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El casino que Kraven manejaba era enorme

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El casino que Kraven manejaba era enorme. 

Naturalmente, como todo lugar, tenía su zona VIP. Las personas más adineradas asistían a el y muchos tenían tarjetas doradas que le daban una atención mucho más elegante y atenta. Las personas desde los veintiún años podían entrar. Conforme los días que fueran yendo, ir subiendo de niveles para, al igual que muy pocos, llegar a los niveles dorados.

Habían muchos puestos de apuestas, de juegos de azar y todo lo que se pudiera imaginar alguien que pensaba en lo que significaba un casino.

Los que trabajaban como meseros eran Omegas masculinos y femeninos. Los más hermosos y, debido a la enorme cantidad de Alfas que solían asistir, todos debían estar controlados para que, sin importar cuántas feromonas de Alfas pudieran sentir, no fueran a reaccionar. Era un casino y todo se limitaba a juegos, juegos y más juegos. No se permitía nada sexual sin importar la tarjeta dorada, de plata o platino que pudieran tener.

Kraven caminó por el lugar mientras escuchaba a un chico Beta que le informaba sobre diferentes cosas. Muchos lo miraban porque no solía pasearse por ahí.

Dos guardias de su mismo tamaño y musculatura caminaban a sus lados vigilando todo.

Mientras el moreno observaba a los lados, iba oyendo lo que el chico le iba diciendo e indicando algunos sectores que, últimamente, estaban aumentando en dinero. Asintió y subieron unas escaleras para llegar a la zona VIP. Era todo el segundo piso que muchos soñaban con pisar en los tres casinos que Kraven tenía y que eran muy nombrados, reconocidos y categorizado como un lugar cinco estrellas y muy costoso. Pero donde la gente no tardaba en entrar y, al igual que muchas otras veces solía ocurrir, jamás salir.

Los juegos eran adictivos para todo el que no tuviera la fuerza de voluntad de controlarse y solo jugar una vez. De esa manera era que muchos casinos funcionaban.

Algunas personas tenían buena suerte y siempre ganaban algo. Otras se obsesionaban con alcanzar el nivel más alto que estaba permitido. Otros asistían hasta perder todo su dinero y casi quedar en la calle.

Las ganancias que se obtenían por cada día y, sobre todo, por cada fin de semana, eran enormes. El moreno era altamente reconocido por sus casinos lujosos y grandes. Todo era de última generación, nunca había nada sucio o algo desordenado. Los trabajadores llevaban ropa limpia y planchada siempre y el ambiente laboral siempre era grato. Era un lugar donde se trabajaba toda la noche, pero también donde los trabajadores eran bien pagados.

—Aquí está el resumen del último fin de semana, señor —dijo un chico que le entregaba unos papeles.

No le agradaba mucho que le llamen señor, pues tenía solo veintisiete años, aunque también estaba cansado de decirle a las personas que podían llamarlo Kraven. Según él, era alguien simpático y amable la mayor parte del tiempo. No obstante, las personas que lo miraban siempre veían a alguien alto, fuerte, con un rostro serio y con el poder en su dedo meñique para hacerle la vida de cuadritos o dejarlo en la calle.

DEUDA MORTAL [OMEGAVERSE] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora