CAPITULO 13

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Este día, no es mamá quien me tiene despierta a las cinco de la mañana, si no Benjamín, y su propuesta de trabajo. 

Las palabras de la abuela resuenan en mi cabeza, y se que esto es demasiado bueno para ser cierto. Este tipo de cosas no me suceden a mi. Los hombres no son tan trasparentes y nobles como Benjamín, lo que me hace dudar de sus buenas obras. 

Era una oportunidad de oro, no podía negarlo. El salario era el triple de lo que ganaba en la cafetería. Incluso comenzaba hacer la lista de todo lo que podría hacer con ese dinero. Podía comenzar a respirar mi libertad.

-A la mierda-

Me levanto de la cama sin pensar en mas, y voy al baño para ducharme. 

Abro mi armario, y busco mi ropa mas formal. 

Solo tengo vaqueros y camisetas. Dos faldas son lo único que tengo, y una tan sola camisa de botones al frente. 

Tomo una de las faldas y la camisa. La meto en mi bolsón, y me visto como la haría si fuera a la cafetería. Mama no tiene que saber que tengo un nuevo trabajo, o hará preguntas, comenzara a indagar, y querrá que ayude mas en la casa. Es por eso que voy a ocultárselo.

Era un hecho que había perdido mi trabajo en la cafetería, de todos modos. Cuando intente llamar a Tony, el celular siempre me enviaba al correo de voz. Sabia que era Tony quien colgaba la llamada, por lo que ni pensé en acercarme a la cafetería. Lo único que ganaría, seria una humillación frente  a todos los clientes. 

Salgo de mi cuarto con mi mochila sobre mis hombros, mi cabello aun húmedo  por la ducha.

Mi hermana Natalia esta en la cocina, sentada en la barra comiendo cereal, mientras mira su celular. Al verme llegar, solo levanta su mirada, y no me da los buenos días. 

Es como un clon de mamá, aunque se parece mucho mas a su padre físicamente.

Abro los gavetas de la cocina, y encuentro una solitaria barra de granola, que aun sigue allí, porque ni a mamá ni a Natalia les gusta. 

-¿Puedes prestarme dinero para comprar una falda?- me pregunta Natalia sin despegar su mirada del celular. No le respondo. Siempre esta hablando por mensajes con sus amigos, y rara vez es a mi a quien se esta dirigiendo. 

Se que esta vez es a mi, pero la ignoro. 

Ella me da un leve empujón con la punta de su zapato. Me doy la vuelta, mirándola enojada -te estoy hablando- dice en el mismo tono odioso que mamá ocupa conmigo.

-Yo no tengo dinero Natalia- 

Antes de que siga hablando, y arruine mi día, salgo de la cocina, y luego de la casa.

Voy hasta la parada del autobús. Tomo el papel con la oferta laboral de mi bolsillo, y leo la dirección. Es una de las zonas mas exclusivas de la ciudad. 

Subo al autobús que me llevara hasta allí. 

Tomo asiento, y me coloco mis audífonos. Es un largo camino de mi barrio, hasta la empresa de Benjamín. 

Puedo notar la transición desde donde yo vivo, hasta este lugar. La gente corre con su mascotas. Carros de lujo de desplazan por las calles libres de basura. No hay grafitis en las paredes, y todos visten trajes caros, y ropa fina. 

Me bajo dos cuadras antes de llegar a la empresa. Tengo que cambiarme de ropa.

Voy hasta una gasolinera, que esta al paso. Voy al baño a cambiarme de ropa. 

-Mierda- digo al ver la camisa completamente arrugada. 

Llevo la camisa hasta el secador de manos, rogando por que mi idea funcione.

El teorema de las posibilidadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora