desde su paradero podía ver claramente como su delineado perfil y bien marcado mandíbula se tensaban con el pasar de los segundos, podía sentir incluso desde donde estaba él lo irritado que estaba, pero no le sorprendía el hecho de ver cómo sus nudillos se comenzaban a tornarse amarillos por toda la fuerza que emanaba sino que lo que mas le hacía tener una impresión bastante descarada era poder ver lo exitosamente lindo que se veía, eventualmente se arrepentía de tener aquellos pensamientos tan ingratos, pero la dura realidad era que no estaba del todo éxtasis del porqué de absolutamente todo, quizá la realidad era que no podía imaginarlo de otra forma, como por ejemplo; triste. porque en lo único que podía reflejarse en si mismo era felicidad y tal vez, a veces un poco de exitacion con las hormonas; ese era el maldito problema, y es que con tan solo verlo hacer una mueca de algo, su corazón comenzaba a palpitar y su cuerpo necesitaba poder sentir sus manos sobre él.
chasqueo la lengua y comenzó a caminar hacia donde estaba él, la distancia no era mucha pero sorprendente para sunoo si lo era, mas aun con la mirada atenta de sunghoon; aquellos ojos que lo petrificaban con el pasar de los segundos, algo que cuando era extrañamente normal lo hacía inormal porque siendo sinceros para sunghoon siempre estar con sunoo era algo inormal por el hecho de tener tantos pensamientos involuntarios que aunque tratase de no tener, simplemente no podía detenerlos.
al llegar y ponerse a su par tuvo que obligarse a levantar la cabeza para poder verlo perfectamente, sonrió encarecido al ver la sonrisa de sunghoon, tomo su mochila y emprendió el camino que anteriormente estuvo repasando, bueno no tanto, técnicamente porque era algo normal pero estado al lado de sunoo hacia olvidarse de todo lo que rodeaba por su cabeza día y noche.
—Bien, primero que nada, pondremos reglas, ¿si? — observó como sunghoon asintió rápidamente como niño chiquito—. Primero: dormiremos en camas separadas, en caso de que no tengas algún colchón o algo, entonces pasaremos a la regla número dos: tendré que dormir contigo, ¡pero! no podrás tocarme ni nada por el estilo.
—¿ay si pido permiso y me dices que si?
—B-bueno, en ese caso... ¡Espera no! Ni en tus sueños te dejare tocarme.
—Ta verás que no podrás mantenerte en calma.
—Seguro.
ironizó, pero estaba casi seguro que iba a ser él quien tenga la necesidad de estar acurrucado a la par de sunghoon.
no sabía en qué momento había accedido y aceptar tener una “pijamada” junto con sunghoo, ni mucho menos se le pasó por la cabeza tener que estar a solas con él porque su padre —sorprendentemente—, tenía que trabajar en turno nocturno, bien estaba seguro que todo esto era obra de la imaginación de sunghoon y que sunoo, como siempre siendo un idiota, teniendo que seguirlo. pero tampoco iba a imaginar que las cosas iban a terminar de tal forma, estaba seguro que si trataba y obligaba a si mismo, no iba a perder la poca cordura y dignidad que le quedaba.
ambos caminaron hasta lo que parecía el porsche de la casa, saco las llaves y rápidamente la puerta se abrió, un rico aroma le indundo las fosas nasales inmediatamente, pero no podía identificar perfectamente a que olía la casa, pero tampoco era algo en lo que estaba completamente concentrado, toda su atención se veía reflejado en las acciones hábiles de sunghoon, quien solo estaba tomando sus cosas y subiendo las escaleras para dejarlas en su habitación, al parecer.
tomo su celular y se quedó perplejo en su lugar sin siquiera mover un solo dedo, se sentía indefenso y ajeno a todo aquello, como si de una alma en pena en búsqueda de algo en específico.
trago seco y observo a sunghoon, hizo su cabello hacia atrás y relamio sus labios a medida que bajaba cada escalón, el sol naranjozo se estaba reflejando en cada baldosa lustrada, estaba casi seguro que no faltaba mucho tiempo para que la noche cayera por completo, lo extraño era que no sabía porque estaba del todo incómodo estando a solas con sunghoon, porque vamos a ser realistas; habían estado más de una sola ocasión a solas, pero la diferencia ahora es que no tenía escapatoria alguna. la inocencia del momento los llevaba a hacer cosas que en su vida habían hecho, como por ejemplo: hacer galletas. suena ilógico, pero la verdad era que nunca en sus vidas habían cocinado alto por si solos.