8.

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Saemi solo estaba mirando por la ventana mientras avanzaban en el auto

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Saemi solo estaba mirando por la ventana mientras avanzaban en el auto.

No sentía felicidad o alguna tranquilidad o las ganas de seguir disfrutando de la vista. Nada más estaba mirando a la nada sin ningún pensamiento. Kraven le estaba hablando algo, pero nada escuchaba. Su rostro no tenía ni una sola emoción y sus hombros subían y bajaban de manera lenta.

No tuvo noción del tiempo hasta que se bajaron en la clínica donde tenía sus citas con la psicóloga. No quería hablar nada, tampoco quería ver a alguien.

El moreno le abrió la puerta viéndolo decaído. No había querido comer nada y, con cada segundo que transcurría, solo pensaba en que iba a intentar hacer algo con su vida. Le había quedado más que claro que, el que fuera una sola vez, sería imposible. No estaba bien, no estaba comiendo bien, en su rostro se notaba que casi estaba siendo solo un cuerpo vacío.

Habían pasado dos semanas después de todo lo ocurrido y ni siquiera sabía que día era.

—Hola, Saemi, ¿cómo estás? —preguntó Hazel con una sonrisa.

No obtuvo respuesta y había sido de esa manera los últimos días que habían ido con ella y también con el psiquiatra, pues, después de lo ocurrido, no solo necesitaba la ayuda de un psicólogo, sino que de más profesionales. Ella le había hablado a Kraven sobre internarlo, pues había atentado contra su vida, sin embargo, Kraven se negaba. Algo no le permitía aceptar algo como eso, el imaginarlo solo en un lugar como ese no lo veía como una salvación, sino como una condena. Rael era el que más insistía en que lo dejara internado y sabía que lo decía porque era su amigo, pero ni siquiera oyendo sus palabras, se convencía de algo como eso.

Y, una persona que atentaba con su vida, no podía quedarse sin la ayuda necesaria y estaba intentando darle todo lo posible sin tener que recurrir a la internación.

Kraven estaba al pendiente de todo, de su trabajo, de Saemi, de sus citas médicas intentando que, después de tanto, se sintiera bien y pudiera seguir avanzando. Lo que menos deseaba y lo que más le dolía, era imaginarlo atentando contra su vida otra vez. De tan solo imaginarlo, su pecho, su corazón y su alma dolía de nuevo.

Y, en la pequeña sala donde Saemi estaba con Hazel, solo hubo silencio.

Ella sabía lo sucedido en el mar, Kraven le había contado todo y también sabía lo preocupado que estaba por su estado depresivo.

—¿Quieres hablarme sobre algo? Sabes que puedes decirme lo que sea.

El Omega no alzó la mirada, solo estaba viendo el suelo. Su cabello estaba opacado, en sus mejillas no se veía ni una sola gota de color, sus labios estaban secos y apenas pestañeaba.

—¿Habías tenido ideas suicidas antes? —inquirió con calma, procesando sus reacciones para ir anotando todo lo que fuera necesario y poder ir haciendo bien su trabajo. Esperaba tener alguna palabra por mínima que sea, incluso algún monosílabo, pero no obtuvo nada.

DEUDA MORTAL [OMEGAVERSE] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora