Y a pesar que necesitaba saber lo que había ocurrido con los policías coreanos y el odio de Jeno hacia ellos, nunca se lo dijo estando sobrio. Se arrepintió al instante de hacer esa pregunta, porque no podía aprovecharse de un estado de vulnerabilidad, haberlo pensado incluso por un par de segundos era cruel. Na Jaemin no lo era.
-Olvídelo, señor Stepanov.
El aludido no dijo nada, solo recargó más su rostro en el cuello pensando en lo cómodo que se sentía, tan cómodo que apenas se dio cuenta cuando estaba caminando hacia el lujoso baño de su habitación, cuando se sentó sobre la tapa del inodoro y el otro se agachó frente a él con un cepillo de dientes en mano.
-"Ya malen'kiy malchik" (soy un niño pequeño) - sonrió con torpeza- ¿Me vas a lavar los dientes?
-Apesta a Whisky, vamos... mientras más rápido, menos engorroso para ambos.
Era como limpiarle los dientes a un niño, sosteniendo su barbilla y pasando el cepillo con la técnica que los dentistas recomendaban. Podría ser usado como material para burlarse de él y rebajarlo, si fuera una persona vengativa, pero el menor no era así, casi sintió ternura cuando el otro le obedecía, se dejaba cepillar la lengua e incluso se enjuagaba cuando se lo indicaba.
Una vez que estuvo listo abrió la ropa de cama para que se acostara, pero cuando lo ayudó a apoyar la cabeza en la almohada, el ruso tiró de su mano para que terminara cayendo sobre él.
-Hueles muy bien - balbuceó en su cuello, una voz aletargada y un cálido contacto eran una mezcla perfecta para que su entrepierna despertara- duerme conmigo, abrázame "Malchik".
-Esto no está en el contrato -dijo con dificultad.
-Tampoco estaba el... t-tener relaciones -suspiró- por favor, ser mimado se siente tan agradable.
Creería que lo estaba engañando si no fuera porque su voz sonó como si realmente necesitara este gesto tan íntimo.
Dios, era su guardaespaldas, se suponía que el ruso lo detestaba, se suponía que este hombre era temido entre muchas personas, pero aquí estaba rogando para que durmiera junto a él.
Sabía que el día de mañana se arrepentiría de la conducta que estaba tomando, pero Jaemin fue incapaz de decirle que no. Así que le pidió que rodara hacia el centro de la cama para que le dejara un espacio, eso fue fácil, le obedeció inmediatamente, aunque no estaba en los planes que el ruso lo tapara y lo abrazara por la espalda como si fuera de su pertenencia.
-Ser el villano es agotador, a veces solo quisiera preocuparme de cosas simples -susurró contra su cabello, sus piernas estaban mezcladas en las suaves sábanas - a veces solo quisiera que me contuvieran como a un niño -depositó un beso - gracias, mascota.
Si bien el alcohol no lo hacía hablar mezclando las sílabas, sí lo hacía hablar con acento marcado y peor aún, dejaba abierta todas las puertas que había cerrado en su personalidad y corazón para sobrevivir en un mundo lleno de dolor, exponía su vulnerabilidad y lo hacía ver como cualquier otro mortal, lejos de una gran posición social.
Jaemin creía que esta escena era casi irreal, pero como alguien que había sufrido de niño, sabía que habían hechos que marcaban para siempre ¿Cuáles serían los dolores de Jeno Stepanov?
Trató de quedarse dormido negándole a su corazón palpitar ansioso por la manera en la que dormían juntos como una pareja de verdad, ya lo había follado, ya debía haberse quitado las ganas. Era mejor creer que este era un sueño muy lúcido y que cuando pasara el efecto del alcohol, el ruso volvería a ponerse las máscaras y continuar con el show.
Puso atención al ambiente, la respiración de su jefe en la nuca se hizo más lenta evidenciando la profundidad del sueño en la que se encontraba, pero no aflojaba la fuerza de su abrazo en él.
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La mascota del ruso | Nomin |
Hayran KurguEl día que un regalo llegó a sus manos, Jeno supo que las cosas cambiarían para siempre ¿Quién pensaría que podía comunicarse con otra persona a través de una hoja? Lo único que sabía era su género, pero no conocía su voz, ni su rostro, mucho menos...