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Kraven llevó la botella a su boca una vez más cuando la puerta se abrió

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Kraven llevó la botella a su boca una vez más cuando la puerta se abrió.

Sus labios se curvaron en una sonrisa al verla. Siempre le alegraba verla. El saber que había podido salvarla era algo que le quitaba un poco de dolor. El saber que su esfuerzo había valido la pena aquella vez, lo hacía sentir mejor y le daba fuerza.

—Mi hermanita preferida —habló, viéndola avanzar hacia él —. No sabes cuanto me alegra verte justo ahora.

Kristen vio todo el desastre que había dentro. No era algo nuevo, pues ya muchas veces lo había visto así. Tragó saliva mirándolo con lástima y preocupación. Soltó un suspiro para acercarse otro poco.

—Es suficiente de beber.

Tuvo intenciones de quitarle la botella, pero Kraven la alejó de su alcance dándole una breve mirada seria.

—Prometiste que no lo ibas a hacer de nuevo, Kraven. Tienes que cumplir tu promesa. Son las ocho de la mañana y estás aquí en vez de estar en tu oficina.

No respondió porque nada más comenzó a reírse.

—Soy el jefe, puedo faltar cuando me de la regalada gana. Siéntate y vamos a beber. Tenemos algo que celebrar juntos después de todo. Celebremos que nuestros padres están muertos. Toma y bebe —dijo acercándole la botella.

Ella miró la botella por unos segundos, mas nada hizo.

—Vamos a hacer algo. Te vas a ir a duchar y luego a dormir.

—No pienso hacer nada de eso.

—¡Suficiente! —le gritó y lo vio ponerse de pie de inmediato.

No andaba con tacones, ni siquiera estaba vestida como para ir a algún lado importante porque había salido con lo primero que había encontrado tras el llamado de Sofía, por ende, se veía más baja que él.

—Mi linda hermanita —susurró acariciando su rostro —. ¿Crees que soy débil?

—No —contestó ella de inmediato —. Nunca has sido débil, Kraven. Eres fuerte.

—Y, si soy fuerte, ¿por qué no pude salvar a nuestros padres?

No supo como responder a eso porque era la misma pregunta que siempre le realizaba. Tragó saliva porque veía la culpabilidad en sus ojos grises y eso no le gustaba. Saber que se culpaba por algo que era imposible de controlar o predecir, le daba dolor.

Lo vio distraído, así que movió sus manos para quitarle la botella. No le fue sencillo cuando Kraven no quiso soltarla. Ambos comenzaron a forcejear y ella lo terminó empujando.

El dolor que sintió en la muñeca cuando fue tomada, la hizo soltar un quejido. Casi sintió que enterraba sus dedos en su piel por la fuerza utilizada. Se miraron por unos segundos y Kraven solo acarició su mejilla con lentitud. Le gustaba verla sonreír, a pesar de que siempre estaba con un rostro serio y le provocaba miedo a todos.

DEUDA MORTAL [OMEGAVERSE] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora