Capítulo 1

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Mi atención se posa en Alice quien padecía un raro trance que asustaba. No parpadeaba y tenía ligeramente la boca abierta. ¿Tenía una amiga algo necesitada acaso? Espero que no, pero si lo fuera no me molestaría. Las chicas gritaban y aplaudían, mientras uno que otro chico, como los del equipo de fútbol americano, fruncían el ceño disgustados, se ve que aquel profesor no era para nada querido por aquel grupo. Pero, debo admitir que no estaba nada mal. Espera, ¿eso lo pensé yo? Jamás tenía esos pensamientos de: Está bueno, etcétera, etcétera. Era ridículo, las chicas que hablaban de esa manera me parecían... algo necesitadas, sin ofender.

Me río internamente ya que solo estoy bromeando con lo de necesitadas. Vuelvo mi mirada al frente y el profesor sonreía de oreja a oreja, que no pude evitar inspeccionarlo por completo. Era alto, elegante y atractivo. De un momento a otro nuestros ojos se conectaron por un largo segundo, uno de ellos se cerró dando entender que me había guiñado un ojo acompañado de un semblante incómodo al cambiar su gran sonrisa a una de boca cerrada.

«Neriam, cálmate, tal vez ni siquiera era para ti».

Y así fue, voltee encontrándome con una chica rubia mordiéndose los labios. Qué asco. No creo que ese profesor se involucre con sus alumnas, ¿o sí? Por lo que sabía, eso era un delito y no creo que sea tan estúpido como para acceder a eso, aunque no podría culparlo pues aquí casi todas las chicas tenían un letrero en la frente que decía "fólleme, es consentido" literal. Me preguntaba cómo lidiaba con eso todos los días.

—Alice, ¿puedes dejar de mirarlo así? ¿Recuerdas que soy tu novio? —Preguntó Zac, levemente molesto por la mirada interesada de su novia hacia el profesor.

—Lo siento, cariño —se disculpa esta avergonzada, apartando la vista de inmediato.

—Luego hablaremos.

Los profesores se presentaron uno por uno, diciendo como era su modo de trabajo. Bueno, parecía interesante, de todas maneras, ni uno de ellos era un amargado o eso me pareció. El director Monroe, acabó con la apertura con un pequeño discurso de esos que te motivan lo necesario para empezar el semestre. Me agradó su forma de ser, porque decía todo concreto, ni más, ni menos.

Todos los que se encontraban en el gimnasio se retiraron dejándonos a los tres solos. Zac, Alice y yo. Zac tomó la mano de Alice y ambos se alejaron, sabía que tenían algo pendiente de que hablar y yo no tenía nada que ver ahí así que decidí ir al dormitorio... si tan solo supiera exactamente dónde es. Suspiré algo frustrada, recalcándome que recién era el primer día y no estaba tan mal después de todo. Este lugar era genial. Salí del gimnasio lentamente mirando por los pasillos tratando de descifrar hacía dónde debía ir. Pero nada. Ni una mínima idea pasa por mi cabeza, así que opté por ir por la derecha. Caminé, caminé y caminé, ¿y a dónde llegué? A la sala de profesores.

Estupendo.

Otro suspiro se escapó de mis labios. Pude seguir mi camino, pero un golpe en mi cabeza hizo que parará y cayera al suelo. Mierda. Toqué mi cabeza con mis manos aún en suelo. Sí que dolió.

—¡Oh, Dios! ¿Está bien, señorita?

Levanté la mirada encontrándome con unos preciosos ojos cafés y una mirada preocupada. El profesor Jackson se arrodilló al lado mío. No dije ni respondí nada, es más ni siquiera respiraba ya que estaba tan concentrada apreciando su hermoso rostro de cerca. Sus facciones eran únicas, me perdí completamente en sus ojos. El aroma que desprendía su cuerpo, vainilla mezclado con algún perfume varonil, inundó de manera exquisita mis fosas nasales una vez que inhalé desde que me percaté de su presencia. Su cabello rizado brillaba, parecía suave, no puede resistirme en tocarlo; sin embargo, cuando mi mano estuvo a unos centímetros, su dulce voz me hizo sobresaltar.

Lo Inalcanzable » m.j (#LI1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora