momento en que el ascensor llega a la planta que había marcado. Doy un par de pasos fuera y me encuentro en un pasillo largo con dos puertas a cada lado, miro a ambas y la de mi derecha se abre, dejándome ver a una preciosa Natalia vestida elegantemente con un vestido de tirantes rojo y largo, con una obertura a cada lado que llega hasta sus muslos torneados. Nunca diré que no me parezca jodidamente sexy, porque lo es, mucho, y ella lo sabe. Sabe cómo ha de actuar o como moverse para atraerlos como polillas a una maldita llama. Sabe el efecto que causa en cualquier hombre, pues no creo que ninguno se resista. ¿es posible que en parte le atraiga yo por negarme a ser uno de sus títeres? Al menos al principio, pues ahora me tiene cogido por las pelotas ¿quizá le ponga que no quiera tener sexo con ella? Al fin y al cabo, caí por su insistencia y ni siquiera penetré a la mujer, no de la forma en la que ella esperaba al menos, pues si practiqué sexo con ella, mis manos hicieron todo el trabajo. Sigo pensando que tengo suerte de tener a Malcolm en esto, pues esa noche me salvó el puto culo. Una sonrisa pícara en el rostro angelical y a la vez lujurioso de la mujer me invita a pasar al interior de su casa. Nos saludamos con un beso en la mejilla y me invita a acompañarla. El piso es moderno decorado con líneas depuradas, lujoso y con unos grandes ventanales que dejan unas vistas envidiables de la ciudad, después de todo estamos en el piso quince. Salimos a un patio de suelo efecto terracota con una pequeña chimenea encendida e incorporada en la pared de color gris oscuro. Frente a esta hay un par de asientos cómodos y una mesita en medio de ambos. Hacia el lado contrario de la terraza puedo ver una mesa del mismo tono gris de la pared, con asientos a juego, y totalmente preparada, por lo que imagino que ahí es donde cenaremos. Ella me pide que me siente y doy la espalda a la pared acristalada donde se encuentra la cocina y por tanto es allí donde Natalia está preparando algo para los dos. Natalia no tarda apenas nada en darme una copa de vino para que vaya entrando en calor, no tardo nada en acabar la copa y decido servirme yo mismo otra, pues ha dejado la botella sobre la mesa. Mientras doy el segundo sorbo a la copa Natalia trae una ensalada variada y perfectamente decorada para compartir, después deja un plato para cada uno de entrecot. Están al punto, casi sangrientos, y realmente deliciosos. Viendo la escena y a la hermosa mujer que hay delante por un segundo se me olvida realmente a lo que había venido, pero ella misma me lo recuerda.

Moxie #Stone1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora