Lo Inalcanzable » m.j (#LI1)

Capítulo 41

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(...)

Esta mañana no era muy normal que digamos, es decir, las cosas entre Michael y yo iban bien día tras día, se sentía calma y cualquier otra palabra parecida; se sentía paz. Sin mencionar a Daniel Zellers, que simplemente fue suspendido tres días luego de su teatrito de hace una semana. Aún pregunto si cabía la posibilidad de que él sepa que aquel chico con el que me vio en Halloween es el profesor Jackson el cual prácticamente odio u odiaba hace meses cuando intentaba hacerme la vida imposible, pero todo tenía una explicación: Celos.

No puedo quejarme ya que de saberlo lo habría dicho ya, mientras tanto solo se murmuraba en los pasillos de instituto de quién será el "chico misterioso" por lo cual Michael y yo hemos tenido mucho más cuidado, más silenciosos, más sigilosos que antes. Solo unas semanas más y seremos libres, así que como dije hace unos instantes, no me puedo quejar.

—Debes estar bromeando, papá —dije lo más calmada posible antes de que me altere.

La paz duró  poco.

—Mamá, dime que tú no estás de acuerdo con eso, te lo suplico.

Aunque no lo crean, de verdad suplicaba que me dijera que no ya que Gabriel Edwards era de esos hombres que amaban complacer a su esposa y no a sus hijas, y era fácil persuadirlo para que cambie de opinión porque en serio lo que tenían en mente era una pésima idea.

—¿Qué tiene de malo querer invitar al profesor Jackson a la inauguración del nuevo edificio?

Se los dije.

—¿Qué tiene de malo? Yo les diré que tiene de malo —escandalicé—. Lo odio, ¿todavía no lo entienden?

—Hija, cielo, deberías madurar ya —me dice mi querida madre y luzco verdaderamente sorprendida.

—¿Disculpa? —El tono ofendido de mi voz es poco a lo que en realidad estaba.

—Neriam, por favor, pensé que ya habías superado ese tema.

—Claro que sí pero invitarlo ya es demasiado, ¿no creen? Por favor, por favor, por favor no lo inviten. Es decir, ni siquiera a Alice la han invitado, eso no es jus-

—Por supuesto que la invitamos, así no te aburrirás —me interrumpió papá—. Es más, hasta le comenté sobre esto y dijo que era una idea maravillosa.

—¿Eso dijo? —Mamá asintió con la cabeza—. ¡Voy a matarla!

—Cada vez me convenzo que te pareces más a tu padre —mi madre se ríe y Gabriel se le une, mientras tanto yo solo los miro disgustada.

—¿Seguros que no soy adoptada?

—Por desgracia tuya, no —el que dice ser mi padre se ríe después de su respuesta y la mujer que está a su lado le sigue los pasos.

—¡Desherédenme!

•••

—¿¡Cómo vas a decir que es una idea maravillosa!?