capítulo 37. Torre Chicago

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Evander

Elijo un traje de tres piezas para la ocasión, gris oscuro y de rayas. Pantalón, chaqueta y chaleco a juego, junto a una camisa azul muy claro y una corbata prácticamente negra, a juego con mis zapatos. Me he colocado el reloj grabador en la muñeca y asimismo los agentes me han proporcionado un bolígrafo que hará la misma función, además de enviar directamente una señal hasta ellos con imágenes en vivo, por lo que lo coloco en el bolsillo de mi chaqueta. En principio me informan que la señal debería llegar perfectamente hasta donde se encuentran ellos. Ahora mismo me hallo entrando en la Torre Chicago, donde Gea me ha pedido reunirme con ella, junto con Natalia colgando de mi brazo. Sigo pensando en como ha podido coger mesa con tan poca antelación. He pasado a buscar a mi acompañante con mi coche para que ambos lleguemos juntos hasta allí. Subimos con el ascensor hasta el rooftop del skyline y me impresiono fijándome en el aspecto de la pelinegra a mi lado. Como siempre va espectacular, con vestido de coctel, de manga larga y terciopelo rojo, pero esta vez está distinta, parece nerviosa. Su pose, con la cabeza alta intentando aparentar seguridad, como siempre, pero cuando bajo la mirada y observo sus manos veo que el pulgar de su mano derecha frota compulsivamente el lateral de sus dedos índice y medio. Trago saliva pues no sé qué nos vamos a encontrar. Cuando llegamos a lo alto del edificio, en el que he estado más de una vez cenando por negocios, no puedo evitar impresionarme una vez más. El lugar es una combinación fascinante de arquitectura sobria y diseño contemporáneo. Una elegante escalera de caracol se lleva las miradas, que pasan a través de un espectacular ventanal de forma ovalada, en cuanto la puerta del ascensor se abre frente a nosotros. La iluminación es tenue, combina perfectamente con el lugar, que parece antiguo, de espacio arquitectónico armónico y donde el color negro predomina. Avanzamos por la sala, repleta de hojas y arbustos a ambos laterales: Kentias, costillas de adán y algunas plantas tropicales más. En el centro de la estancia una recepcionista vestida completamente de negro y con el cabello perfectamente recogido y repeinado en un moño perfecto nos da la bienvenida. Tras indicarle mi nombre y ver que hay una reserva para esta noche nos indica que subamos la maravillosa escalera de caracol de acero, que suena bajo los tacones de la mujer que me acompaña. Al llegar arriba un camarero nos espera al final de la escalera y nos acompaña hasta nuestra mesa. Compruebo que el mobiliario blanco contrasta con los colores de las paredes negras mientras avanzo siguiendo al camarero. Finalmente nos lleva hasta un reservado y Natalia se sienta a mi lado, dejándome con mi costado derecho junto a la pared, atrapado y sin una salida. Segundos después, cuando aún ni la mujer junto a mí ha abierto la boca para hablar, otro hombre aparece y nos deja unas copas sobre la mesa. Observo entonces que a Natalia le ha puesto un manhattan y parece que yo tengo un whisky con hielo. Agarro la copa a la vez que la mujer, que se dispone a beber, mientras que yo acerco el vaso hasta mi nariz y lo olfateo. Escocés, sin duda alguna, y mi favorito. Vuelvo a dejar el vaso en la mesa sin probar un solo sorbo. Y miro la copa de Natalia, que ya está a medias, también parece ser su bebida favorita. Alguien hace bien los deberes.

- Será mejor que comience a beber, no querrá que se le agüe. - dice la voz que escuché por el teléfono, lo que me tensa.

Natalia se levanta y le da la mano a la mujer junto a la mesa, yo me dispongo a hacer lo mismo, a pesar de que no tengo ningunas ganas de tocar a esa persona.


Es una mujer mayor, de unos cincuenta y pocos, diría, con la piel y el cuerpo bastante bien cuidados, así que imagino que hace ejercicio de forma regular, rubia y con el pelo corto. Está bastante maquillada, lo que sin duda le hace parecer más joven de lo que en realidad es. Sus labios rojos no dejan duda alguna de que se considera una femme fatale, junto con el mismo vestido blanco que lleva Sharon Stone mientras actúa haciendo de Catherine Tramell en "Instinto Básico", lo cual me hace preguntarme si lo hizo aposta, precisamente por mi nombre, y no puedo evitar sonreir por la gracia cuando caigo en la cuenta. Acerco mi mano a la de ella y la aprieto con seguridad.

- Buenas noches, Gea - digo sin dudar que se trata de ella en ningún momento.

Ella solo sonríe y se sienta frente a nosotros, y tanto Natalia como yo la imitamos.

- Sé que le gusta el whisky señor Stone. Pruébelo, es un Macallan, su favorito, o eso tengo entendido.

- Así es, - le digo sonriendo - pero me temo que ha cometido un par de errores.

- ¿Sí, no me diga? - pregunta ladeando algo la cabeza.

- Nunca lo tomo con hielo, para empezar, - levanto la mano llamando al camarero - y jamás bebo whisky durante una comida o reunión importante. Y estoy seguro de que esto podría considerarse sin duda así.

La mujer frente a mi hace desaparecer la sonrisa que parecía permanente en su cara y se coloca seria mientras le digo al camarero que se lleve la copa y me traiga un simple vaso con agua. Sin duda se piensa que sabe todo de mí, quiere tener un control total de la situación, por eso nos ha traído donde ha querido y ha comenzado con el paripé sobre las bebidas y lo de "se todo de vosotros". Pero no siempre hay blancos y negros, pues los tonos grises existen, y este momento es uno de esos tonos, el cual he de aprovechar para quitarle un poco de ese control y seguridad que sin duda trae consigo. Me coloco bien frente a ella, mirándola a los ojos e intentando que vea que me siento bien, que estoy acostumbrado a situaciones como esta. Después de todo en los negocios siempre hay que mantener la compostura. La sonrisa de Gea vuelve a aparecer como si nada, pese a que sin duda le ha molestado el error que ha cometido, por ínfimo que sea.

- A pesar de todo... como le dije, si, es mi whisky favorito y agradezco el gesto. - intento quitarle peso a la situación.

Ella asiente, algo satisfecha. Entonces el camarero se acerca a nosotros y nos lee la carta del restaurante. Pedimos en ese mismo instante y cuando el hombre se marcha con la comanda un silencio, que me resulta incómodo, se planta entre nosotros. No solo por tener frente a mi a una de las personas que me arruinó la vida, es que ¿Cómo cojones puedo comenzar la conversación? Le suelto algo tipo: Bueno Gea, ¿hablamos de asesinar al tío ese? No me atrevo a comenzar a hablar para tampoco ser demasiado directo, así que todo lo que sale de mí es un maldito carraspeo mientras me arrimo el vaso de agua a la boca, que de golpe noto seca. Pese a que mi porte aparenta seguridad, en absoluto la tengo en este instante, pues no sé cómo actúa esta mujer. Miro sus facciones y no puedo evitar recordar de nuevo su voz en mi cabeza. La voz que escuché más de una vez en mi infancia, la voz que oía en mis pesadillas mientras visualizaba la cara de Hook, mientras ella le decía "El niño se va a morir por culpa de una estúpida herida". Cuándo era niño nunca pensé que la mujer en sí fuera mala, después de todo lo que pasó y como le gritó a aquel monstruo ni siquiera lo veía posible, pero sin duda lo era y lo sigue siendo. Se dedica a lo que se dedica. Puede que ella no se meta en medio de todo, que no sea ella la que realmente lleva el arma en la mano y asesina a quien es necesario sacarse del medio, pero después de todo sí es quien manda, es quien dirige.

- Gracias, Gea, por volver a mandarme aquello. - dice Natalia sacándome de mis pensamientos, imagino que refiriéndose a los videos.

- Tranquila. No es molestia, después de todo eres una clienta que va a consumir nuestros productos de forma asidua. - el solo recuerdo de lo que vi en aquel vídeo me da escalofríos cuando Gea dice eso- Estoy encantada de ayudar como sea. Pero... que no se vuelva a cometer un fallo así. Si le pedí a Stone que te trajera esta noche... esta es una de las razones - el tono que utiliza hace que los cabellos de mi nuca se ericen. Natalia solo asiente, agachando la cabeza. - y bien, - continua esta vez dirigiendo la mirada a la mía - ¿qué necesita señor Stone?

- Como ya le comenté, necesito... - miro alrededor sin saber muy bien quien podría escucharme.

- No se preocupe, nadie nos escucha. - comenta muy segura y con esa maldita sonrisa, que comienzo a odiar, en la cara. Me enseña entonces un pequeño aparato que lleva en su bolso, tambien blanco. Parece un anulador de frecuencias o algo por el estilo, lo que significa que probablemente Purvis y el resto de los agentes ahora mismo son ciegos y sordos.

Nos comienzan a poner los platos en la mesa y las mujeres agarran sus tenedores mientras yo sigo sin terminar mi frase. Me coloco entonces en la misma posición que Gea, con seguridad y sujetando los cubiertos, que se dirigen hacia una gamba para comenzar a cortarla y comerla.

- Si nadie nos escucha... entonces hablaré con claridad. - y me meto un trozo de gamba, cubierta de una suculenta crema, en la boca. Mastico, sin prisa mientras Gea hace lo mismo. - Hay un hombre, de la competencia. Aún no le daré un nombre, pues debo estar seguro de que esto va donde ha de ir...ese hombre, ese rival - continúo exponiendo entre bocados - me está dando muchos problemas. Demasiados dolores de cabeza. Me ha jodido un par de tratos muy importantes, y es algo que no puedo tolerar. Habitualmente me encargaría con mis propios medios, de forma totalmente legal, pero...- niego con la cabeza.

- No hay nada que pueda hacer si es de forma licita, ¿cierto, señor Stone? - expresa Gea, y yo asiento dandole la razón.

- Por eso no estoy acostumbrado a trabajar con gente de su naturaleza y soy algo reacio aún, no se ofenda.

- No me ofendo. - dice tras una carcajada- Le comprendo. Después de todo... ¿cómo iba a confiar en personas como yo después de lo que le pasó a usted?

Y ahí está, el momento que me esperaba. Sabe quién soy, me recuerda y puede que incluso me esté tentando a que yo la recuerde a ella, que quiera saber si la reconozco, después de tantísimos años. Dejo los cubiertos, pues he terminado mi plato, y entonces noto a Natalia, que nos mira a uno y a otro.

- ¿A qué se refiere exactamente? - pregunta la pelinegra.

- Bueno... tu prometido tuvo un encontronazo con mi estilo de trabajo hace bastante tiempo, pero como en calidad de victima, me temo.

- ¿Está diciendo que usted tuvo algo que ver o que simplemente sabe del tema por alguna especie de historial? - pregunto con tranquilidad.

Ella sonríe más ampliamente y nos retamos con las miradas mientras el camarero retira los platillos y otro coloca frente a nosotros el siguiente plato. Gea no contesta mientras volvemos a coger los cubiertos y comenzamos a comer de nuevo.

- Hay... historiales, como usted bien dice. - pero no responde realmente a la pregunta.

- Vaya... Si, pero bueno, no debió de ser muy grave, pues aquí estás un hombre fuerte, inteligente y poderoso. - comenta Natalia y dejo los cubiertos de golpe.

He perdido los nervios, por un segundo y debido de nuevo a la maldita Natalia. No tiene idea de por lo que he pasado. Sabe a qué se dedica esta mujer y su gente ¿y se atreve a decir "no debió de ser muy grave"? Las personas son productos, como bien dijo Gea hace un rato, por lo que lo que me ocurrió también lo fue. Mi estado mental, el sufrimiento de mi familia y todo lo que viene con eso es fruto de estas personas, de lo que me ocurrió a mí y a mi hermano. La ansiedad, la depresión, el miedo, la impotencia... todos los traumas son gracias a estos monstruos, gracias a Gea, ¿Y Natalia se atreve a decir eso? Intento serenarme y sonrío de lado a Natalia. No puedo evitar colocar mi mano izquierda, la que está más cerca de ella, tras su nuca. Juro por dios que las ganas de estampar su cara contra la mesa son muy fuertes, pero me atrevo a decir que tengo el control, aunque en mi cabeza reproduzco la imagen de ella contra la mesa, entre llantos, pero la realidad es distinta pues solo le acaricio el cuello. Vuelvo a coger los cubiertos como si nada y comienzo el segundo plato ante la atenta mirada de Gea. Natalia en cambio, come, ajena a mis pensamientos.

- A eso le llamo autocontrol. - comenta en voz baja la rubia.

Ni siquiera sé si Natalia ha escuchado su comentario, pero me la trae floja. Estoy comiendo unos buñuelos de pulpo con tranquilidad y en silencio hasta que acabo el plato. Las dos mujeres han hecho algún que otro comentario, especialmente Natalia, que se ha puesto a hablar con Gea sobre lo asqueado que estoy estos días por el estrés de mi trabajo y por culpa de ese hombre imaginario. Si ella supiese que en realidad es por toda esta situación y por ella misma otro gallo cantaría.

- ¿Entonces - habla Gea dirigiéndose a mi de nuevo- quiere que eliminemos a un hombre, pero no quiere decirme aún su nombre?

- Aun no, antes he de saber cómo, donde, cuando y quien realizará el trabajo por el que voy a pagar. Imagino que usted solo se encargará de elegir al... asesino, - decido decir sin rodeos - imagino que elegirá al más indicado para el tipo de trabajo.

- Así es.

- Pues no quiero que muera desde lejos, no quiero un jodido franco tirador ni nada de eso. Quiero alguien que se ponga frente a él y le hable. - digo golpeando la mesa con mi dedo índice para remarcar mis palabras - Le diga que lo que le ocurre es por mí y que no me arrepiento.

- Me parece bien. - hace un gesto afirmativo con la cabeza y coloca los codos sobre la mesa mientras su cabeza se apoya en sus manos, las cuales se han juntado cruzando los dedos. - Tengo a varias personas que pueden hacer el trabajo. Carla sin duda...

- Nada de mujeres. - me niego sin dejar que acabe de hablar - No quiero que lo último que vea pueda ser una cara bonita. - digo intentando que piense en Hook y su horrible cicatriz.

- Entiendo. - sonríe - Vale. No he traído a las personas en la que estoy pensando en este momento, pero... hablaré con varios de ellos y les daré la información que usted me pase.

Gea saca una tarjeta de visita con un email escrito en ella y me lo pasa por encima de la mesa, para poder mantenernos en contacto imagino. Me fastidia que no piense solo en Hook al tenerme frente a ella y decirle precisamente que quiero un hombre para el trabajo, alguien que no sea muy atractivo de ver. ¿Cuántos de ese estilo trabajarán para ella? Debo pensar en otra cosa para que Hook sea el elegido. Los camareros ya han retirado los platos y se dedican a poner frente a nosotros los postres. Guardo la tarjeta, la cual le agradezco, en el bolsillo de mi chaqueta. Comenzamos entonces, como si nada, a comer los postres. Pensaba que la tarta de chocolate mexicano me sentaría bien y me agradaría, pese a que su sabor es exquisito la situación y la conversación hacen que no me agrade en absoluto. Miro mi reloj, mientras las mujeres comentan si van a pedir un café o no para acompañar sus respectivos postres, y pienso en que Purvis debe estar de los nervios sin saber que ocurre en el restaurante. Natalia comienza a comentarme que sería maravilloso que también pidiera confirmación visual, un video del asesinato del hombre al que deberían matar. Niego, pues no es lo que quiero, jamás querría tal cosa. Está claro que está intentando conseguir algún video más para su filia a mi costa.

- Solo quiero eliminar el inconveniente, nada más. - le digo algo molesto.

- Niña... - le llama la atención Gea - Que tu pidieses ese pack con la mujer aquella no significa que todos lo hagan.

Y me quedo tieso al escucharla. Sabía que había sido ella, pese a que no estábamos realmente convencidos, y eso que dice Gea solo confirma todas nuestras sospechas. No hacen falta nombres, pues todos en esta mesa sabemos de quien habla. Natalia ríe como si nada, dándole la razón a Gea, que está muy acostumbrada hablando de asesinatos y violaciones, por lo que parece.

- Así que... sí fuiste tu. - comento mirando de reojo a Natalia, que deja de reír cuando se da cuenta de lo que acaba de pasar - ¿Por qué no me lo contaste?

- Bueno... ya sabes...

- No, no sé...

- Era tu secretaria. Así de simple. - comenta enfadada.

Tiene cojones que sea ella la que de repente se siente ofendida. No solo mandó asesinar a mi chica, a mi mujer, a Moxie... sino que acabó con la vida de una inocente, dejando sin madre a un pobre niño. Me carcajeo sarcásticamente mientras me tapo la boca con la mano, pues seguía comiendo la tarta. Me limpio con la servilleta y le digo que no ocurre nada, que lo que me molesta es que no me hubiese contado que había sido ella. Pero estoy molesto con ella, jodidamente cabreado.

- Niña. - vuelve a llamarle la atención Gea - Será mejor que te marches.

- ¿Disculpa? - dice la mujer impresionada, y yo tambien me quedo extrañado.

- Está claro que pones nervioso al señor Stone, lo enfadas una y otra vez... necesito hablar con él en un ambiente más relajado para poder cerrar nuestro trato. - se acerca un poco a ella - Te agradecería, que puesto que ya hemos acabado de cenar, te marchases. El señor Stone y yo saldremos a la zona de bar para tomar una copa mientras me comenta todos esos: como, cuándos y dóndes.

Natalia se levanta poco a poco, mirándome como si esperase que le dijera que se quedase, en cambio solo hago un gesto con los hombros y me pongo de pie, al igual que Gea, para marcharnos a la zona de bar. Obviamente Gea tiene buen ojo. No sé porque nos ha citado a ambos a cenar exactamente, es algo que no comprendo, quizá quería averiguar algo, quien sabe. Sigo a la mujer vestida de blanco hasta una terraza cubierta y oscura, donde las luces brillantes de la ciudad nos dan la bienvenida como si se tratasen de estrellas en el cielo. Se acerca hasta la barra y poniéndome a su lado puedo ver como Natalia se marcha completamente enfadada.

- ¿Ahora si puedo pedirte ese Macallan?- pregunta la rubia con la sonrisa permanente y yo asiento.

El camarero tras la barra escucha el pedido de la mujer y ambos esperamos las copas. Apenas hay gente en la terraza, pues hace bastante frio fuera, pero a mí no me molesta el frio, al contrario. Notar ese golpe, el cambio de temperatura con respecto al interior del local, me hace sentirme mejor. El Macallan frente a mí, esta vez sin hielo, se me antoja más que apetecible en este momento, especialmente preparado para calmar mis nervios. Gea levanta su mojito y me anima a hacer lo mismo con mi copa.

- Brindemos porque nuestra relación sea fructífera.

- Si... - y un pensamiento cruza mi mente tras golpear ambos cristales - ¿y si quisiera... que le ocurriese algo a ella?

Gea baja su vaso y por un momento su sonrisa se apaga y entrecierra sus ojos. Aún no la miro directamente, sigo pendiente del vaso en mi mano. Muevo un poco el líquido en su interior y chasqueo la lengua antes de prestar mi atención a la mujer.

- ¿Y si quisiera que ella muriera, igual que lo hizo McGrath?

- ¿Exactamente igual? - pregunta sabiendo que me refiero a Natalia.

- Con el mismo autor incluso, para que vea lo que realmente viene a por ella y que le va a ocurrir...

Gea muestra una sonrisa macabra en la cara y vuelve a acercar su copa a la mía, golpeándolas.

- No hay problema, solo dime cuando y donde, pues ahí ya viene el cómo y el quien.

Ambos bebemos de nuestras respectivas copas tras el brindis y yo me dispongo a explicarle todo lo que necesita saber ahora y acordar el pago. Supongo que mandar asesinar a Natalia puede ser la excusa perfecta para sacar a Hook de su madriguera e intentar acabar con él de una vez por todas.


Moxie #Stone1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora