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ACTUALIZACIÓN 1/3

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ACTUALIZACIÓN 1/3

—Pensaba en que fuera una casa así —comentó Saemi, mientras le enseñaba un plano a Kraven —. Si la hacemos de esta manera, entonces tendremos espacio suficiente para todo. Las habitaciones de los mellizos serán amplias y la cocina también. Y claro, también habrá una habitación para el piano.

Kraven nada dijo.

Fue oyendo como le explicaba cada cosa de lo que tenía planeado. Le alegraba saber que, en algunos años más, iban a vivir en una casa hermosa. No le cabía duda que iba a ser la mejor casa de todas porque iban a vivir las tres personas más especiales para él.

Asintió cuando fue necesario y sonrió alegre.

—Va a quedar hermoso, estrellita.

—Espero que sí, y que a los mellizos también les guste. Quiero que tengan un hogar lleno de amor.

—Lo tendrán sin duda alguna.

—Tú, ¿piensas que todo seguirá bien?

Kraven asintió, acariciando su mejilla, mientras estaban sentados en el sillón.

—Claro que sí, estoy seguro que seguirá todo perfecto.

—No quiero que los bebés sufran nunca. No quiero que sientan miedo, que tengan algún trauma, que tengan que sufrir. Debemos protegerlos Kraven, debemos protegerlos de todo para que ellos sean felices y ellos si lo tengan todo.

El moreno sonrió, acercándose para besar su mejilla con ternura.

—Absolutamente. Los vamos a proteger de todo. No te preocupes por nada, amor, no te angusties ni pienses cosas malas. Estamos juntos, ya no falta mucho para que ellos nazcan y debemos seguir felices.

—A veces pienso que solo es parte de mi herida imaginación. A veces me da la impresión de que, no eres real. De que estoy por algún callejón oscuro y frío tirado, pasando hambre y me imagino todo esto —comentó, cerrando sus ojos con fuerza.

—Hey, no, no te hagas eso. Mira, puedes tocarme —explicó —. Tócame y verás que soy muy real, que soy real y siempre estaré a tu lado. Que estaré con los mellizos también —aseguró, acariciando su pancita.

Saemi asintió, disfrutando de las caricias que le daba en la espalda. Soltó un suspiro porque tenía razón. Todo era real. Sus feromonas a canela se lo decían más que claro. La forma en que lo sostenía en sus brazos también, en como lo besaba, en como le susurraba cosas bonitas, todo era perfecto.

Y supuso que la perfección no podía existir entre tanto caos, pero lo hacía.

Luego, ambos se movieron hasta el piano. Los dos lo fueron tocando, pues Saemi ya iba aprendiendo mucho más. Eran melodías lentas y sencillas al principio y siempre tocaban por al menos una hora. Le alegraba poder ir manejándolo mucho mejor para así, cuando los bebés nacieran, tocarles melodías dulces y, si es que querían, enseñarles a tocar el piano también.

DEUDA MORTAL [OMEGAVERSE] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora