Capítulo 25

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Luego de nuestra rara pero increíble presentación, le insistí al traidor de mi acompañante a ir a cualquier otro lugar, lo cual fue raro porque fui yo quien lo trajo pero no quiero arriesgarme a que subamos otra vez.

-Mira el cielo, hay noche estrellada y luna llena -anuncié fascinada. Él visualiza por la ventanilla y sonríe-, ¿qué te parece si detienes el auto y la contemplamos?

-Lo que tú ordenes, preciosa -ahora soy yo la sonríe y sin motivo alguno le planto un beso en su mejilla.

Un par de minutos después, Michael detiene el auto a unas poquísimas cuadras de su casa y prepara el techo solar de su auto dando una vista más que perfecta. Tiro del asiento hacia atrás completamente y él hace lo mismo pero lo deja a medias para luego sacar una botella de tequila. ¿En qué momento lo habrá comprado?

-Ya lo tenía -dice, respecto a mi cara de confusión y sólo asiento. Escucho como le da un sorbo a su bebida y de pronto el momento se vuelve incómodo.

No me da buena espina que beba ahora pero no pretendo decirle nada.

-Creo que fue un buen día, es decir, un buen cumpleaños aunque casi lo arruino. En realidad quisiera saber si... acierto -cuestiono indirectamente sin mirarlo.

Escucho que toma otro sorbo, pero este es más largo que el primero y luego otro, y otro más. Alarmada me levanto para verlo. Esta sonriendo y por primera vez su sonrisa logra intimidarme.

-Este ha sido el mejor día de mi vida, y todo gracias a ti -me besa aún con la botella en su mano.

-No sabes cuanto me alegra oír eso.

Decido darle un sorbo a su bebida sin su permiso, recibiendo un regaño y una advertencia. Los minutos pasan y no vuelvo a tocarla ni a mencionar ni una sola palabra y él tampoco pero el momento no llega a ser para nada incómodo, pero por las incoherencias que oigo presiento que estaba ebrio, y entonces me percato de que su botella está mágicamente llena. Pongo los ojos en blanco por el que quiera perder la cordura sabiendo que en unas horas hay clases.

-Michael... ¿cuántas botellas vas?

«Que diga una, que diga una».

-¿D-Dos? -Balbucea con torpeza y sonríe. Miro abajo de su asiento y hay dos botellas vacías.

Veo su reloj dándome cuenta que había pasado casi una hora y media. Niego repetidas veces. Michael estaba ebrio.

-Es hora de irnos princeso -le quité la botella.

-Mike no quiere irse -hizo un puchero y reí.

-Debes dar clases, ¿lo olvidas?

Pone los ojos en blanco. A veces es tan infantil.

-Vamos, Michael, levántate es tarde y debo volver a la escuela.

-No, te quedarás con Michael -emboza una sonrisa traviesa y yo levantó una ceja.

-¿Por qué hablas de ti en tercera persona?

-¿Por qué tu sonrisa me vuelve loco?

Siento el rubor correr mis mejillas y evadí su mirada. Pienso que es una mala idea quedarme con un Michael ebrio, es decir, me asusta.

-Anda, vámonos.

-Debo hacer algo primero...

-¿Quieres ir al baño?

Lo Inalcanzable » m.j (#LI1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora