Capítulo 17

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Seguía con un gran dilema en si esto es un impulso o sólo era yo haciendo lo que deseaba. Todo era muy confuso.

Mi cerebro no procesaba las emociones que poco a poco salían a flote y, creía, que mi corazón, mi estúpido e ingenuo corazón, era el culpable de éste pequeño desastre.

Mis manos se encontraban en su pecho y sus latidos eran igual de rápidos que los míos. Su boca tenía prisionero a mi labio inferior, haciéndome sentir rara. O tal vez es el simple hecho de que hace mucho no había besado a nadie y mucho menos a alguien que podría ser mi hermano pero no, era mi maldito profesor.

La intensidad tomó rumbo a nuestras bocas, convirtiendo el beso en uno desesperado y demoledor. Prácticamente, me estaba devorando la boca y yo aún no sabía si alejarme e ir lejos de él o descifrar qué mierda está sucediendo.

Su lengua buscaba impaciente la mía y accedí sin dudar. Una pequeña batalla se desata y hace el momento excitante. Sentía muchas cosas ahora mismo. Gusto, miedo, comodidad, terror... La falta de aire, o quizá mi conciencia, hizo que me separara de él. Mi pecho subía y bajaba constantemente esperando a que el oxígeno se adentrara en mis pulmones mientras la vergüenza invadía mis facciones. «¿Qué mierda acabo de hacer?»

-Mierda, no sé porqué hice eso... -Susurró justificándose.

Relamí mis labios en acto de nerviosismo mientras buscaba qué decir. Ni siquiera mis piernas me correspondían para echarme a correr, cómo la maldita cobarde que soy.

Mi uñas dañan las palmas de mis manos e intento decir algo, pero las palabras no salen de mi boca, así que él procede a decir-: Lo lamento...

Sus ojos me intimidan por unos segundos y aparto mi mirada de la suya.

-¿Cada vez qué me bese va a disculparse? -Pregunto con brusquedad, y me percato que le han sorprendido mis palabras.

-Estoy enfermo, lo sé -dijo, y un pequeño suspiro se escapa de sus labios y continúa-, no pude evitarlo.

Creo que nunca había estado tan nerviosa en toda mi jodida vida.

"No pude evitarlo".

Aquella confesión resonaba en mi cabeza una y otra vez haciendo que lo mirara. Su rostro se veía preocupado y a la vez aliviado. Su lengua dio un rápido recorrido por su labio inferior y dio un paso al frente, teniéndolo cerca una vez más.

-Yo... -balbuceé, intentando decir algo coherente pero mi voz me traicionaba cada vez que abría la boca.

-¿Cree pueda ir a cenar conmigo, mañana?

Esto es una maldita broma. Tiene serlo, por Dios.

-¿A-A cenar?

Él asintió como respuesta y una sonrisa tímida lo asalta.

-No creo que se buena idea... -digo con sinceridad. «¿Acaso éste tipo a perdido la cordura?»

-Por favor, Edwards, insisto. Aquí no podemos hablar sobre lo que está sucediendo.

Asentí estando de acuerdo con lo dicho, pero en realidad pienso que no es correcto, de hecho, es extraño.

-D-De acuerdo.

-A las seis, ¿está bien? -Propone con tono ansioso.

Muerdo mi labio inferior y asiento al tener ganas de sonreír. ¿Por qué mierda quiero sonreír?

-Entonces..., a esa hora en el estacionamiento -asiento con timidez-. Buenas noches señorita, Edwards.

No sabía cómo reaccionar ante todo esto. Quizá es sólo un sueño; un horrible, tormentoso y confuso sueño del que tenía que despertar ya.

Lo Inalcanzable » m.j (#LI1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora