NOVALEE
Son las cuatro de la mañana, y mamá decide que es hora de ponerse a licuar sus famosos batidos.
Me coloco la almohada sobre mi cabeza, espantando a Kiera de la cama. Ella maúlla molesta, y decide salir por la ventana, hacia el tejado.
Apenas he dormido dos horas, tengo que ir a trabajar a las ocho de la mañana, y a mamá no le importa. No es noticia nueva, pero algunos días me gustaría creer que se comportara de otra forma conmigo.
Tomo mi celular, y me coloco los audífonos en los oídos, poniendo a todo volumen la música.
Regreso a ponerme la almohada sobre la cabeza.
Logro dormir una hora y media mas, y luego me doy por vencida, cuando mamá pone a todo volumen la televisión.
Con fastidio, dejo caer las sabanas de mi cuerpo, y me levanto de la cama.
Si no voy a dormir, por lo menos comeré un desayuno digno de una rey. De un rey de este complejo de apartamentos, pero al fin y al cabo, un banquete.
Mamá esta frente a la televisión viendo el canal de los adivinos, como todas las mañanas, esperando su turno para hacer una llamada, y preguntarle a la adivina farsante, que le depara su futuro. Luego seguro se cambiara a los canales de telenovelas. Ve las novelas de las nueve de la mañana, hasta las once. Luego las de la tarde, desde las dos, hasta las cuatro. Solo levantándose del sillón, para prepararse algo de comer, o ir al baño. Ella no se preocupa por lavar los platos, porque sabe que estoy yo. No resisto ver la acumulación de platos en el fregadero, mientras las cucarachas se pasean por ellos. Luego duerme una siesta, se despierta y pone el canal de los juegos interactivos, vuelve al canal de las novelas, y luego se va a dormir.
Hace mucho tiempo atrás, deje de intentar hacerla cambiar de rutina, de decirle que debería conseguir un trabajo. Pero no, ella vive de lo que le da el papá de mi medio hermana, y se limita a eso.
Me ve salir del cuarto, y solo me mira, sin decirme buenos días.
Abro la refrigeradora.
Los huevos y el queso que compre hace dos días, ya no están.
-¿Mamá, donde están los huevos, y el queso que compre el lunes?- mamá enciende un cigarrillo antes de responderme.
-Vamos Novalee, piensas que eres la única que vive aquí- roda los ojos -unas amigas de tu hermana vinieron ayer, no había nada mas que ofrecerles, así que le prepare panes con huevo y queso-
Mis manos se hacen puños a mis lados. Puedo incluso sentir mis mejillas comenzar a tornarse rojas, por la colera que estoy sintiendo.
-Era mío, mamá- mi ceño se frunce. Mamá ni siquiera me dirige la mirada.
-Deja tus dramas, Novalee. Si no quieres que toque tus cosas, entonces compra tu refrigeradora, y ponlo allí- se gira hacia mi -lo que hay en mi refrigeradora, es para todos- deja escapar el humo de su cigarrillo -niña malcriada-
Antes de gritarle cosas que no debería, regreso a mi cuarto hecha un furia, cerrando mi puerta con toda fuerza.
Sin importarme de bañarme, o comer aunque sea una tostada, me cambio mi piyama, por un par de vaqueros, y una camiseta negra. Me pongo mis zapatillas deportivas, y ato mi cabello en una coleta alta.
Estoy tan cansada de llorar, que incluso me fastidia en estos momentos. Limpio las lagrimas de mis ojos con furia.
Tomo mi mochila del armario, y salgo de mi cuarto.
Mamá ríe sonoramente en el sillón, de algo que ha dicho la mujer de la televisión, lo que me fastidia mucho mas.
Cierro la puerta de casa de un golpe, hecha una furia. Nuestro vecino, un anciano que se la pasa sentado todo el día en una silla de madera, me mira furioso, por haberle perturbado su paz. Pero no me importa, porque a nadie parece importarle como yo me sienta.
Bajo las escaleras del edificio, casi corriendo, como si estuviera siendo perseguida por un asesino. Luego realmente corro, sin importarme que mis vecinos, y conocidos, me miren como si hubiera perdido la cordura. Pero quizá así sea, me he vuelto loca, y si no corro, podría explotar, al igual que ese noche en la alcoba del huésped, al que todos llamamos el fantasma.
Cuando ya no puedo mas, me detengo a tomar aire. Mis pulmones se sienten que podrían llegar a explotar, puedo sentir las arcadas formarse en mi estomago, aunque dudo vomitar algo mas que mis jugos gástricos.
Me apoyo en una pared cercana, secando el sudor de me frente.
-¿Estas bien?- un vagabundo con una bolsa negra sobre su hombro, se acerca a mi. Puedo notar como mira mi cuerpo, y se que es momento de seguir corriendo.
Camino a pasa rápido, huyendo del pervertido.
Aun falta una hora, antes de comenzar mi turno en la cafetería. Divago por las calles, sin sentir, ni pensar nada. Lo único que siento es hambre, y es la única cosa que por el momento no puedo saciar.
Termino llegando al terreno donde solía ser la granja de la familia Chacón.
Recuerdo las palabras del huésped fantasma, y eso me saca una sonrisa.
A pesar que es un tipo mayor que yo, parece tan tímido, casi como un niño que desconoce muchas cosas de la vida.
Es atractivo, no puedo negármelo. Y alto, lo que lo hace incluso mas atractivo. Su aspecto es el de hombre de negocios. Incluso anoche con su ropa casual, no podía dejar de verlo como un hombre de negocios. Su cabello siempre inmaculadamente peinado a un lado. No hay rastros de barba, en esa mandíbula fuerte y definida. Sus ojos color musgo, siempre parecen estar curiosos de mis palabras.
Traspaso los cordones que rodean la entrada, sin importarme de estar dentro de propiedad privada.
Camino a través de los campos, de lo que solía ser la granja familiar de los Chacón. Recuerdo a los animales correr libres fuera de sus corrales, las gallinas cacaraquear cuando eran llamadas a comer. Las vacas pasteando, mientras los chivitos corrían tras de ellas, para beber leche.
Siempre soñé con vivir en una granja, desde la primera vez que viene aquí. Cuando el recuerdo de un mal día, se convirtió en uno bueno.
Recuerdo ese día, a la señora Chacón, animarme a darle de beber pacha a un cabrito recién nacido. Yo saltaba asustada, cuando miraba al cabrito acercarse demasiado, pero la señora Chacón me repetía una y otra vez, que no tuviera miedo, que el era indefenso. Fue ese día también que supe que me agradaban mas los animales, que las personas, incluso a pesar que una cabra me corneo. Pero lo hizo porque estaba definiendo a su hijo, y pensó que yo le haría daño.
Camino entre la grama crecida, y los escombros de lo que fue la granja. La pequeña casa de madera ya estaba destruida, al igual que los corrales de los animales.
El sol estaba brillando en lo alto. El sudor bajaba por mi cuello, y espalda, como si fueran una cascada. Llegaría la cafetería oliendo a puerco sudado. Pero ni eso me detuvo de seguir adelante.
Comencé a preocuparme, cuando mi vista se comenzó a nublar, y puntos de todos colores danzaban en mi línea de visión.
-Oh, por....-
Mi único pensamiento, antes de caer inconsciente sobre el pasto, fue que Tony me mataría por llegar tarde a mi turno.
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El teorema de las posibilidades
RomansaNovalee es una chica que toda su vida se la ha pasado soñando con una vida igual a la de las películas románticas de Hollywood. Donde el príncipe azul la rescata del villano, juntos vencen todos los obstáculos que se les interponen en el camino, y t...