Narra Lysandra.
Teníamos que salir, de necesitaban más grisha por lo que nos comentó Aleksander, ellos estaban en peligro. Igual o incluso más que los mestizos.
Íbamos a caballo en la tarde El sol de la tarde arrojaba una luz ámbar sobre las calles angostas y sucias. Los edificios deteriorados se alzaban como gigantes decrépitos, sus ventanas rotas y graffitis amenazantes marcaban el territorio de pandillas locales. El aire estaba cargado con el sonido de sirenas distantes y la música discordante que salía de algunos negocios en ruinas.
Nico iba a mi lado en un caballo café, el tenía una mirada cautelosa y como buen hermano mayor me dijo.
—Mantente alerta, Lysandra. Este lugar es un nido de problemas—me advirtió en voz baja.
Percy, unos metros detrás, había desenvainado su espada, sosteniéndola con firmeza en caso de que fuera necesario. Sus ojos azules escudriñaban cada rincón oscuro y cada rostro desconocido. Yo no saqué mi espada, saqué mi daga que era mucho más fácil de utilizar y más rápida que la espada.
De repente, un hombre corpulento y con una sonrisa maliciosa se cruzó en mi camino, bloqueando el avance de todos. Sus ojos me recorrieron con codicia mientras decía
—Oye, linda, ¿por qué no te unes a nosotros?
Mi corazón comenzó a latir con fuerza, el aire se enfrió por mi hermano. Apreté mi daga y estuve apunto de alzarla. Pero Aleksander que estuvo en silencio todo el camino debió intervenir.
—¡Aleja tus sucias manos de mi esposa!—exclamó Aleksander con voz firme, su mirada gélida y amenazante clavándose en el intruso, mientras mantenía una distancia protectora entre nosotros. Escuché un gruñido y mi pequeño lobo (no tan pequeño) estaba viendo mal al sujeto.
El hombre retrocedió, intimidado por la actitud decidida de Aleksander. Cuando finalmente se fue, le ordena viento gris que se calmara y mire a Aleksander con enojo.
—¿En serio, Aleksander? ¿Por qué dijiste eso?
Aleksander me miró con determinación y afirmó
—Lysandra, en este mundo, las apariencias y las palabras pueden ser nuestras mejores armas. Si creen que somos una pareja casada, a veces es la única forma de mantener a raya a estos tipos.
Estaba enojada, pero apenas dijo eso no pude evitar que me conmovía, me estaba cuidado.
—Gracias por cuidar a mi hermana.—dijo Nico
Ahora Sabía que debían jugar según las reglas brutales de este nuevo mundo si querían sobrevivir.
Después de ese encuentro tenso en el barrio peligroso, seguimos avanzado por las calles deterioradas. Cada esquina parecía ocultar un peligro potencial, y la tensión en el aire era palpable. Los transeúntes los miraban con suspicacia mientras pasaban, y los murmullos ininteligibles seguían sus pasos.
Dentro de mi seguía molesta por la táctica de Aleksander de hacerse pasar por mi esposo para protegerme. Caminaba a su lado, mi mandíbula apretada y mis ojos centelleando de frustración.
Finalmente, no pude contenerse más y le espete a Aleksander en voz baja pero enfadada
—¿Aleksander, en serio tienes que seguir diciendo que somos esposos? Puedo cuidarme sola, ¿sabes?—Le dije cuando vi que le dijo a otra persona que dejara de verme, y que me llamo su esposa
Aleksander me miró con calma, su expresión suavizándose ante mi preocupación
—Lo sé, Lysandra. Sé que eres fuerte y valiente, pero en este lugar, es una estrategia que puede mantener a salvo a todos. No quiero que corras riesgos innecesarios.
Suspire
—Está bien, Aleksander, lo entiendo. Pero no me gusta que digas que somos esposos.
Aleksander asintió con comprensión y me ofreció una sonrisa tranquilizadora.
—Te prometo que solo lo hago para protegerte, Lapuska. Espero que no tengamos que enfrentar más situaciones como la de antes.
Después de avanzar un poco más por el barrio peligroso, el grupo llegó a un bar sombrío y mal iluminado. Desde fuera, se podían escuchar risas y conversaciones, y una señal desgastada anunciaba el lugar como "El Refugio del Crepúsculo". Parecía ser un lugar frecuentado por una multitud variada.
Entramos al bar y lo primero que vimos es que el lugar estaba lleno de personas con aspecto peculiar. Muchos de ellos tenían una mirada misteriosa y en sus atuendos se veían inscripciones rúnicas y accesorios inusuales.
Nico observó con sorpresa y murmuró a los demás
—Esto es inusual, parece que hemos entrado en un lugar de reunión de Grisha.
Mientras nos movíamos por el bar, un hombre con una mirada carismática se nos acercó. Llevaba una capa adornada con runas y una sonrisa amigable en el rostro.
—Bienvenidos al Refugio del Crepúsculo. Veo caras nuevas aquí. ¿Qué los trae a este lugar?
Aleksander se adelantó y explicó:
—Estamos en una misión y necesitamos reclutar Grisha para un refugio seguro. ¿Alguno de ustedes estaría interesado en unirse?
El hombre asintió y miró a su alrededor. Luego, levantó la mano, y gradualmente, otros Grisha en el bar comenzaron a prestar atención. Parecía haber un murmullo de interés en la multitud.
—Somos una comunidad de Grisha que busca seguridad y protección en estos tiempos inciertos—dijo el hombre.—Estamos dispuestos a unirnos a tu causa y llevar a nuestros dones al refugio que mencionas.
Mire a Aleksander con una sonrisa de alivio. Parecía que habían encontrado aliados dispuestos en medio de este mundo peligroso.
Las siguientes horas conversamos con los Grisha en donde Finalmente, un grupo de ellos aceptó unirse y partir hacia el refugio.
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Esposa del general Kirigan
FanfictionEn un mundo donde los dioses del Olimpo y las sombras de la magia se entrelazaban, tres jóvenes héroes, Percy Jackson, Nico di Angelo y Lysandra di Angelo, se encontraron en el epicentro de un conflicto que desafiaría la realidad misma. Ordenados po...