Capítulo 34

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(...)

Su respiración choca en mi cuello haciéndome cosquillas. Su mano derecha me apega a su cuerpo cada cinco minutos para no entrarle dudas de que no estoy a su lado. Mi espalda roza con su pecho desnudo de vez en cuando ya que intento apartarme lo más posible de su anatomía. Su piel caliente erizaba la mía de mil maneras, estaba casi al borde de la locura por estar tan cerca de él y no poder tocarlo. La luz del sol se adentraba por la ventana en donde cae perfectamente en el rostro de Michael.

Me remuevo en la cama quedando frente a él. Su mano hace un leve recorrido de mi espalda hasta a mi trasero y apriete éste hasta quedar pegada totalmente con su cuerpo. Muerdo mi labio inferior por el nerviosismo que se cola por mis venas.

Acaricio su brazo lentamente hasta que llego a su cara, la cual inspecciono detalladamente ya que no lo había tenido así de cerca desde hace mucho. Mis dedos recorren sus mejillas, su nariz, sus párpados hasta llegar sus labios en donde juego con ellos. Había olvidado lo perfecto que era; sus facciones eran únicas y jamás me cansaría de decirlo. Me encantaba, y de una manera descontrolada, tanto que asustaba.

—Sigue haciéndolo, me gusta cuando lo haces —dice, con voz ronca y somnolienta aún con los ojos cerrados, aparto mi mano de su rostro al tiro.

—B-Buenos días... —saludo, e intento levantarme de la cama pero su mano en mi antebrazo me detiene y me enrolla en sus brazos.

Desde aquella noche, prácticamente, él vivía en mi dormitorio o yo en el suyo. No le había dado una oportunidad, él quería y debía ganárselo. No lo había besado desde entonces pues necesitaba que se tomara este pequeño reto en serio y al pasar de los días se estaba ganando esa confianza que había perdido. Salíamos a cenar fuera todos los viernes después de ir al cine o simplemente cenábamos. Lo detallista realmente pude conocer en este tiempo y no podía estar más fascinada. Las notas en mi casillero de párrafos de poemas o canciones, sus mensajes inesperados o sus visitas nocturnas; todo era increíble.

—Sé que he abusado de ti éstos últimos días, ¿puedo dormir contigo esta noche también? Por favor... —Ruega, veo una extraña rosa amarilla en su mano extendida hacia mí en el momento en que le abro la puerta.

Sonreí amplia-mente mientras sentía el rubor colarse en mis mejillas. Asentí al tomar su hermoso gesto y me hice a un lado para que entrara. Mi atención estaba completamente en la bella flor hasta que sentí sus labios en mi mejilla. Lo miro y sonríe sin más.

—Te ves más perfecta que ayer y sé que lo estarás mucho más mañana, pequeña.

El recuerdo de la noche anterior me invade y hace que un escalofrío recorra mi cuerpo. Relamí mis labios inconscientemente lo cual capta la atención de sus ojos cafés. Sé que, al igual que yo, se muere por juntar nuestros labios pero debía resistir. Resistir mucho.

El timbre de llamada de mi móvil me salva de esta tortuosa situación, salto de la cama y corro hacia mi escritorio para tomarlo y responder sin mirar quien era, cosa que fue un gran error.

—Neriam, ¡me contestaste! ¿Ya podemos hablar?

La voz de Daniel Zellers hace que ponga los ojos en blanco y golpee mi frente en signo de irritación. ¿¡Es que no entiende que lo detesto y que quiero que la tierra se lo trague!?

—No, Daniel, fue equivocación que no volverá a pasar. Adiós.

—¡No! ¡Ne-!

Colgué antes de que pueda terminar de hablar. Un suspiro de pesadez sale de mis labios y me encamino al baño a lavar mi cara y mis dientes. En el camino puedo ver a Michael sentado en mi cama con su mirada puesta en mí.

Lo Inalcanzable » m.j (#LI1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora