Capítulo 20

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Me separo de él con brusquedad y la vergüenza me invade al igual que el miedo en el instante que me percato que aún seguimos en la Biblioteca en donde pueden vernos. Siento una presión en el pecho cuando esa idea se filtra en mi cabeza, de sólo pensarlo la piel se me eriza enseguida.

Qué parte de "Voy a alejarme de él", ¿no entendiste?

-¿Por qué actuaste de esa manera esta mañana? -Su voz me sobresalta, tal vez por lo seria que suena.

-Por-Porque... no me sentía bien, es todo. -Digo lo primero que se me ocurre y le doy la espalda.

«Para tu pulso, Neriam, no dejes que se de cuenta de cómo te sientes cuando estás junto a él.»

-De acuerdo. Qué te parece si ahora me dices la verdad -pregunta indirectamente al pararse frente a mí.

-Esa es la verdad.

-Neriam...

-En serio, no pasa nada sólo un pequeño dolor de cabeza -lo miro y aquellos ojos cafés intentan descubrir la verdad de mis palabras. Un suspiro brota de sus labios y me es imposible no fijar mi vista en ellos.

-Dejaré de insistir, con una condición -dice con una sonrisa y junta sus manos.

Fruncí el ceño al escucharlo. ¿Condición? Me suena tentador lo que quiera proponerme pero no puedo aceptar... Aunque, puedo escuchar la propuesta y si no me agrada puedo negarme, ¡claro!

-¿Y cuál será? -Pregunto con un poco diversión.

-Quiero que salgas conmigo, este fin de semana. Viernes para ser exactos.

Mira reacción debió ser, posiblemente, lo más gracioso que haya visto en todo el día por la pequeña risa que se le escapa.

Quiere salir conmigo.

-Uhm... n-no puedo -me niego y veo decepción en sus facciones.

-Sólo así no insistiré.

-Lo que pasa es que... -intento pensar algo creíble pero no se me ocurre nada.

-Es que... ¿qué?

-Le dije a mis amigos que iría a casa, de hecho también me negué a salir con ellos.

-No hay problema, yo puedo llevarte a casa -se ofrece.

Niego. No hay forma de que él pueda llevarme a casa. No la hay.

-Oh, no me haga ésto por favor -muerdo mis labios con algo de fuerza y él ve mi acción con detenimiento.

-Entonces... ¿A las ocho en el estacionamiento?

¿En qué momento acepté?

-Pero yo no...

-Sería muy desagradable que no vayas, ¿sabes?

-Profesor...

-Recuerdo haberte dicho que tú también puedes tutearme -hace una mueca que me causa gracia.

-Bien, a las ocho está bien.

No creo que pase algo malo, ¿o sí? No me importó aquello al notar la sonrisa que forman sus labios. Era increíblemente hermosa y estaba segura que no podré sacarla de mi cabeza por un largo tiempo.

Daniel estaba fuera de mi dormitorio con un ramo de girasoles, al momento en que dejé la Biblioteca después de despedirme de Diego. Puse los ojos en blanco al no querer que sus palabras cariñosas logren convencerme de salir con él, porque no lo haría no después de lo que acababa de ocurrir hace unos minutos.

Lo Inalcanzable » m.j (#LI1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora