CAPITULO 26

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BENJAMIN

Novalee se queda dormida sobre el asiento, después de llorar.

Sus ojos están hinchados de tanto llorar, y el morete en su mejilla izquierda, esta hinchado.

Mi corazón se detuvo por varios segundos, cuando la vi tendida sobre la arena. Pensé que había decido hacer algo drástico, debido a la situación de su madre. Mis esperanzas fueron menguando, con cada paso que deba hacia su cuerpo, mi garganta se cerraba, y pensé que tendría que cargar su cuerpo helado hasta un hospital, de nuevo.

Mi corazón no podía resistir mas sustos, un tercero, y el que saldría directo al hospital, seria yo.

Remuevo los cabellos que le han caído sobre la frente, acomódalos tras su oreja. Ella deja escapar un suspiro. Pienso que la he despertado, pero no lo hace. Acomoda su cabeza en el asiento, y vuelve a suspirar profundamente.

Realmente me cuesta creer que una chica tan joven, tenga que pasar por todo esto, en especial cuando su madre es la que la pone en estas situaciones.

Mi percepción de los padres, siempre ha sido el de un apoyo emocional, e incluso cuando son personas que no muestras sus emociones, como es el caso de mi padre, estan a lado de sus hijos, mostrándoles amor, de la forma en que ellos conozcan.

Mamá, siempre ha sido demasiado sentimental. Derraba lagrimas con cada uno de mis logros, por mínimos que fueran, siempre los celebraba. Era afectuosa, siempre dándome besos en la mejilla, abrazos espontáneos, palabras de cariño. Llenando mi estomago de comida, cada que piensa que he perdido peso. Era a quien recorría siempre, cuando muchas cosas me abrumaban, y no sabia como sobrellevarlas.

Luego estaba papá. Era un hombre de tes seria, pero que hacia reír a todos en la oficina, con su sarcasmo. Era metódico, como yo. Pensaba en números, y era su forma de demostrar amor, a través de los números. Pago por mi universidad, me regalo mi primer auto, me compraba ropa, y zapatos, me entrego una parte de su empresa, y me dio una parte del patrimonio. Una tan sola vez me dijo que me amaba, de las que yo recuerdo. Pero sabia que las palmadas en mi espalda, eran su forma de decirme que me amaba. No esperaba besos ni abrazados de el, pero sabia que podía contar con el, incluso a pesar de cometer errores.

Era por eso que me costaba creer que la madre de Novalee fuera de esta forma, en especial con una chica como ella.

No podía poner mis manos en el fuego, y decir que Novalee era perfecta, aunque para mi así lo fuera. Pero incluso si cometía errores, o le faltaba el respeto, era su hija. El amor no es una opción entre las relación padre y hija, ¿no? Siempre he pesando que es un deber, como una regla inquebrantable.

Quizá he vivido demasiado encerrado en mi cabeza, en mi mundo y en mis padres, como para darme cuenta que no siempre es así.

No puedo dejarla a su suerte, y no es que me sienta comprometido de hacerlo, como ella piensa, por sentir lastima. Es por el hecho de que quiero asegurarme que este segura, bajo techo, dormida plácidamente, recargando energías, para verla llegar mañana a la oficina, sana, segura, y descansada. Eso me ayudara a no seguir envejeciendo, con cada susto que me llevo. 

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Son las dos de la tarde, cuadno Novalee comienza abrir sus ojos.

-Lo discutimos mañana en la oficina- cuelgo la llamada con la el jefe de contabilidad.

Novalee abre sus ojos, y parece estar desorientada. Se cubre los ojos, cuando los rayos de sol se filtra a través del parabrisas. Mira a su lado, y sonrie al verme.

El teorema de las posibilidadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora