ᴄᴜᴀʀᴇɴᴛᴀ

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Seis meses (de embarazo)
 
—¿Por qué no quieren? -bufé.
 
—Que aburrido hacerte masajes en los pies -rió Mitch.
 
—Paso -rió.
 
—Bien, llamaré a Ashley y vamos a ir donde el amigo de Thom porque él da unos masajes increíbles.
 
—¿Por qué no me preguntaste a mí? -dijo Cole con el ceño fruncido.
 
—Porque no lo vas a hacer -murmuré incómoda.
 
—Amor...
 
—No, iré a que me den algún masaje y luego volveré -me paré del sofá en compañía de mi gran estómago.
 
—¿Puedes dejar de ser infantil y dejar que te haga masajes? -preguntó Cole, iba a responder algo, quería hacerlo pero no estaba dispuesta a comenzar una pelea frente a los gemelos.
 
—Ya no quiero masajes, iré a nuestra habitación -susurré y salí de la habitación y esperar respuesta.
 
"No salgan de aquí" fue lo que escuché de Cole cuando ya estaba comenzando a subir las escaleras.
 
Sabía que Cole venía atrás y aún así no intenté parecer sexy, se había acabado ya. Me tiré a la cama y comencé a hacer masajes en mis pies, no era tan difícil después de todo.
 
—_____, tenemos que hablar -dijo Cole cuando entró a la habitación. Esa frase es tan cliché como "No eres tu, soy yo"
 
—Puedes hablar -quería dejar de ser sentimental y llorar por todo pero maní no me apoyaba en esto.
 
—¿Qué pasa? ¿Estoy haciendo algo mal? Puedo cambiarlo pero tienes que hablar conmigo.
 
—No estás haciendo nada mal, Cole. Es sólo que no me siento cómoda estando así contigo -si terminábamos la única culpable sería yo.
 
—¿Así cómo? Si te refieres a estar embarazada estás equivocada, imagínate lo sexy que es pensar en como maní entró allí -sonreí y lo miré.
 
—¿Todavía me amas?
 
—Ajá.
 
—¿Aún con este bulto?
 
—Aún con eso -me paré con un poco de dificultad y corrí hasta el para estampar mis labios en los suyos.
 
—Yo también te amo y perdón por ser una inútil -susurré.
 
—Pero eres mi inútil -sonrió Cole.
 
—Bueno, yo esperaba que dijeras no eres inútil pero eso también sirve -Cole puso ambas manos en mis mejillas y las apretó.
 
—Te amo -sacó su lengua y la paso por mi mejilla.
 
—¡Iugh! -exclamé tratando de soltarme pero lo único que gané fue su lengua en mis labios.
 
—Te amo -volvió a decir dando besos en mis labios.
 
—¡Y yo también!
 
—¿Crees que los gemelos se queden abajo?
 
—¿Para qué? -fruncí el ceño y Cole sonrió.
 
—Porque las noches son realmente latosas y en el día es más caliente hacerlo.
 
—¿Lo quieres hacer? -abrí los ojos sorprendida.
 
—Oye, yo siempre te la quiero meter -golpee su brazo y Cole rió— ya me acostumbré al dolor.
 
—¿No te importa que el estómago esté entre nosotros?
 
—Que no -sonrió y corrió hasta la puerta para ponerle seguro.
 
¡Esto era tan caliente, Dios! ¿Volvió mi hombre que piensa sólo en sexo? ¡Por favor!
 
—No sé como hacerlo -admití, Cole se tiró a la cama y sacó su camisa.
 
—Sólo saca toda tu ropa -susurró, Cole estaba sólo con bóxers ahora. Me di media vuelta y saqué mi polera seguido del sujetador. Me senté en la cama de espaldas a Cole, no podía hacerlo si no tenía confianza conmigo misma.
 
Segundos después los labios de Cole estaban sobre mi espalda. Podía sentir su erección allí y era tan caliente.
 
Saqué mis pantalones y bragas rápido, si no era en ese momento no lo haríamos hasta después de maní.
 
Cole volvió a acostarse y me puso sobre él con cuidado.
 
—¿Yo arriba? -pregunté nerviosa.
 
—Sí -dijo seguro. Subí mis hombros y sentí la erección de Cole en la entrada— _____, no puedes gemir -río— ¿La meto, no te incómoda? -¿Estaba más caliente que una rana y el me pregunta si me incomoda?
 
Que hombre.
 
—No, Cole -reí y Cole levantó sus caderas.
 
Todo. Dentro. Oh. Dios.
 
—No gimas -volvió a reír— tiene que ser rápido porque están los gemelos así que tienes que dar de tu parte ¿Vale? Prometo que en la noche estaremos hasta tarde con esto porque yo también lo necesito.
 
—Vale -gemí. Cole río y comenzó a mover sus caderas al compás de las mías.
 
¡Jesús, María y José!
 
—Estás más apretada -gruñó Cole.
 
—De lo que te has perdido por tarado -reí mordiendo mi labio inferior. Cole no respondió y comenzó a tocar mis pechos. Aún no había leche pero pronto sí.
 
—Puta madre -gimió.
 
Moví mis caderas rápidamente y eso pareció volverlo loco.
 
En parte extrañaba que lo hiciéramos pero no por el placer, era sólo por la forma en la que me sentía cuando lo hacíamos, el amor que nos entregábamos y el cuidado que tenía mi chico.
 
Cole bajó su mano hasta mi punto de placer, comenzó a jugar allí y fue cuando todo explotó.
 
Ese fue el mejor jodido orgasmo de mi vida.
 
Cole soltó el tan conocido aire de sus mejillas cuando se descargó dentro de mí.
 
—Cole, eres un Dios -reí y besé sus labios.
 
—Te amo -lo miré extrañada y asentí con una sonrisa, aliviada conmigo misma.
 
Cole nunca me dejó de amar.
 
...
 
En la tarde fuimos a comer junto con KJ, Ashley y las gemelas. Había sido entretenido y la comida estaba exquisita.
 
Cuando llegamos a casa los gemelos se fueron a dormir porque mañana era día de escuela. Yo los seguí y me quedé dormida.
 
A la mañana siguiente me desperté con pequeños besos en mi cuello, abrí los ojos asustada.
 
Cole.
 
—Hey -susurré cubriendo mi rostro con las almohadas.
 
—¿Cómo te sientes? -cepilló mi cabello con sus dedos.
 
—Bien ¿Tú?
 
—Genial.
 
—¿Los gemelos ya despertaron?
 
—No. Tengo un regalo para ti, levántate -ordenó mientras se levantaba, me puse de pie también con la polera del pijama casi fuera haciendo que se notara parte de mis pechos, Cole rió y la arreglé mientras bufaba.
 
—¿Qué es?
 
—Si no te gusta me mato.
 
—¿Por qué? -reí tocando su espalda.
 
—Porque gasté dinero en eso, siempre lo has querido o al menos lo querías a los 16.
 
—¡¿Una tarjeta sin tope para tiendas?! -chillé.
 
—Ah, no _____.
 
Eso es lo único que recuerdo haber querido a los 16. Cole se puso detrás mío y tapó mis ojos con sus manos.
 
—No me gusta que hagas esto -traté de morder su mano pero no pude.
 
—Uno... dos... y... ¡Tres! -sacó sus manos y mis ojos se abrieron de golpe.
 
¡El auto que siempre he querido!
 
—¡AAAAAAAAH, COLE SPROUSE ERES LO MEJOR DE LA VIDA! -chillé tirándome a sus brazos con cuidado.
 
—¿Te gustó? -una sonrisa apareció en su rostro.
 
—¡Y con rosas! Dios mío Cole, te amo -besé sus labios muchas veces.
 
—Tienes que verlo por dentro -lo miré antes de correr hacia la puerta. ¡Era blanco!
 
—Woow -toqué el volante y el freno. Era un sueño.
 
—¡La parte de atrás! -gritó. Giré la cabeza y mis ojos se inundaron de lágrimas al ver una silla para bebés y una pantalla. Me bajé del auto y abracé a Cole.
 
—Lo amo pero ¿Qué debería hacer con tres autos? -reí, tenía mi antiguo auto, el auto seguro y este.
 
—Puedes vender tu primer auto -murmuró— Y cuando quieras salir con los tres niños puedes salir en la camioneta, este es para cuando te quieras lucir con el resto.
 
—¡Cole!
 
—¿Cómo va mi pequeño maní?
 
—No puedo creer que falten tres meses -susurré.
 
—Aún no estoy seguro sobre el nombre -bufó Cole.
 
—Me gusta Samantha, como princesa Sami -dije emocionada.
 
—Aun quedan tres meses -dijo despreocupado y caminamos juntos hasta la cocina.
 
— ¿Me vas a hacer desayuno? -sonreí.
 
—Vale, ¿Qué quieres?
 
—Quiero tostadas con huevo y pequeño maní quiere cereal.
 
—¿Tengo qué hacerte ambos, cierto?
 
—Sí -reí.



ғɪɴ ᴅᴇʟ ᴍᴀʀᴀᴛᴏ́ɴ

Se acerca la final de esta historia😿

ᴅᴀᴅ || ᴄᴏʟᴇ sᴘʀᴏᴜsᴇDonde viven las historias. Descúbrelo ahora