Chapter 8

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Mari's notes
Solo digo que a la gente que no le guste este tipo de capítulos en las historias a la gente, pasen a otro capítulo y listo.

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Estaba cansada, quería dormir, pero con Tom era imposible.

Me senté en su cama, era blanda y cómoda.

Se acercaba poco a poco a mí, lectores.. ¿La lotería de que un chico guapote y bueno se acerque a mí?
Supongo.

Se puso en cuclillas agarrandome una mejilla con su mano, lo que yo pude ver más detalles de su rostro: sus ojos miel penetrantes que clavaba su mirada en todo mi rostro llegando a mi labio dándole la oportunidad de hacer lo mismo que yo, ¿desde cuando el puto Kaulitz tenía un piercing en su labio inferior?

Me besó.

Estaba en el puto cielo, me había besado un chaval buenorro y tenía la suerte. No se a que había llegado a esto con tan solo una clase y muchas quedadas de conocernos.

Al punto, su lengua trabajaba en mi boca mientras sus labios besaban profesionalmente los míos, mordiendo los míos haciéndome un pequeño corte con sangre que no le damos importancia.

Su piercing frío en mi boca era curioso, pero se sentía bien.

Su lengua batallaba con la mía fácilmente para ver quien ganaba en este lío.

Su cuerpo se iba subiendo al mío tirándome a su cama, dándome la opción de enrollar mis piernas en su cadera para quedar mejor agarrada.

Mientras que era mi primera vez besando y todo lo que hacía era descolocado, lo suyo se sentían como en las putas nubes, sintiendo un placer excelente.

-No..-en vez de negarme parecía más un gemido.

Levantaba mi vestido poco a poco, deslizándose por mi curvado cuerpo mientras no paraba de besarme y él hacia lo suyo con su ropa.

Luego de eso, estábamos en ropa interior, comiendonos con la mirada.

-Nos van a pill- -Me interrumpió acercándome a él para seguir dándome un camino de besos hasta mi clavícula, seguidamente a mis pechos.

Sacó uno del suéter, masajeandolo con una mano mientras dejaba marcas suaves sobre mi cuello y más abajo.

Terminó quitándome toda la parte interior de arriba, quedando mis pechos al aire.

Observaba mis pechos con una cara de satisfacción un tanto rara, al instante se metió un pecho en su boca ansioso como si un bebé estuviera hambriento y necesitara leche de su madre, mientras que con el otro pecho lo masajeaba delicadamente, no tendría intenciones de lastimarme.

Soltaba sollozos mezclados con gemidos, me intentaba morder el labio para no soltar ninguno alto y que nos pillaran.

Empezaba a soltar gruñidos un poco roncos, lo que hizo que me mojara en mi parte íntima.

¿Qué hacía este chico para ponerme así joder?

Fue a meter la mano en el pequeño tanga de lencería que llevaba.

Mi profesor de guitarra ; Tom Kaulitz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora