Así como mi alfa lo prometió, a la mañana siguiente vino otro doctor, un amble joven beta, el cual desde el inicio me cayó bien, cuando al entrar en mi habitación con Theo se tropezó con sus propios pies y casi cae al piso.
—Doctor Albert, ¿Se encuentra bien? —pregunto Theo a mi lado en la cama, intentando levantarse para ir a ayudar al nuevo médico.
—Descuide señor Gold, estoy bien —respondió el amable chico beta, recogiendo algunas de sus cosas del piso para acercarse a mí en la cama.
Yo no dije nada, aferrándome fuertemente a Theo mientras reía con suavidad, aun algo precavido de ese doctor que se acercó a nosotros tímidamente, bastante avergonzado por que lo viéramos hacer el ridículo cuando entro en la habitación.
—Traeré al hijo de uno de los socios de mi padre para que te revise, me dijeron que es un buen doctor, se llama Connor y es un beta de la familia Albert —me dijo Theo la noche anterior, cuando me contó que otro doctor vendría a revisarme.
—No luces tan contento... —susurré mirando su rostro de inconformidad al respecto.
—Mi padre se enteró de que estaba buscando un nuevo doctor, así que me pidió que contratara al inexperto hijo de su amigo, no sé si es adecuado que un médico primerizo te atienda a ti o a nuestro cachorro.
—No debe ser tan malo si logró convertirse en médico, ¿No es así? Seguro estará bien.
A pesar de mis intentos de tranquilizar a Theo, el siguió muy molesto por el resto de la noche, apenas conteniendo su mal humor al estar conmigo en la cama. Creo que Theo es un poco territorial cuando se trata de quienes se acercan a mi o a nuestro cachorro, me parece dulce, pero a veces... Da un poco de miedo.
Regresando a la actualidad, pude ver como el doctor dejaba su maletín al lado de la cama, y de forma temblorosa extendía una de sus manos en dirección a Theo, ya que todos podíamos notar este extraño ambiente tenso en la habitación, intentando calmar un poco las cosas cuando ambos se saludaron con un cordial apretón de manos.
Theo y yo nos encontrábamos de la misma forma que la otra tarde en nuestra cama, ambos acostados juntos, mientras dejábamos que el doctor terminara de prepararse.
—Bueno yo... Yo soy el doctor Albert, pero puedes llamarme Connor, no es necesaria tanta formalidad —dijo él mientras se ponía unos guantes blancos de látex—. Es un gusto que seas mi primer paciente, estoy muy emocionado.
—Sí, puedo verlo... —respondió Theo, de la misma forma molesta y algo agresiva.
Yo nuevamente sonreí, ya que no es normal ver a mi alfa enojado, incluso sus feromonas huelen más fuertes... Como si fueran menta picante, da miedo, pero sigue siendo agradable.
Notando nuevamente la tensión en la habitación, y tal vez un poco asustado por la actitud de Theo, el doctor cuidadosamente levanta mi ropa, comenzando a tocar mi abdomen y acercando algunas cosas de su maletín a mi piel.
—Bien, no noto ninguna anormalidad en el feto, pero pronto deberán acudir al hospital de mi padre por una ecografía, también podrán saber el sexo del bebé —dijo el doctor, todavía mirando mi abdomen.
—¿Podremos saber si es un alfa o un beta? —pregunto tímidamente.
—No, solo podremos saberlo después del nacimiento, lo más común es hacerlo con un examen de sangre, aunque algunos padres prefieren esperar un poco antes de saber...
—Quiero saber lo más pronto posible —insisto.
—De acuerdo, entonces comenzaré a hacer los trámites para pedir un examen inmediato después del nacimiento en el hospital.

ESTÁS LEYENDO
Mi tesoro de invierno
Roman d'amour¿Qué es un omega sin un alfa? En la sociedad en la que vivo, los omegas no tienen derechos, y por lo tanto tampoco obligaciones. Esto puede ser visto como una ventaja para algunos, pero como el infierno para otros. Un omega sin la protección de un a...