Mi profesor de guitarra ; Tom Kaulitz

Chapter 29

Llegué al crucero con demasiadas lágrimas en mis ojos.

Los chicos me perseguían por los pasillos intentando alcanzarme.

Llegué a mi habitación y allí estaba Tom buscando por todas partes hasta que me vio y se paro.

En un tiempo se acercó rápidamente a abrazarme.

Lloraba desconsoladamente, no me quería ir de allí.

Los chicos nos miraban con preocupación.

Tom me besaba, me abrazaba, me consolaba, pero nada de eso quitaba mi llanto.

Los chicos hacían lo mismo, Nessa no venia, ni tampoco la quería cerca.

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—¿Ya le has quitado las pastillas?—Decía el hombre.

—Sí, llorando está por allí.—Reía la rubia.

—Perfecto, cuando se vaya mañana en el vuelo provoca a Tom todo lo que quieras, será tuyo y Annie mía.—Replicaba otra vez.

—Perfecto, buenas noches.—Colgó la chica.

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Tom me ayudaba a quitarme los zapatos, ponerme una ropa con la que mañana me despertaría para el vuelo ya pagado y me guardaba todo en la maleta, con aún lágrimas en mis ojos.

Sonará exagerado pero era emocionante estar en el primer tour de los chicos, y no quería irme de esa experiencia inolvidable.

Ahora no tenía la mente como para pensar en quien había sido, pero quien fuera, sería un tipo horrendo.

Nos acostamos en la cama y yo ya no tenia lágrimas para soltar ni para expresar.

Tom y yo nos abrazabamos mutuamente, serían unas dos semanas sin poder abrazarnos, besarnos, vernos, sentirnos.

Tom me hacía tener paz y tranquilidad, pues a los segundos me dormí en su regazo; yo estaba tumbada en su regazo y el también estaba tumbado mientras que acariciaba mi cara.

Sentía que algo iba a pasar en estas dos semanas que no estuviera con los chicos.

Llego la mañana que me tendría que ir, la alarma de mi móvil Sonó y levanté la mirada para ver a un Tom preocupadamente dormido.

Seguidamente él se despertó por el ruido, no la había quitado contar de verlo por una última vez.

Se estirazó e hizo el típico ruidito que hacemos todo para estirazarnos, se veía tierno.

—Buenos días Aniquilla.—Otro apodo de los suyos que le gustaba tanto ponerme.

—Buenos día dormilón.—Me burlé refiriéndome de verlo dormir.

Este reía conmigo. Nuestras últimas sonrisas hasta que nos volvamos a ver.

Mientras hablábamos, nos vestiamos. Él me quería acompañar hasta el aeropuerto.

—Em-—, Pausó Tom.—Bill es muy sensible, como te vea salir...—Sobrepensó.

—¿Y que haremos?—Paré en frente suya.—No no, da igual. —Respondió.

Seguimos hablando hasta la hora de irme, estaba apenada y era mejor no verlos (a los chicos) porque sabiendo como son, harían un montón de drama.

Silenciosamente salí con mi maleta y con el menor ruido posible.