CAPITULO 23

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NOVALEE

Llego a casa con una sonrisa de oreja a oreja.

Mamá estaba frente a la televisión, al igual que mi hermana, que como siempre, estaba escribiendo mensajes. Me sorprende que no se le haya caída su dedo gordo todavía. Se la pasa escribiendo mensajes, incluso dormida.

-Buenas noches- no espero una respuesta de ninguna de ellas. Ni tan siquiera suelen dirigirme la mirada. Pero quizá es mi sonrisa lo que las hace notarme. No pueden verme feliz, porque les causa pesar a ellas.

Tomo una barra de granola del estante, para la cena.

Escucho el crujir del sillón, que me indica que una de ellas se ha levantado.

-¿De donde has sacado ese traje?- pregunta mamá, mientras tomo agua de un pichel.

Con la euforia del momento, olvidé por completo cambiarme de ropa, antes de venir a casa.

-Cubrí un evento en el hotel- miento -una compañera me prestó esta ropa- mamá no parece estar a gusto con mi respuesta, pero no sigue insistiendo. Regresa al lado de mi hermana, a ver su novela.

Voy a mi cuarto, cerrando la puerta con llave.

Me cambio de ropa, y luego me recuesto en la cama, a leer el libro que Benjamín me sugirió que leyera, para entender un poco más las finanzas.

Benjamín recordó que no tengo redes en mi celular, al llegar a casa, y me envía un mensaje como solía hacerlo en la secundaria. Un mensaje de texto directo a mi celular.

Benjamín: estos libros pueden ayudarte también.

Me envía el nombre de dos libros más.

Decido utilizar lo último del saldo de mi celular, para responder a su mensaje, cruzando los dedos para que sea suficiente.

Yo: prometo leerlos. Y tu debes prometer, que verás la película que te recomendé. Quiero un informe completo de ella.

Presionó enviar, y suspiró con alivio, al ver que el mensaje ha sido enviado.

Cierro la ventana de los mensajes, y abro de nuevo el libro.

Minutos después, me llega otro mensaje de Benjamín.

Benjamín: es una promesa. Mañana tendré listo el informe.

-Solo un mensaje más, por favor- ruego en voz alta, mientras escribo el mensaje -aleluya- digo con júbilo, al ver que el mensaje se ha enviado.

Yo: quiero tu opinión sincera. Te dejo con tu tarea, mientas me hago más lista.

Otro mensaje le sigue al mío, que me hace sonreír como boba.

Benjamín: ya eres lista, solo estás ampliando tus conocimientos. Que pases feliz noche.

Mi suerte no es tanta, y ya no puedo enviarle un mensaje de buenas noches a Benjamín.

-Sueña conmigo- le digo a mi celular, mientras le doy un beso, pretendiente que este le llega a Benjamín, al otro lado.

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El teorema de las posibilidadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora