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Capítulo 41

Mi buen Amor – Mon Laferte.

En medio de la oscuridad del universo, entre los escombros de los futuros planes de un vil emperador que busca el poder de la manera agresiva, pero pacifica posible.

Tania se encontraba descansando, después de la última misión y el hecho de que uso toda su quintaesencia sumando a la extracción agresiva de ella, ocasiono que su cuerpo estuviera débil, causando un insomnio que no la dejaba dormir.

Entre esos pensamientos buscaba aquellos recuerdos borrados que le provocaban un confusión y soledad, siendo el deja vu de su niñez que, para ella, no necesitaba recordar. Las ideas negativas hacían que cualquier cosa que sintiera fuera más duro de aguantar o controlar.

Agonizaba del dolor entre sus costillas, en silencio sostenía esa pequeña parte de su cuerpo que extrañamente ardía incesantemente lo que le parecía extraño ya que no había sangre o alguna quemadura en ella.

– Ugh... – se quejó.

Era insoportable.

Estaba harta, no era la primera vez que no dormía a causa del insomnio, esperaría unos minutos más y ver si lograba conciliar el suelo si no, tomaría una pastilla extraña que Coran le dio para dormir, era pequeña casi igual a una semilla de girasol, no quería depender de ella por lo que opto en no tomarla.

Unos minutos después, la puerta metálica de la habitación sonó levemente ¿Quién estaría en el lugar a estas horas de la noche? ¿Estaria delirando del dolor?

Salio de la cama aun sosteniendo su costilla, no abrió, solo coloco su cabeza en la puerta esperando alguna respuesta y fue otro golpe más.

Había alguien esperándola.

– ¿Tania? – llamo el chico en silencio. – ¿Estas despierta?

Era imposible, ¿Como llego hasta el castillo? Viajo tanto ¿para qué? Para verla, ahora estaba ilusionándose o ¿era la realidad? Esta vez, puso su pequeño oído en la puerta, escucho con cuidado y pregunto. 

– ¿Keith?

– Hola. – dijo aliviado. – ¿Puedo pasar?

Abrió la puerta con todo el silencio posible y ahi estaba, aquel chico que se miraba totalmente diferente; estaba más alto, levemente más musculoso y su cara se veía más seria pero no perdía esa sonrisa que siempre le daba cuando la veía.

Sus ojos siempre la hipnotizaban y el hecho de verlos en la oscuridad hacía que se vieran más lindos y llamativos, juraba que tenía una luz que deslumbraba el lugar. 

– ¿Qué haces? – dijo dejando entrar al chico. – ¿No te meterás en problemas?

Cerro a sus espaldas la puerta, asegurándose de tenerla con llave, había tenido varias pesadillas y eso causaba varios momentos paranoicos.

El chico la vio y la abrazo sin pensarlo, sus brazos eran suaves y cálidos, extraño aquellos abrazos para reconfortarla y el hecho que se sentía diferente junto a él, hacia que la situación fuera más especial.

– Te extrañe muchísimo.

oh.

Tania correspondió el abrazo y juraba jamás soltarlo, aunque la vida se desmoronara. Le traía recuerdos de como el chico la cuidaba cada que podia, como ambos hablaban hasta por los codos, las anécdotas que él le compartía y vice versa.

– Yo también. – confeso igual.

– Me alegra oír eso.

– ¿Te quedaras? – pregunto.

El Allegado del Blanco. [Voltron Fanfiction]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora