Capítulo 35.

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—Yo... yo la encontré en una mesa, sin ningún cobertor, pero no sé cuándo comió, o si se cayó, o algo así. No sé nada... —le digo a los doctores, entregándole a mi pequeña a una de las enfermeras del hospital con las manos temblorosas.

—Tenemos que llevarla a reanimación ahora —ordena el doctor, observando a mi pequeña inconsciente—, ¡Llamen a todo el personal disponible! ¡Necesito toda la ayuda que se pueda!

Con los ojos llorosos observo como los apresurados médicos se llevan a mi pequeña niña aun dormida al interior del hospital, tras unas puertas blancas que no podemos pasar, dejándonos solos en medio de los blancos pasillos del nosocomio.

Después de que la pesadilla terminara, yo le dije a Theo que necesitábamos venir al hospital cuanto antes, explicándole que nuestra bebé no despertaba. Siempre me mantuve ocupado asegurándome de que siguiera respirando, pero ella no se despertó ni un segundo, ni siquiera en el ambiente más caluroso dentro de coche de Theo, sus bonitos ojos violetas se mantuvieron cerrados.

—Tranquilo Nick, confía en ellos, nuestra niña va a estar bien —me dice Theo, abrazándome por los hombros—, muy pronto todo va a estar bien.

Me mantengo fuera de esa puerta por varios minutos, hasta que finalmente el cansancio me vence, y junto a Theo voy a sentarme a una de las sillas de la sala de espera del hospital. Una de las enfermeras amablemente nos trae un par de toallas, ya que después de la tormenta Theo y yo habíamos terminado empapados.

Me quedo en blanco, sintiendo como Theo junto a mi acaricia mi cabello, ayudándome a secarme, y como al terminar me abraza con suavidad.

—Ella va a estar bien —me asegura Theo, intentando mantenerme tranquilo.

—Esto es mi culpa, ella debe odiarme... —me lamento en un susurro, sin poder evitar volver a romper a llorar.

Los fuertes brazos de mi alfa me envuelven, mientras yo sigo llorando y sollozando con amargura, mirando fijamente la puerta del hospital por donde se habían llevado a mi bebé, esperando que me dieran noticias pronto...

—Esto no hubiera ocurrido si yo no la hubiera descuidado —me lamento en un susurro—, es mi culpa.

—No es tu culpa, aun si tu hubieras estado ahí, nadie hubiera detenido al idiota de Edgar de llegar a ella, tu hubieras salido herido en vez de mi madre.

Yo no puedo evitar sonreír a pesar de lo deprimido que me siento, creo que Theo solo está hablando y diciendo esas cosas para animarme, pero sé que no son verdad...

—No podía verla —confieso en un susurro—, no sabiendo que es omega, porque yo de verdad... Quería que ella fuera beta o alfa.

—Nick no importa, la gente pone en demasiada estima a los alfas o betas, ella es perfecta...

—Si ella fuera beta o alfa yo podría protegerla, pero si ella es omega... Ella va a ser como yo.

Theo de inmediato guarda silencio, mientras me abraza con un poco de fuerza, algo que me hace llorar más, porque entiendo que una vez más estoy lastimando a mí alfa.

—¿Por qué tenía que ser como yo? —me lamento entre sollozos— A los omegas nos pasan cosas tan horribles, no hay forma en la que yo pueda asegurarme de que ella sea feliz, este a salvo de los ataques de los alfas... Que no termine en las calles como yo.

—No, eso nunca va a pasar —me asegura Theo, poniéndose serio—. Ni tu ni ella van a terminar en la calle otra vez, eso te lo puedo jurar.

—Ella es igual a mí, le van a pasar las mismas cosas malas, no hay forma de que pueda hacer algo al respecto... Ella se volverá una persona tan horrible como yo...

Mi tesoro de inviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora