CAPITULO 35

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BENJAMIN

No parecía ser del agrado de nadie de mis familiares o conocidos en estos momento. Cuando recibieron la noticia del divorcio, todos se tornaron hacia mi. Mi madre me llamaba como siempre solia hacerlo, pero podia notar la hostilidad en su voz. Ella era la encargada de decirme todo lo que la gente estaba hablando de mi.

Cuando llegue a la ciudad para firmar los papeles del divorcio, Stephanie apenas me dirigo la mirada, y su abogada, una de las amigas mas cercanas de Stephanie, me miro como si quisiera fulminarme con sus ojos.

Deje que la gente me insultara a mis espaldas, me lo merecia.

Le dije a Stephanie que podia quedarse con el apartamento. Ella acepto, pero me dijo que lo venderia.

Ya que no compartiamos nada mas juntos, el papeleo fue sencillo.

Al firmar el divorcio, Stephanie se fue por su lado, y yo por el mío. Pero antes de decirnos adios definitivmente, ella estrecho mi mano, y me sonrio, sin decir palabras. La mire marcharse con una sonrisa en mi rostro, deseandole lo mejor, sin sentir compromiso por hacerlo. Ella tambien merecia ser amada de la forma correcta.

Al llegar a casa, fui recibido por el rostro molesto de mamá, mientras ella adornaba la mesa del comedor con un florero.

-¿Te gusta que todos te traten como el malo de la historia?- fue lo primero que me pregunto.

A lo que yo respondí.

-No puedo cambiar lo que piensen de mi, mamá. Solo espero que tu no pienses igual que ellos, y si lo haces, espero que con el tiempo me perdones por haberte decepcionado-

Mamá solo suspira con pesar, y regresa a trabajar en el florero.

Papá estaba en su oficina. No comenta nada del divorcio, lo único que me dice es que si es mi decisión, no hay nada que el pueda hacer para cambiarlo. Es todo lo que dice, y luego hablamos de trabajo.

En mi camino de regreso al occidente, todo parece tener un color diferente, incluso el aire que respiro se siente menos denso. Manejo con las ventanas bajas para poder apreciar mejor el paisaje, absorbiendo todo, como si fuera la primera vez que lo veo.

Voy a la cama, y duermo como hace mucho tiempo no lo había hecho.

Este día se cumplen dos meses desde todo el suceso del divorcio. La gente ya se ha apaciguado. Su odio hacia mi es menos, y mamá me ha perdonado.

Me mude permanentemente al occidente. Aun estoy hospedado en el hotel, porque el apartamento en el que viviré esta siendo remodelado. Estoy comenzando acostumbrarme a este lugar. Escuchar el canto de los gallos en la madrugada, a veces cruzarse con algun ganado en la carretera, y el clima. El calido clima del occidente. A veces puede ser un dia soleado, el cual te da ganas de salir a dar un paseo, o correr por la zona costera, pero hay dias en los que el calor esta tan insoportable, que solo quieres quedarte en casa, con el aire acondicionado a toda potencia, mientras bebes una limonada bien helada.

Todos en la oficina se han acostumbrado a mi traslado, me incluyen en sus salidas grupales, e incluso comienzo aprender la jerga del lugar.

El cotilleo de mi divorcio se detuvo en la oficina, dos semanas después. Todos hacían asunciones, y algunos empleados, al igual que mis amigos y familiares de la ciudad, me miraban con desprecio.

Pero al igual que las horas, los dias y los minutos, todo pasa, y se aburrieron de odiarme. O eso supongo.

Camino por los pasillos de la oficina, con mi taza de café en la mano. Parezco casual, caminando por los pasillos, mientras saludo a varios empleados, pretendiendo que estoy aquí solo por asegurarme que mi equipo este trabajando. Pero la verdad es que tengo otro propósito. Y ese propósito esta en la maquina fotocopiadora, también pretendiendo estar alli, por las copias inexistentes que debe sacar.

Sin mirarme a los ojos, o levantar la mirada de la maquina, ella sonríe, a nada en particular. Yo hago lo mismo, mientras camino al cubículo del contador de la oficina, fingiendo tener que preguntarle algo importante, el cubículo que casualmente esta muy cerca de donde ella esta.

Novalee tenia razón, teníamos que estar enamorados en secreto, por lo menos dentro de la oficina. Fuera de ella, nunca me había permitido estar tan enamorado como ahora lo estaba.

Junto a Novalee, había aprendido a ser discreto, pero también a como decirlo todo, con tan solo sonreír.

El teorema de las posibilidadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora