CAPITULO 9

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No se como diablos sucedió todo esto. Bueno, si como me desmaye. Pero lo que no entiendo, es como siempre que algo catastrófico me sucede, el huésped fantasma, siempre esta allí.

Quizá ya he muerto, y el solo es una alma en pena, que me hace compañía.

-¿Señorita?- dejo de ver en la dirección donde el huésped fantasma se marcho, y regreso mi atención a la enfermera -Su nombre y su edad, por favor- parece molesta de tener que repetirlo.

-Novalee, dos E al final- siempre lo especifico, porque siempre suelen escribirlo mal -Martin, Torres. Tengo veintitrés años-

-¿Solo un nombre?- asiento -¿el numero de un familiar?, para informales que esta en el hospital-

-No, esta bien, no hay problema- al momento exacto que respondo, el huésped fantasma entra a la habitacion.

-Como usted desee- me hace saber la emfermera, casi aburrida -ya vendre a tomarle la muestra de sangre-

Sale de la habitacion, y nos deja solos.

El silencio nos invade, y ninguno de los dos parece saber que decir.

Estaba a punto de hablar, cuando la enfermera entra de nuevo a la habitacion, con una jeringa en sus manos.

Miro hacia a un lado, no queriendo ver cuando la aguja traspase mi piel. No le tenemo a las agujas, ni nada por el estilo, pero ver la sangre caer dentro de un tubo, si me provoca asco.

-Bien, dejeme llevar esto al laboratorio- asiento -¿desea que le traiga algo de la cafeteria? debe comer algo, para recuperar las fuerzas-

-¿Es gratis?-

Antes de que la enfermera me responda, el huésped fantasma habla, y le dice a la emfermera que me traiga un desayuno completo, que si hay gastos extra, es los cubrira.

Como si no me sintiera ya miserable.

Suspiro, y esta vez no hago el esfuerzo de hablar.

-¿Te encuentras mejor?- se apoya en la pared, y pone sus manos hacia atrás, dejandome ver esa delgada, pero esbelta figura.

-Si- el asiente, y se queda callado, pegado a la pared, mientras mira a sus zapatos -¿como fue que me encontraste?- el sube la mirada, y abre sus ojos de par en par.

-Estaba visitando el terreno antes de que llegaran adecuarlo para la construcción. Te vi mientras caminaba por donde solian estar los establos. Y asi fue- sonrie de lado.

Bajo mi mirada a mi regazo, sintiéndome tan pequeña e inutil, que incluso me molesta. Todo hubiera sido diferente, si mamà no hubiera dejado que se comieran mi comida, la que yo compre con el sudor de mi frente.

Recuerdo que tengo que ir a trabajar, y mi cabeza se dispara hacia arriba rapidamente. El huesped me mira asustado, levantadose de la pared, inquieto por mi reaccion.

-¿Que horas son?- el mira su reloj -¿son pasadas las ocho, ¿no?- comienzo a quejarme, intentando levatarme de la cama, pero el me detiene.

-Debes mantenerte en reposo, lo que sea que tengas que hacer, puede esperar- me habla como si fuera una niña pequeña, mientras con dulzara, hace que me recueste de nuevo en la cama.

-Tony estara molesto conmigo- comienzo a balbucear -seguro ya me despidio-

-Creo que tu feje entedera que no pudiste llegar, por un problema de salud- me dice el, intentado calmar mis nervios -no te preocupes, ¿si?-

Dejo caer mi cabeza hacia atrás, con fastidio -no lo entiendes, este tipo de jefe no es el que le importe la salud de sus empleados- dejó escapar un gruñido de frustración -no entiendo porque diablos tengo tanta mala suerte. Seguro estoy maldita, salada, alguien me odia, y no quiere verme feliz- cierro mis ojos frustrada -a la mierda todo- abro mis ojos. El huésped me mira con pesar -¿Porque no simplemente me dejaste morir?- el no dice nada, solo sigue mirándome -mi vida no es vida. Me despierto todas las mañanas pensando que este día será mejor que el anterior, y resulta ser peor- su teléfono comienza a sonar, lo que perturba mas mi momento psicótico -porque no te vas si tienes cosas que hacer, !hasta en mi inconciencia escuchaba el timbre de tu celular ¡-

Mi monologo me deja tan cansada, que suspiro al final, sintiendo incluso mi garganta adolorida.

Miro hacia mi regazo.

Acabo de gritarle a un desconocido, creo que tengo pensamientos suicidas, y en definitiva perdí uno de mis trabajos.

El huésped, toma su celular, pero no contesta la llamada, en su lugar, silencia su teléfono.

Levanto mi mirada, esperando ver a un tipo molesto, porque una desconocida acaba de gritarle, la desconocida, a la cual ayudó a no morir en medio de la nada, por la cual pagara la comida que consumirá.

Pero para mi sorpresa, no es una rostro de enojo con lo que no me encuentro, en su lugar, un par de ojos del color del bosque, me miran con calidez.

-Novalee- me sorprendo incluso mas, al escuchar mi nombre en sus labios. Es casi como si lo dijera con la mayor delicadeza del mundo - no tienes porque pensar de esa forma. Aun eres joven-

-No es un super poder, el ser joven. Es un maldito infierno- no quiero llorar, pero aquí me encuentro de nuevo - quiero ya haber vivido la vida, y llegar a ese punto en que diga, se hizo lo que se pudo, ya estoy cansada de la vida- el sonrie casi en un bufido.

-No creas que porque haz vivido mas, la vida se vuelve facil-

-Vaya, ese si es un consuelo- el intenta remedarlo, pero sus palabras se tropienzan una con la otra.

Suspira, antes de seguir -lo que quiero decir, es que quiza el metodo, no es el correcto- esto solo me confunde mas, y hace que mi mente ya agotada, intente encontarle logica a sus palabras -no se mucho de psicologia, pero si de numeros- asiente, mas para el mismo, que para mi -cuando un método no calza en un ecuacion, o un signo, o un indice, lo que debes hacer es cambiarlo- creo que ahora si comienzo a comprenderlo -lo que quiero decir, es que quiza, es momento de que hagas las cosas diferentes- analizo sus palabras, y esto me gusta mas, que lo de las ecuaciones -quiza lo mejor por el momento, es que te despidan de ese trabajo-

Es mi momento de suspirar. Desearía poder decir que tiene razón, pero no puedo dársela, no cuando dependo de dos salarios, para sobrevivir todo un mes, y que no me sobre ni para una pinche galleta.

Ya que mamá es la reina de las divisiones, le gusta dividir todos los gastos conmigo, a pesar que ella es la que pasa todo el tiempo en casa, viendo la televisión a todas horas, bañándose cada que le de calor, hablando a todas horas por el teléfono a los canales de la fortuna y la lotería. Y ni se diga de mi hermana, que carga su celular cada hora, porque se la pasa todo el tiempo en el.

Siempre he pensando que lo mejor seria que me fuera de casa, pero cada que se lo comento a mamà, ella se pone histerica, me ha sentir culpable, por siquiera pensar la idea, y siempre recalca lo caro que esta ahora la vivienda. Me manipula, lo se, pero en una cosa le doy la razon. Los alquileres estan demasiado caros.

-No puedo- es lo unico que le digo -no lo entederias. Es obvio que usted...- he regresado a no tutearlo. Ya he regresado a mis sentidos.

-¿Yo que?- pregunta el con curiosidad.

Antes de responder, lo miro de arriba, abajo. A esos relucientes zapatos de charol, que parecen reflejar la luz, por lo lustrados que están. Ese traje azul marino, que parece fue hecho a la medida para el. Su corbata marca Hugo Boss, se posa sin arrugas sobre su pecho. El cuello de su camisa se acentua a la perfeccion a su alrededor. Su rostro es fresco. A pesar que es mayor que yo, no parece haber visto un mal dia en la estetica. Y su cabello es lo que mas admiro de el. Ese espeso cabello castaño abundante.

Solo de ver su nivel de perfeccion, me hace sentir pequeña a su lado.

-Tienes dinero- le digo al final -no sabes que es sufrir por el- abre su boca para hablar, pero antes de que lo hago, agrego algo mas -no estoy juzgandote por tener dinero. Se que no todos nacemos con la dicha de tenerlo. Es solo que, no me aconsejarias perder mi trabajo, si estuvieras en mi situacion-

Esto lo hace cerrar de nuevo sus labios. Los sella juntos, y vuelve a ver hacia abajo, casi pareciendo apenado.

Esucho las campanas del Eden, cuando la emfermera entra con una bandeja en sus manos.

Todo dolor, es remplazado por esta felicidad momentanea. El comer.

El teorema de las posibilidadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora