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Nota: ignoren la edad en esta historia

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Nota: ignoren la edad en esta historia.

Narra Lysandra.

La noche llegó y nos tocó acomodarnos en el piso, solo Aleksander y Bahgra tenían un colchón, a los demás nos dieron una almohada y una sola cobija. Lo cual se me hizo muy injusto ellos tenían miles. Mi hermano me ofreció su manta, pero no se lo permití el sabe que yo adoro dormir con muchas cobijas, me da mucho confor saber que estoy protegida por capas peludas que me calientan, que se que si muero, moriré cómoda.

Nico y Percy estaban dormido, yo me levante con cuidado y me puse la kefta y salí del pequeño salón donde estábamos. El aire frió me llegó de golpe, como me gustaría estar bien arropada.

Me senté en las escaleras y me tapé con la kefta, hubiera sacado la que me dieron pata invierno. Mientras sacaba bao, veía las contestaciones. Eran iguales a las de mi mundo. Sentí algo sobre mis hombros. Supuse que era Nico.

—Gracias Nico.—dije sin verlo.

—No soy tu hermano.

Me levante rápido, logrando que se cayera lo que tenía en los hombros. Al frente mío estaba Aleksander, con pijama y una cobija, vi al suelo y estaba una capa negra en su totalidad.

—Lo siento...

El no me respondió, recogió la kefta y me la paso, yo la tome un poco desconfiada y me la coloqué por los hombros.

—¿Mucho mejor?—pregunta,

—Gracias...

No sabía que decir, así q use ke senté con cuidado en donde estaba antes. El se sentó a mi lado y vio al cielo.

—¿Cuantos años tienes?—me pregunto.

Yo lo vi a los ojos, el era completamente joven debe tener mi edad.

—La misma que tú o parecida.

—Es imposible.

—Ohh vamos, tengo 16 años, tu tendrás 17.

El no lo pudo evitar u se rió a carcajadas. Su risa se veía tan perfecta, tan relajado.

—¿Que es divertido?—pregunte

—Yo hace años que cumplí esa edad.—me vio a los ojos.—tengo 1.200 años.

Yo abrí la boca y lo vi a los ojos.

—Es imposible...

—Lo es, los grisha mientras más poderoso sean...más años viven.

—Eres una máquina de poder.

—Si deseas llamarme así...

—¿Crees que yo pueda vivir tanto?

—tal vez...mientras estés en esta realidad...lo mismo que tus amigos.

Nos volvimos a quedar en silencio.

—¿Por que no estabas durmiendo?

—No podia, no estoy acostumbrada a dormir con tan pocas cobijas.

—¿Duermes con muchas cobijas?

—Si, me hace sentir caliente en la noche.

—Yo duermo con muchas almohadas, unas 5 o 6 máximas.

Yo abrí la boca sorprendido.

—¿Que haces con tantas almohadas?

—Tengo muchos lugares para poner mi cabeza en la noche, por si hace calor y se enfría la almohada.

—Sorpréndete.

—Te daré una de mis cobijas, yo solo necesito una.

—¿Enserio?

—Si.

—No Eres tan malo Morozova.—dije viéndolo.

—Daría todo por ti.

Esposa del general KiriganDonde viven las historias. Descúbrelo ahora