Chapter 12

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Tom Kaulitz

Me desperté en el mismo sofá que me dormí.

Encima tenía a Annie dormida tapada con la manta.

Esta chica era guapísima, tengo que admitirlo.

Me levanté intentando coger a Annie para tumbarla en el sofá y que siguiera durmiendo.

Directamente andé hasta la cocina que estaban los chicos como siempre tirándose pan y ensuciando todo, éramos como una familia; yo el padre que tenía que gritar para que los niños no se mordieran.

¿Que se me podría ocurrir para hacerle de desayuno a Annie?

Me paré en medio de la cocina para adentrarme en qué había en cada mueble que yo supiera hacer.

—Bill—Llamé.—¿Qué le hago a Annie?—Pregunté mientras los otros me observaban con alucinación.

—¡Déjamelo a mí!—Asentí mientras veía a Bill cocinar. Me sabía un poco mal que lo hiciera él, mi plan era hacerlo yo pero no sé ni freír un huevo.

Al final quedó mejor de lo que esperé, y se lo puse en una bandeja decorada de cubiertos y tal.

Al final quedó mejor de lo que esperé, y se lo puse en una bandeja decorada de cubiertos y tal

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Bueno sí, Bill es Bill.

Agradecí con la cabeza hacia el gesto de Bill tan amable. Nunca me separaré de mí hermano, y si digo nunca, es nunca.

Nuevamente ahí tenía enfrente el rostro de Annie dormida. Mi querida Ratatouille. Contexto del nombre: me da pereza.

Deje la bandeja del desayuno a su lado dejando que se despertara poco a poco.

En un momento sus ojos ya estaban despiertos. Cuando se estirazaba y bostezaba daba una ternura como para estrujarla.

Reía sin parar al ver el plato.—¿Para mí?—Asentí y hizo una mueca de "aww"—No tenías por qué.—Reía.

Me gustaba su sonrisa, más bien, me gustaba verla sonreír.

Empezó a comer y seguidamente me metía trozos de fruta a mí también. Al final, los dos disfrutamos y no lo puede negar.

Le entró una llamada de un chico "Matías" no debía de ponerme celoso, era su hermano, y gracias a él sabemos su historia sin que ella sepa.

Dime Mat.—Contestó metiéndose más trozos de fruta en su boca haciendo que se termine rápidamente el plato.
—¿Qué vaya? —Suspiró.—¿¡Obligatorio joder!?, ya voy pesado, te quiero.—Colgó.

—¿Te tienes que ir?—Pregunté más directo que indirecto.—Ve, yo me encargaré de todo.

—Síi,—Respondió a mi pregunta.—Lo siento, tengo que irme pero luego volveré.—Sonreía como siempre y se fué despidiéndose de mi con un beso.

Mi profesor de guitarra ; Tom Kaulitz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora