CAPITULO 1

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NOVALEE

En noches como esta, en las que el hotel esta casi desolado por la temporada baja, me gusta pretender que estoy dentro de una pelicula. Que soy la protagonista, a la cual en cualquier momento le tocara su dia de su suerte, y su historia se comenzara a escribir.

El inicio quizá no se tan glamuroso como el final, pero el nudo de la trama es intrigante, todo esperan pacientes el desenlace , para ver a la protagonista realizar sus sueños, reírse de aquellos que le hicieron daño, y vivir plena y feliz.

Me gusta pensar que el guion de mi vida está siendo escrito por el director de la película de mujer bonita, pero como van pintando las cosas hasta ahora, creo que mas bien está siendo escrito por el director de esa trágica película llamada chica interrumpida.

O quizá sea una combinación de ambas.

Si es así, que comiencen a venir las cosas buenas. Ya no necesito mas pruebas de fe ni de fuerza de voluntad.

<<La chica solitaria que camina por los pasillos solitarios de un hotel cinco estrellas, está apunto de cambiar su vida>>

Oh mi imaginación, mi río de ella, porque es cómica. Sueño demasiado, pero sé que la realidad, no se parece en nada a una película de Hollywood.

Tomo la tarjeta de entrada de mi delantal, y la introduzco en la herradura de la puerta, del cuarto que debo limpiar. Esta hace clic al instante.

-Esperaba algo peor- me digo a misma, mientras abro la puerta de par en par, mirando el no tan desastre, de los huéspedes que acaban de marcharse.

Los extranjeros era los peores. Siempre solían dejar un completo desastre en las habitación. En mas de una ocasión, había tenia que limpiar vomito de las alfombras y los cobertores de la cama. Una vez, no pude resistir el olor, y vomito sobre mi uniforme. Para mi sorpresa, Enrique, el supervisor de esa noche, no se molesto conmigo, al contrario, me hizo saber que era una completa falta de respeto por parte de los huéspedes. Yo pensé lo mismo, y de igual forma, también pensé que no me pagaban lo suficiente. Pero eso lo guarde para mi misma.

Cierro la puerta tras de mi, recogiendo todas las toallas mojadas, esparcidas por el cuarto.

Comienzo la búsqueda del tesoro.

Prácticamente esto era buscar objetos olvidos por los huéspedes, claro, cosas sin valor, como horquillas de cabello, calcetines sin par, comida olvidada en los mini refrigeradores, peinetas y a veces una que otra postal olvidada. Pero lo único que encuentro son latas de cerveza, una botella de tequilla, y dos de vino tinto, todas vacías.

-Vaya, ingratos, no dejaron nada para mi-

Antes de ponerme a la tarea de limpiar al desastre de los extranjeros, me dejo caer en la cama, sintiendo como el peso y el cansancio del día, cae en mis hombros.

Cierro los ojos por unos segundos, y comienzo a soñar. Sueño con mejores días, con el sol, la brisa del mar, el viento que alborota mi cabello, sueño con la libertad. Pero se que para llevar acabo ese ultimo sueño, lo primero que debo hacer es tener dinero.

El que diga que el dinero no lo es todo, nunca ha vivido en un apartamento, de apenas dos metros de largo, y uno de ancho, nunca ha tenido que comer de una misma lata de atún, compartir su habitación con un ratón de casi el tamaño de mi pie, o ha tenido que pasar días, sobreviviendo solo a base de galletas saldas, y agua.

El dinero lo es todo.

Es mejor llorar en una cama con sabanas de seda, que en una cama remendada, con sabanas rotas, y olor a moho.

Suspiro cansada, y antes de caer en un sueño profundo, me levanto de la cama, intentando no echarme a llorar por quinta vez en el día.

Lo mejor de trabajar en este hotel, es que eres capaz de apreciar la vista, por la que tanto pagaban los huéspedes.

Estoy en el piso numero diez, y desde aquí, puedo apreciar la ciudad en todo su esplendor. Las luces iluminan la ciudad, haciéndola ver como una acuarela. Los carros transitan por las carreteras, y personas caminan en las aceras. Apenas parecen puntos desde aquí arriba.

Cierro mis ojos de otra vez, no porque quiere zambullirme a mis sueños de nuevo, si no porque últimamente, la vida me parece demasiado cansada.

La espera se me hecho demasiado larga, y las esperanzas se me han agotado. Día con día, siento que podría desaparecer.

Me alejo de la ventana, completamente inmune de todo, hasta del latir de mi corazón.

Toma la escoba, y comienzo a barrer, dejando los sueños para cuando duerma.

El teorema de las posibilidadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora