06; "dejame cuidarte".

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¿Qué mierda te pasa por la cabeza a vos, Olivia? —escupió por enésima vez Santiago, con la vena del cuello que estaba a punto de explotarle.

Olivia suspiró, y rascó su sien con hartazgo.

—Es mi mejor amigo, lo acompañé al laburo ¿Qué tiene de malo la foto? Vine para que un día estemos bien sin pelear, ¿puede ser posible? —rogó, incómoda, al ver que algunos vecinos ya se asomaban al oír los gritos. Suspiró.

—¿Laburo? —rió, irónico, y ella solo rodó los ojos—Andas atrás de su orto porque sabes que el negro de mierda ese anda atrás tuyo y a vos se ve que te encanta ser una arrastrada. —escupió, y ni siquiera lo dejó agregar una sola palabra más que un fuerte cachetazo impactó en la mejilla de su compañero.

Volveme a tratar de trola o arrastrada una vez más y te juro por mi vieja que...—advirtió, sin escrúpulos, a centímetros de su rostro. Pero no obtuvo concluir la oración en cuanto su acompañante la agarró con fuerza del pelo para tironearla.

Olivia apretó con fuerza sus ojos, e intentó soltarse. No lo logró.

—Como tu vieja vas a terminar si me volves a poner un dedo encima. —soltó entre dientes, y sus ojos automáticamente se tornaron cristalinos al oír que de su boca había salido la mujer más sagrada que existe para amenazarla de la manera más cínica.

—Matate, machito de mierda. —escupió, dándole un fuerte rodillazo en la entrepiernas que lo dejó en el piso y antes de que intente hacerle algo más, huyó de allí entre los pasillos del barrio para que no intente atraparla.

Los pasillos ya estaban oscuros; los focos rotos no le permitían visualizar del todo si detrás suyo alguien seguía sus pasos, y menos si delante suyo el camino estaba limpio.

Su corazón latía a mil por segundo, y las lágrimas ya se estaban secando en su rostro debido al viento que chocaba mientras aceleraba sus pasos.

Y lloraba de bronca, porque las palabras le habían jodido más que lo físico. Porque deseaba llenarle la cara de piñas por haberse animado a hablarle de esa manera.

Mientras corría se alivió al sentir haberlo perdido de vista, pero no supo reconocer las piedras que se encontraban debajo de sus pies, haciéndola caer sobre sus puntas filosas. Se quejó del dolor mientras se soplaba las rodillas, y desesperada no tuvo otra opción; necesitaba que alguien la asista antes de que sea demasiado tarde.

°

Mateo.

—Me tengo que alejar. Eso tengo que hacer. —decidí con seguridad mientras caminaba de un lado hacia otro de la cocina, esperando que el agua de los panchos hierva.

Sí, hablaba solo.

—Claro, y después que se vaya todo a la mierda de vuelta. Pelotudo. —acoté, como si me estuviese respondiendo a mí mismo. Actuaba del ángel y del diablo de la conciencia, fingía una conversación conmigo mismo. Estaba volviéndome totalmente loco.

Suspiré, y sacudí mi cabeza para no empezar a preocuparme por mi salud mental luego de estar más de diez minutos hablando como un loco mientras esperaba mi comida.

La situación con Olivia era algo que no me dejaba tranquilo un solo día, y ya iban 10 donde no le mandaba un puto mensaje para preguntarle como estaba, aunque ella también podría haberlo hecho. No lo hizo.

No quería que el enojo me gane sobrepensando demasiado en eso pero sí estaba seguro de una cosa; debía decidir cuanto antes que mierda quería hacer con ella antes de que el sentimiento aumente y me termine enganchando de más.

serendipia; trueno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora