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Narrador Omnisciente.

Los vientos del Monte Olimpo susurraban inquietos esa mañana. El cielo se oscureció repentinamente, y los dioses se reunieron en el Gran Salón, un lugar de majestuosas columnas de mármol y tronos dorados.

Zeus, el rey de los dioses, se alzó de su trono, mirando con solemnidad a los tres jóvenes héroes que estaban arrodillados frente a él: Percy Jackson, el valiente hijo de Poseidón; Nico di Angelo, el misterioso hijo de Hades; y Lysandra di Angelo, la hermana melliza de Nico, cuyos ojos chispeaban con una mezcla de curiosidad y determinación.

—Escuchad, semidioses—tronó Zeus. —Los tiempos oscuros se ciernen sobre nosotros. Una brecha ha surgido entre los mundos, una fisura que amenaza con desestabilizar la realidad misma. Esta fisura no puede ser ignorada ni controlada por nosotros, los dioses del Olimpo.

Hera, la reina de los dioses, continuó

—Hemos observado con preocupación cómo los Grisha, usuarios de la magia de las sombras, han comenzado a influir en esta fisura. Su poder es formidable, y su influencia se extiende más allá de nuestras fronteras

Percy, Nico y Lysandra intercambiaron miradas de sorpresa. Los Grisha eran una leyenda en su mundo, seres mágicos que solo habían escuchado en cuentos mitológicos.

—Os encomendamos una misión de vital importancia—declaró Apolo, el dios del sol, con seriedad.—Debéis viajar a esta otra realidad, donde los Grisha ejercen su poder. Vuestra presencia es necesaria para comprender el alcance de su magia y cómo amenaza a nuestros dominios"

Lysandra asintió con determinación.

—Entendido, señores. Haremos lo que sea necesario para proteger nuestro mundo y estabilizar la fisura"

Zeus asintió con aprobación.

—Así es como debe ser, semidiosa. Que los dioses guíen vuestro camino y os otorguen la sabiduría y el valor necesarios para enfrentar esta misión

Y así, con la bendición de los dioses y un mundo desconocido esperando, Percy, Nico y Lysandra se levantaron, preparados para un viaje que cambiaría sus vidas y desafiaría todas las leyes de la realidad.

Narra Lysandra.

Un destello de luz brillante nos envolvió a los tres, sentí la mano de Nico que me sostenía mientras íbamos a la misión dada por los dioses.
De repente, todo a su alrededor se distorsionó en un torbellino de colores y formas. Era como si estuviera siendo arrastrada por un vórtice de energía desconocida.

Cuanto todo se calmó, los tres vimos en donde estábamos. Yo nunca había visto un lugar así en mi vida, y Roa que estuve en un casino muchos años, yo debo tener unos 80 años.

Estaba en un bosque, pero no era un bosque común y corriente. Los árboles parecían retorcidos y oscuros, con hojas que emitían un resplandor azul pálido en lugar del verde vibrante que conocían.

Percy miró a su alrededor, perplejo.

—¿Dónde demonios estamos?

Nico frunció el ceño, sintiendo la extraña energía del lugar.

—No lo sé, pero esto no se parece a ningún lugar en la Tierra. Es como si estuviéramos en un rincón de la mitología misma

Sentí algo inquieto en el aire, sentía a las sombras moverse a mi alrededor.

—¿Alguien más siente que estamos siendo observados?

Antes de que pudiera profundizar en mi desconcierto, un susurro siniestro recorrió el bosque. Sombras moviéndose entre los árboles.

—Lys ¿Estás controlando las sombras?—Me pregunta mi hermano.

—No, yo estoy quieta.

Nico empuñó su espada con firmeza.

—Esto no es bueno. Prepárense para lo peor.

En ese momento un hombre muy apuesto, salió. Estaba vestido todo de negro, tenía el cabello en una cola y no se veía barba alguna.

Alzó los brazos y las sombras se movieron por sus dedos

—Bienvenidos al Bosque de las Sombras, forasteros. Aquí, nadie que sea Grisha sale de este bosque ileso.

Esposa del general KiriganDonde viven las historias. Descúbrelo ahora